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Willy Sousa
Tenemos que pensar en México que podemos ser de primer mundo
Publicada en la Revista no. 103 el 15 de octubre 2008
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Por José Antonio Fernández F.

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Willy Sousa es el creativo, productor y director de las campañas publicitarias turísticas de México y del Reino de Arabia Saudita desde hace cinco años. En la idea creativa colabora también Guillermo Ríos.
Willy Sousa ha convertido a su casa productora, Industria Film, en una de las más importantes de México. Ha ganado muchos premios en México, en el Festival Pantalla de Cristal, y en el extranjero. Se le conoce ya en distintas partes del mundo. Ha realizado campañas también para hombres de fama internacional radicados en Nueva York, como Donald Trump y el diseñador
Philippe Starck.


José Antonio Fernández: Veo en tus instalaciones un gusto por la modernidad, por sentir que aquí en tu productora se vive el año 2008. El sillón en el que estás sentado podría estar en una bodega. Sin embargo, con un par de toques muy ingeniosos de diseño contrasta en la oficina y juega también a que se volvió moderno. ¿De dónde viene tu gusto por la modernidad, diría yo: por la ultra modernidad?
Willy Sousa:
Me gusta mucho la inteligencia de las cosas. Me gusta saber de la inteligencia que hizo que una lámpara fuera de cierta manera o una edición se realizara de una forma definida.
Yo soy muy visual y abro los ojos todo el tiempo. Las cosas me gustan o no. Mis oficinas son un reflejo de la calidad del trabajo
que hacemos. Me tardé dos años y medio trabajando en cada
detalle de esta oficina. Estudiamos las chapas, el piso, las placas, las lámparas. Pensé absolutamente en todos los detalles. Tuve unas peleas tremendas con el arquitecto. Nuestras oficinas son un reflejo de lo que me gusta.

Además, si aquí hacemos trabajos de primer mundo con tecnología de primer mundo, ¿por qué no hacerte sentir ese primer mundo también cuando estás en nuestras oficinas?
En México tenemos que pensar que podemos ser de primer mundo. Nosotros damos calidad internacional y eso queremos que se respire cuando entran a nuestras instalaciones. Acabamos de terminar unos comerciales para Pepsico de Japón. Cuando vinieron a ver los anuncios se quedaron maravillados al estar aquí con nosotros. Nos dijeron que se sentían en Miami o en Nueva York. Les respondí: están en México.


José Antonio Fernández: Te pido me hables un poco más de eso que llamas la inteligencia de las cosas.
Willy Sousa:
Me gusta mucho la inteligencia de las cosas.
Al decir inteligencia de las cosas, me refiero a cuando se nota que hay un trabajo detrás, como el que veo en tu programa del Canal 22. No lo haces ahí nomás, se nota el cuidado y la intención. Al igual sucede con el Festival que organizan (Pantalla de Cristal). Está pensado el cómo hacerlo.
Cuando compras un coche te das cuenta que lo fabricaron en forma ergonómica, que le ponen los controles junto al volante
y que está listo para equiparse con los adelantos de vanguardia. Ahí hay inteligencia emocional, de construcción y de diseño.
Una inteligencia dinámica.
Quien piensa en cómo resolver algo de la mejor manera, es alguien inteligente porque está utilizando su cabeza y también su amor, su cariño, su sueño.
Para mí esa persona es inteligente. Con nosotros trabaja una persona de mantenimiento, el señor Adolfo, que sabe hacer muchas cosas. Pinta, repara, hace detalles, cuida todo. Lo conozco hace 20 años. Su casa es modesta pero sumamente digna. Es un gran labrador de cantera.
En muchos sentidos es una persona inteligente. Alcanza a escuchar, a ver, a oler.
No escogí cualquier mesa para mi oficina.
Compré una de Philippe Starck que tiene un premio internacional de diseño. Esta otra lámpara tiene también un diseño brillante.


José Antonio Fernández: ¿De dónde viene esa actitud por apreciar la inteligencia de las cosas?
Willy Sousa:
Yo siempre he sido muy despierto. Mi infancia fue muy dura, debía estar muy atento con lo que sucedía a mi alrededor. Empecé a entender que hay cosas que te pueden marcar para siempre o que incluso te pueden costar hasta la vida.
Yo tenía familiares que eran bastante rudos.
Te confieso que de chico era muy travieso, me corrieron de 19 escuelas. Mi madre llegó a llorarles para que me recibieran. Te puedes imaginar que algunas de esas escuelas eran terribles.
Yo era demasiado travieso. Tanto que me regañaban hasta por lo que no hacía. Era increíble. Mi madre y mi familia la sufrieron mucho.
Soy hiperactivo. Siempre lo he sido.
Cuando estoy en cuaquier lugar pienso cómo lo hicieron, por dónde van los tubos y cómo funciona todo lo que veo.

José Antonio Fernández: ¿Alguna de las razones por las que te corrieron de una de esas 19 escuelas?
Willy Sousa:
Tengo un anecdotario interminable. Aclaro que siempre he sido travieso pero nunca he hecho cosas malas de otros niveles.
De una de las escuelas me corrieron el primer día que llegué a tomar clases. Me inscribieron y a las doce del día ya me habían corrido. El director habló a mi escuela anterior y de plano me dijo adiós ese mismo primer día. No duré ahí ni dos horas. Le dijeron que yo era tremendo. No quiso comprobarlo.
Yo era muy extrovertido y quería llamar la atención.


José Antonio Fernández: ¿Qué estudiaste?
Willy Sousa:
Yo creo que estudié Comunicación porque era la carrera más barca. No estoy en contra de lo académico, pero
nunca fui muy académico. Yo soy muy creativo.
Pienso que a México le falta una restructuración muy fuerte para que los estudiantes saquen mayor provecho de las escuelas y universidades.
Mi mamá me decía que estudiara para que de perdida fuera su mensajero. Ella tiene un despacho de contadores fiscales. Me prometió un coche si me inscribía a alguna carrera. Por eso me apunté a Comunicación.
Empecé la carrera en el Tec de Monterrey. Venía de la Martuche, una prepa de Polanco que era en verdad extraña. Quienes la conocieron en mi tiempo deben reírse ahora mismo bastante. Me daba clases una mujer guapísima, Belén. Era como tener clases con Dixy, la de Los Duques de Hazard. Le aplaudíamos todo lo que nos decía. En esa escuela estudiaban los corridos de todos lados, hasta los de La Banda de los Rolex.


José Antonio Fernández: ¿Cómo te fue en el Tec de Monterrey?
Willy Sousa:
En el cuarto semestre le dije adiós al Tec. Yo no pasