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Caos |
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Editorial publicado en la Revista Telemundo el 16 de abril 2018 |
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Por José Antonio Fernández Fernández
De pronto tuvo un sueño en el que una gran bola de neblina aparecía en escena, al día siguiente le pidió a los animadores que crearan esa gigantesca masa de neblina que no dejaría ver nada a los actores en el set.
Los animadores se pusieron a trabajar. Un grupo se dedicó a ver escenas de películas con grandes explosiones, otros buscaron largometrajes con monstruos que levantaran grandes polvaredas. Vieron películas de James Bond y de Misión Imposible. También fue parte del estudio para encontrar referencias, la cinta Viento Negro, un clásico del cine mexicano dirigido por Servando González.
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Con algunas ideas sobre esa gran bola de neblina amenazante que el director había soñado, el grupo de animadores se reunió con el de efectos visuales. Surgieron nuevas ideas en las juntas de trabajo. Pensaron en los colores, en las texturas. El director solo les dijo: soñé con una gran bola de neblina.
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Animadores y artistas de efectos visuales avanzaron en el concepto de imagen para crear esa gran bola terrorífica y amenazante con la que el director había soñado y que quería poner en escena. Entonces fue que le llamaron al equipo especialista en sonido, el jefe artista sonoro de inmediato pensó que debía crear una banda que al menos contuviera unas 25 capas, en las que mezclaría música, efectos, ruidos, sonidos espaciales, teclado electrónico, guitarras eléctricas con pedales y todo tipo de ruidos ingeniosos que sumados hicieran sentir nerviosismo y hasta pánico.
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El equipo de creativos especializados pidió entonces una nueva junta de trabajo ya con el director. La programaron para el día siguiente muy temprano. Al llegar a la reunión, fueron varios artistas visuales, animadores y artistas sonoros que dijeron haber soñado con una enorme bola de neblina que era terrorífica, amenazante, incontrolable y espantosa. Los despertó en la madrugada como si fuera una pesadilla interminable que a algunos los hizo gritar. El director los escuchó uno a uno y les preguntó qué habían visto en esa bola de neblina terrorífica, amenazante, espantosa, incontrolable y pesadillesca. Recibió cualquier cantidad de respuestas que apuntó su asistente en un enorme pizarrón de la sala de juntas. Todos los que habían tenido la pesadilla fueron agregando características a la lista. Recordaron percepciones, colores y sonidos, también esa sensación de angustia que los hizo despertar de forma repentina sudando frío.
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El director observó con calma todo lo anotado en el pizarrón. Les confesó que en realidad él no había tenido ningún sueño, que su intención había sido que cada uno de los artistas de sonido y de la imagen idearan por experiencia propia esa bola de neblina horrosa, terrible, espantosa, amenazante y angustiosa.
Les dijo que era mejor que cada quien la imaginara para que la hiciera suya. Que ya en la película sabía que era una escena que duraría quizá cuando mucho algunos minutos, y eso ya sería decir demasiado. Pero que sería una secuencia inolvidable en la que el caos aparecería porque ni espectadores ni actores podrían ver lo que estaba pasando, máximo suspenso con expectativa de alta presión en pantalla.
Les dijo el director que esa bola de neblina horrorosa y terrorífica era para hacer sentir el caos, ese momento espantoso que puede incluso provocar pánico porque no se sabe qué puede pasar.
Entonces fue que les pidió que fueran a dormir y soñaran con una nueva situación muy especial: imaginen que la bola de neblina terrorífica de pronto desaparece y es el fin del caos. ¿Qué ven sin esa bola de neblina? (J.A.F.)
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