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Daniel Giménez Cacho
Nunca aceptaré el autoritarismo del: Te callas y haces lo que yo diga
Publicada en la Revista no. 109 el 16 de octubre 2009
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Por José Antonio Fernández Fernández

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.


Daniel Giménez Cacho es el actor de mayor fuerza del cine mexicano. Llena la pantalla, la escena, y lo sabe. Su versatilidad histriónica pasa todas las pruebas.
Bajo la dirección de Alfonso Cuarón, con la cinta Sólo con tu pareja abrió una nueva era para la comedia de películas mexicanas. Y con Arráncame la Vida, dirigido por Roberto Sneider, dejó claro que el cine nacional debe y puede crear personajes en pantalla de gran tamaño. Tan grandes que pueden sentirse inalcanzables.
No requiere Giménez Cacho tener el papel principal para llenar el escenario. Así lo demostró en la obra de teatro El Buen Canario, dirigida por John Malkovich. Su breve presencia en escena era siempre aplaudida por el público. Le festejaban hasta la más mínima mueca. Al tenerlo en vivo, la gente le demostró todas y cada una de las noches su más profundo reconocimiento.


José Antonio Fernández: ¿Qué tanto se parecen los los personajes que interpretas al Daniel Giménez Cacho de la vida real?
Daniel Giménez Cacho:
A mí se me ha ocurrido la respuesta a tu pregunta, cuando me preguntan cómo soy yo.
Te respondo con una idea que le escuché decir a Federico Luppi: no sé cómo sea yo, pero quizá una idea aproximada de cómo soy sean la suma de todos los personajes que he interpretado.


José Antonio Fernández: Tu respuesta me lleva a la pregunta: ¿qué les pones a los personajes que representas?
Daniel Giménez Cacho:
Les pongo todo, porque el actor todo lo saca de adentro. De la experiencia propia, de la percepción que cada quien tiene de las cosas. Por no hablar de lo obvio, que es poner en escena el cuerpo y el rostro.
Sin duda, todos los personajes que he interpretado tienen algo de mí.
Y últimamente he pensado que esto de ser actor cualquiera lo puede hacer. No es algo especial que sólo algunos poseamos, como si fuera un elíxir.
Lo que yo sí tengo es un entrenamiento que me permite ponerle características muy bien pensadas a mis personajes, lo que no significa que yo cuente con una cualidad especial.
Esto que te comento sé que directamente no tiene que ver con lo que me preguntas, pero quiero decirlo: cualquiera puede interpretar un personaje, que es poner en escena razgos humanos que cualquier persona tiene. Yo me he dedicado a sacar esos razgos, a mostrarlos, pulirlos y a comunicar con ellos.


José Antonio Fernández: Observo una bravura en tí y en tus personajes. ¿De dónde viene tu bravura?
Daniel Giménez Cacho:
Esto puede tener razones de muy atrás, de la formación de mi personalidad desde niño. Quizá me metí a esto de la actuación porque yo no era escuchado. Sentí que yo no existía.
Te confieso que durante mucho tiempo no tuve la percepción de que dentro de mí había mucha bronca y que tenía una necesidad de ser escuchado.
Esto de la actuación a mí me ayudó a irme dando cuenta de ese conflicto y lo he ido haciendo consciente para poder resolverlo. Es posible que ese conflicto interno se refleje de la manera que dices en escena. De hecho, por años mostré una especie de coraje al actuar. Fue un razgo notorio en mí durante mucho tiempo.


José Antonio Fernández: ¿Coraje contra qué?
Daniel Giménez Cacho:
Coraje interno. Es muy complicado esto. Es como hacerme una radiografía psicológica de cómo se construyó mi personalidad. Es estar enojado, yo creo, contra mí mismo.
En la actuación encontré la manera consciente de mirar y dialogar con ese coraje.
Al actuar entras y sales de cada actitud y empiezas a entender cómo son y por qué se dan los diferentes comportamientos. Y, por supuesto, el actor empieza también a entender su propio comportamiento frente a situaciones. Es algo terapéutico.


José Antonio Fernández: No eres bien portado, eres rebelde.
¿Por qué ese "mal comportamiento" que te lleva incluso a incomodar a toda una comunidad, como sucedió con tu discusión pública con la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas cuando cuestionaste su fórmula para otorgar el premio Ariel? Causaste una gran trifulca.
Daniel Giménez Cacho:
Pienso que no es mal comportamiento tener el valor de decir las cosas.
El mal comportamiento que predomina en México es el miedo a decir las cosas, porque si digo lo que pienso probablemente seré juzgado y en una de esas pierdo hasta mi trabajo.
En México hemos vivido en un régimen autoritario que nos ha tenido, y nos tiene todavía, en alguna medida sometidos. Son hábitos de conducta que se repiten.
Por suerte todo esto va cambiando, hay mucha gente que hoy dice lo que piensa. Cada vez son más los ciudadanos que se atreven a decir lo que piensan. Esto hace que ya no me sienta tan mal portado. Hay muchos rebeldes que hoy me llevan la delantera.
En el caso de la Academia, yo le estaba dando voz a un grupo que escribió la carta de inconformidad. Me sentí bien de brindarles el apoyo para que fueran escuchados. Y espero que estos cambios que se proponen caminen. Sé que no va a ser fácil. Hay que restructurar y lograr los consensos para recuperar la capacidad de convocatoria que hoy definitivamente no tiene la Academia.


José Antonio Fernández: ¿Te identificas con los rebeldes? Veo que apareces junto a rebeldes de fama de la vida real del México de hoy.
Daniel Giménez Cacho:
Desde pequeño me atrajeron los rebeldes. El primer personaje rebelde que conocí fue a Jesucristo, quien se enfrentó a todo un estado y lo desafió.
Me parecen muy atractivos los rebeldes porque logran que las sociedades sean más conscientes y avancen. No me he puesto a averiguar sobre esto, pero supongo que sí siento una identificación con los rebeldes. Quizá sueño con ocupar sus lugares.
No lo sé.


José Antonio Fernández: ¿Cómo se abre tu camino para convertirte en actor?
Daniel Giménez Cacho:
Estudié dos años en la Facultad de Física de la UNAM. Al teatro caí por casualidad, aunque en la vida, como todos lo
sabemos, las casualidades son relativas.
Digamos que yo no me tracé la idea de ser actor. Entré al teatro como pasatiempo. Ahí vi con claridad que yo llevaba viviendo tiempo atrás como si hubiera estado muerto. Que mi cuerpo estaba como olvidado y que algo dentro de mí estaba dormido.
En esas clases de teatro sentí que yo despertaba.
Sentí felicidad al hacer teatro. Me daba salud, me sentía muy bien. Me resuscitaba. No tuve claridad intelectual de lo bien que me hacía hacer teatro, era una claridad física. Sentí un despertar. No dudé y decidí que debía ser actor.

José Antonio Fernández: Como actor proyectas una pasión muy fuerte. ¿Que tanto sufres al estar en escena?
Daniel Giménez Cacho:
No sufro. La verdad es que no sufro. Mi acercamiento al trabajo como actor siempre es de mucho gozo y de mucho disfrute.
Hago esfuerzos, como lo hace el que sube a una montaña y en un momento se pregunta qué demonios hace allá arriba.
Yo no creo para nada en la idea de muchos maestros de teatro que dicen que el trabajo del actor parte del sufrimiento. Esa concepción tiene que ver con interpretaciones de un catolicismo equivocado, el que defiende la idea de que la vida dura y el sacrificio dan más réditos. Me suenan a ideas militares, medio fascistas. Recuerdo los tratados de Primo de Rivera, el líder español de la falange, en los que apuntaba que para formar la personalidad había que escoger el camino más difícil, bañarse con agua fría de madrugada, probarse haciéndose daño y castigarse. Todo eso a mí me parece muy absurdo.
Yo he sido siempre guiado a través del goce. Puede ser que al principio las cosas no te salgan, pero al final siempre encuentras algo.

José Antonio Fernández: ¿Te ha acompañado tu familia en tu carrera como actor?
Daniel Giménez Cacho:
Mi familia siempre ha estado cerca. Van a los estrenos. Siempre me he sentido muy apoyado por mis hermanos.
Cuando empecé mi carrera como actor, no conté con la aprobación de mi padre. El maestro Mendoza decía que era uno de los requisitos para ser actor.
Ante la oposición de los padres, decía, el actor mide su vocación y la capacidad para brincar los obstáculos.
Recibí apoyo de mi mamá desde el principio. De mi padre, no. No le parecía una profesión respetable el que yo fuera actor.
Al poco tiempo de mis primeras puestas en escena, mi padre tuvo una enfermedad del corazón. Me llamó, platicó conmigo y reconsideró: me dijo que el ser actor le parecía un oficio tan relevante como cualquier otro. La verdad es que para mí fue muy importante que me lo dijera. Hoy es una persona bastante mayor, pero todavía pudimos ir juntos al cine a ver Arráncame la vida. Lo llevé. Se emocionó y le encantó. Me sentí feliz al verlo conmigo en la sala.


José Antonio Fernández: ¿Cuál es tu método para decir sí o no a un personaje?
Daniel Giménez Cacho:
Analizo una serie de factores, pero lo principal para mí es ver la historia en su conjunto. Ver de qué se está hablando para
decidir si vale la pena tomarnos la molestia de hacer todo. También decido el sí cuando encuentro puntos afines con quien escribió la historia y con quien va a dirigirla. Luego veo al personaje y analizo qué de mí puede estar en él y cuáles son sus procesos.
Evidentemente los personajes más atractivos son los que nunca he hecho. Los más seductores son los personajes a los que les suceden muchas cosas.
Son los más interesantes. Hablo de esos personajes que se presentan de una forma y que cuando les pasan cosas cambian y eso los lleva a terrenos desconocidos. En el caso, por ejemplo, de Arráncame la vida, para mí fue un banquete porque el General Andrés Ascencio enfrenta situaciones diversas y la historia avanza todo el tiempo.

José Antonio Fernández: ¿Te gustó de entrada el personaje del General Ascencio en Arráncame la vida?
Daniel Giménez Cacho:
Sí, por supuesto. Desde que lo leí por primera vez me dije: aquí sí hay de donde.
Vi que era un personaje que significaría para mí un crecimiento, que eso es un factor también que busco para decidirme por un personaje. Que dé pasos, que me ayuden a crecer. A perfeccionar mi oficio.


José Antonio Fernández: ¿Qué tanto crees que debes aportarle a un personaje? Y subrayo el debes.
Daniel Giménez Cacho:
Como decía al principio, le aportas cuerpo, voz, historia, lo que cada quien es, la manera de ver y reaccionar.
Con el tiempo también me he dado cuenta que es muy importante recibir del entorno. Es decir, recibir de los compañeros con los que actúas, del director, quien es una persona definitiva.
Lo que te quiero decir es que ese personaje que represento ya no soy sólo yo con mis ideas, sino soy la suma de lo mío y del entorno.
Me enseñaron en la escuela que debía irme con el personaje, pensarlo y trabajarlo para regresar a escena con él puesto dentro de mí. Ese método llevado al extremo te puede provocar que regreses a escena y choques con el director. Con el tiempo me he hecho escéptico de ese método en el sentido estricto.

Hoy pienso que debo poner todo de mí, reflexionar mi personaje, pensarlo y trabajarlo para montar una primera propuesta.
Pero lo que me ha gustado más últimamente, es dejarme tocar por lo que me tengan que decir la ropa que pensaron para mí, el coche en el que me van a subir, lo que me tenga que decir el director, el cómo soy percibido por los demás personajes.
Todo esto lo he valorado muchísimo con el tiempo, de tal forma que mi personaje al final es una suma de todo, de lo mío y del entorno.


José Antonio Fernández: En una entrevista que le hice a Roberto Sneider, director de Arráncame la vida, en el programa Pantalla de Cristal en Canal 22, me decía que polemizó contigo sobre una característica muy importante del General Ascencio: Sneider no quería que fuera grotesco el General y tú sí. Sneider quería que el personaje conservara siempre ese aire de elegancia. Sé que te convenció.
Cuéntame sobre esta polémica.
Daniel Giménez Cacho:
Yo aportaba mis puntos de vista para construir el personaje, pero Sneider es un director muy serio que para el día del claquetazo inicial de la película él ya llevaba 7 años trabajando con Arráncame la vida, esta historia de Ángeles Mastretta.
Considero que está muy bien estimular la polémica, discutir y aportar, pero hay que ser sensible ante quien trae la película en la cabeza en su
totalidad, que es el director, en este caso Roberto Sneider. Por supuesto, puede equivocarse, pero es quien dirige y yo soy muy respetuoso de las jerarquías, lo que no debe confundirse con aceptar el autoritarismo del "te callas y haces lo que yo diga". Ese no lo acepto, ni lo aceptaré nunca.
Soy muy respetuoso del proceso de filmación y me queda muy claro que después de la discusión tiene que existir una cabeza que diga: le vamos a hacer así.
Esa característica de qué tan grotesco o no debiera ser el General Ascencio, fue uno de los puntos de discusión importantes. Otro fue el que yo pensaba que mi personaje debía ser más violento a la vista del espectador. Pensé que "como buena película mexicana que se respete", debía aparecer en escena un hombre golpeando a una mujer. Eso tampoco se puso en pantalla.
Una vez que vi terminada Arráncame la vida en el cine, no tuve nada que añadirle. Veo bien a mí personaje, es congruente y consecuente.
Quizás sí me quedo con la idea de haber visto al General Ascencio en pantalla en una escena violenta. Se ve siempre en la historia como muy astuto y con total autoridad, pero no se mancha las manos nunca.
El que apareciera en escena el General Ascencio ejecutando una escena violenta con sus propias manos, habría ayudado a no olvidar la capacidad de crueldad que tuvieron o tienen este tipo de personajes de nuestra historia.


José Antonio Fernández: El General Ascencio se muestra en pantalla también como un personaje extremadamente inteligente.
Daniel Giménez Cacho:
Lo que no está peleado con matar a sangre fría a cuanta gente se necesite.

José Antonio Fernández: Quiero abundar más sobre tu relación con los directores.
En términos generales, ¿qué esperas de un director?
Daniel Giménez Cacho:
Que me haga sentir parte de la película o del proyecto. Que me ayude a ser consciente del proyceto o que me explique que debo ser inconsciente porque el proceso va a ser espontáneo. Lo digo porque hay directores que no te dicen adónde vas.
Para mí es importante saber adónde voy. Un director tiene un sueño en su cabeza y a mí me gusta entender qué clase de sueño es y saber dónde estaré yo en ese sueño. Esto es para estar bien convencido de qué estoy haciendo y para qué.
También me gusta que los directores sean capaces de generar una atmósfera de libertad en la que como actor fluyes y puedes sacar lo mejor de tí. Eres más creativo cuando te dan la oportunidad y te escuchan.
Cuando hay un director que ya diseñó todo y tú sólo ejecutas, te empiezas a sentir como un mueble, lo que no me gusta tanto. Aunque te aclaro que yo sí acepto ser dirigido.


José Antonio Fernández: Cuéntame ahora de tu experiencia en el set con Pedro Almodóvar, con quien actuaste para la Mala Educación, una cinta muy fuerte.
Daniel Giménez Cacho:
Almódovar es un director que tiene las cosas extraordinariamente pensadas porque el cine es toda su vida y todo en su vida. Es suyo, es su lenguaje.
Debo decirte que yo encontré gran libertad como actor cuando trabajé con Almodóvar, aún cuando él maneja sus proyectos extremadamente predeterminados.

José Antonio Fernández: ¿Cómo interactúas con el director de una película?
Daniel Giménez Cacho:
Más que hablar, me gusta ir haciendo mi personaje para que el director me diga qué le subo y qué le bajo, o qué se nos va ocurriendo añadirle o quitarle. Muchas veces no hay tiempo de ensayar, y vas construyendo al personaje sobre la marcha.
Te puedo decir que al cuarto o quinto día de filmación es cuando de a deveras empiezas a ver cómo es en realidad tu personaje y es cuando llegas
a una serie de acuerdos con el director.


José Antonio Fernández: Cuando te he visto en escena me ha dado la impresión de que le das un enorme valor a la sonrisa. La aguantas hasta el último instante y eso le da una fuerza mayor. Igual observo que sucede con tus miradas, que las diriges también hasta el último momento hacia un lugar en específico y eso les da también gran peso.
¿Estoy en lo correcto?
Daniel Giménez Cacho:
Creo que sí hago lo que dices, aunque cuando estoy en escena no pienso ni tengo una conciencia tan precisa de lo que me comentas.
Como actor he ido desarrollando con el tiempo una técnica de conciencia para saber en dónde estoy, el llegar al sitio de luz y que se me entienda cuando hablo. Pero al momento de estar actuando busco dejar esa conciencia lo más lejos posible.
Lo importante para mí como actor es que debo arrojarme a escena como lo hace un niño cuando se lanza a jugar. En ese momento, el niño de manera espontánea se olvida de todo y pone toda su concentración y su energía, absolutamente toda, en el juego. Y al verlo disfrutar su juego tú también disfrutas al máximo.
Cuando termino de hacer la escena es el momento en el que el director me dice qué le gustaría o que le disgustó. Lo escucho y de nuevo me arrojo a hacer mi trabajo e intento añadir o quitar lo que me comentó.


José Antonio Fernández: Te pregunto algo que me llama mucho la atención. Escuché a muchas mujeres decir que quedaron encantadas con el personaje del General Ascencio. Incluso oí que algunas dijeron: yo quiero un general así, como el de Giménez Cacho en Arráncame la vida.



Lea más de lo que dijo Daniel Giménez Cacho
publicado en exclusiva por Canal100.com.mx

Sé que al hacer más de cuatro o cinco veces una escena, mi resultado ya no funciona porque empiezo a tener demasiada conciencia de lo que estoy haciendo y dejo de estar haciendo algo vivo, que es justo lo que yo considero actuar bien.

En Arráncame la vida el director Roberto Sneider me pedía cuatro o cinco versiones distintas de una escena. Ya a la quinta perdía vitalidad.

José Antonio Fernández: Te pregunto algo que me llama mucho la atención. Escuché a muchas mujeres que quedaron encantadas con el personaje del General Ascencio. Incluso oí que algunas dijeron: yo quiero un general así.
¿Qué te dicen esas reacciones de las mujeres de hoy?

Daniel Giménez Cacho: A mí me sorprendió de entrada escuchar ese tipo de comentarios. Sí los oí.

Debo decirte que me sorprendieron de entrada, porque de pronto vi décadas de feminismo barridas en hora y media. El trabajo duro y el sacrificio del feminismo de muchos años, quedaba barrido en hora y media de película.

Lo que me dicen esos comentarios que mencionas es que el ser humano es extremadamente complejo. Hay ideologías, hay clases sociales, hay miles de maneras de entender y miles de formas de querer ser. La naturaleza humana tiene misterios, conflictos y complejidades.


Cuando escuchaba esa frase: "quiero un general como el de Arráncame la vida", me consolé siempre pensando que lo decían como un chiste. Y me decía a mí mismo: después de que recibas la segunda cachetada, hablamos.

José Antonio Fernández: ¿Vas al cine a ver tus películas tu solo o con alguien muy cercano?
Daniel Giménez Cacho:
Sí llego a ir con mi familia, después del estreno. Con mi hija no voy al cine porque no le gusta verse como la hija de. En este momento se está contruyendo su propia identidad, y lo está haciendo muy bien.

Me gusta ir al cine a ver mis películas pero sin que se sepa que estoy en la sala. Me gusta sentir el pulso de la gente. Para mí ha sido muy importante escuchar y valoro a la gente que se atreve a decirme la verdad. Pocos son los que se atreven a dar el comentario crítico cuando no les gustó la película o mi actuación en específico.


José Antonio Fernández: En 22 años de carrera como actor, has actuado en casi 40 películas. ¿Qué te han dejado todas estas cintas?
Daniel Giménez Cacho:
Me han dado mucho. Me han construido como actor, porque este oficio se construye haciéndolo. He tenido la oportunidad de perfeccionar el lenguaje, de entender el set y la pantalla. En esto conoces muy a fondo a los directores cuando trabajas con ellos porque las travesías son muy largas, y eso también me ha dado la gran oportunidad de establecer relaciones de amistad con mucha gente.

Esto es mi vida. El ser actor me ha ayudado a ser mejor persona porque al interpretar y ver los personajes que he representado también me veo y conozco más a mí mismo. Me ha permitido también el definir los caminos que quiero para mi vida. En los retos mayores, me he probado a mí mismo.

Pasa el tiempo y la vida te va colocando donde tienes que estar.

 

Otras 28 respuestas de Daniel Giménez Cacho

 

1. Como actor, mi compromiso mayor es conmigo. Yo soy el juez más duro conmigo mismo, porque yo soy quien he estado conmigo mismo más tiempo y es muy difícil que hoy yo me engañe a mí mismo.

2. El público es más benevolente con mis actuaciones que yo mismo.

3. La gente que me encuentro en la calle siempre tiene algo que decirme, y eso me da mucho gusto porque quiere decir que algo les dejó el personaje con el que me recuerdan. Me saludan siempre con una felicitación, y eso me emociona y lo agradezco.

4. El día de la entrega de los premios Ariel yo no estaba enojado, si lo hubiera estado no habría asistido. A mí me invitaron a entregar el premio al Mejor Actor, si hubiese pensado que a mí me correspondía (por mi interpretación en Arráncame la vida), simplemente no habría aceptado la invitación para estar en la Ceremonia.

5. Sí considero que al menos debí figurar entre los posibles ganadores del Ariel al Mejor Actor. Me hubiera parecido lógico. Y también te puedo decir que aunque no fui nominado me gustó que me hubieran invitado a dar el premio, porque dejé claro que no estaba enojado, que aceptaba la decisión.

6. Ese día del Ariel leí el documento porque es una propuesta para modificar una serie de métodos de la Academia. Al principio pensé en no leerlo. Mi razonamiento era sencillo: pensarían que estaba ardido por no ganar el Ariel. Busqué a otros para que lo leyeran, porque a mí el documento me lo dieron cuando faltaba sólo una hora para la entrega. Mientras empezaba la Ceremonia hablé con varios compañeros para que fuera otro quien lo leyera, pero nadie quiso. Hubo un momento en el que me dije: la vida me puso aquí y debo leerlo.

7. No estaba enojado el día del Ariel, pero no entendí la lógica de la Academia. Muchas cosas no comprendo. Una de ellas: ¿cómo es posible que hayan escogido a Arráncame la vida para pelear por el Oscar y en el premio Ariel le den el trato que todo mundo pudo ver?

8. Sí averigue cómo se dan los premios Ariel, y me enteré que es un núcleo el que toma las decisiones. Cuando di a conocer mi descubrimiento, Pedro Armendáriz, el Presidente de la Academia, dijo públicamente: es que les vale madres, por eso así se decide.

9. Lo que yo veo hoy es que la Academia no tiene convocatoria y hay que buscar la manera de revertir esa realidad. Yo espero que sí camine la propuesta para que los mexicanos tengamos instituciones que sí nos representen. La comunidad cinematográfica necesita ponerse de acuerdo y crear consensos.

10. Lo que vemos en la Academia hoy se parece mucho a lo que vive México hoy como país.

11. José Antonio Fernández: A mí me gustó lo que hiciste en la Ceremonia de la Academia, porque demostraste con tu protesta tu aprecio y cariño por el premio Ariel. Con tu actitud aguerrida valoraste más que nadie al Ariel. Desde mi punto de vista, el premio Ariel debe ser el premio más codiciado de la comunidad cinematográfica mexicana y eso significa que mientras más serio sea su proceso de selección, mejor.

En los premios Oscar ha habido casos como el tuyo, y han hecho cambiar para bien al Oscar.


Daniel Giménez Cacho: Qué bueno que me lo dices, porque mi afán es que la Academia sea más fuerte.

Mario Zaragoza, a quien le entregué el premio de Mejor Actor, dijo que debíamos trabajar para que el premio sea grande, para que sea de todos, serio e importante.

12. Almodóvar es un director que podría actuar todo, y al decirlo te incluyo las sillas, las mesas y todo lo demás que coloca en el set.

13. Pedro Almodóvar le da esa gran dimensión a sus películas, porque les pone la vida entera, no las ve como historias interesantes, son historias en las que pone todo su corazón y toda su vida. Filma sólo lo que le importa a su vida. En sus películas siempre está el asunto de las preferencias sexuales y el choque cultural del franquismo y la nueva época de España.

14. Por más constreñido que me quiera tener un director, siempre encuentro márgenes de creatividad porque soy yo el que va a materializar al personaje.

15. Si me dices la palabra México, pienso en su futuro futuro. Cuando está muy obscuro, es que ya va a amanecer. Creo que vamos a salir adelante.

16. Si me dices cine mexicano, pienso en defenderlo. Ahí va nuestro cine. Se ha avanzado en los últimos años. Hay que brincar obstáculos, como el encontrar fondos para la producción, los intereses y la avalancha del cine norteamericano. Hay que poner el dedo en el papel que deben jugar el gobierno y las televisoras, que considero no tienen una postura definida en defensa del cine mexicano.
El cine mexicano debe ser plural, y eso va bien.

17. Si me dices que Arráncame la vida es un parteaguas en mi carrera, te respondo que sí por su tamaño, por toda la mercadotecnia que está detrás y porque nos quedó bien y le gustó al público. Pero hasta dentro de unos años te podría decir si fue un parteaguas en mi vida. Espero que la vida me tenga preparadas otras buenas cosas.

18. Del General Ascencio, mi personaje en Arráncame la vida, te puedo decir que lo detesto por lo que representa. Cuando en la vida real me topo con personajes como el General Ascencio, me pongo muy mal. No los sé manejar. Aborrezco ese autioritarismo y esa soberbia.

19. Mi personaje del General Ascencio también me enseñó mucho al interpretarlo. Si lo ves en perspectiva histórica, el General Ascencio tenía ciertos valores nacionales y de visión del bien común. Pese a su enorme corrupción y autoritarismo, mantenía cierta visión del bien común y de la patria.

20. En México, antes había proyecto de nación. Hoy hay proyecto de negocios.

21. Al abordar un personaje así, como el General Ascencio, debes mostrar al ser humano completo. Como actor no lo puedes estar juzgando ni lo puedes ver como un horror. Hay que meterse con el personaje para entenderlo. Esta actitud es la que te permite ver la gama de grises y no sólo el blanco y el negro. El General Ascencio me hizo entrar a ese mundo que siempre he rechazado.

22. Mi mamá me dijo una frase alguna vez que me guió de manera importante para interpretar al General Ascencio. La frase es la siguiente: "me impresiona esa gente que va por el mundo como si fuera el dueño. Hasta cuando los invitas a tu casa, se comportan como dueños". Esos personajes de la vida real que encarnan al General Ascencio, sintieron que hicieron al país y que México les debe lo que es a ellos. Era el sentir de los jefes revolucionarios.

23. Lo que se ve en Arráncame la vida del General Ascencio, que está inspirado en Maximino Ávila Camacho, hermano del expresidente Manuel Ávila Camacho, es una pálido retrato de lo que fue en realidad. Era de una tremenda desmesura.

24. Si me dices televisión, te respondo que es el medio de comunicación más potente por lo que debería ser responsable, y no lo es.

25. Yo me he alejado de la televisión porque no hay respeto ni amor por el oficio de la actuación. Mientras no se modifique el monopolio, esto no va a cambiar. Es un tema central porque atraviesa la comunicación del país. La Presidencia de la República decidió no moverle.

26. El amor juega un papel central en mi vida. Es mi primera motivación para vivir... darlo, recibirlo, recordarlo, mostrarlo. Sí, es la primera motivación. Le da sentido a mi vida.

27. Ahora que estoy en Chile están sorprendidos de que vuelva el PRI. Me preguntan si tenemos el síndrome de Estocolmo y por eso no podemos superarlo. En fin.

28. Lo que sí te puedo decir, es que la gente con la que estoy filmando hoy en Chile no ve a México tan mal como muchos de nosotros lo percibimos, con esto problemas de inseguridad y de guerra.

 



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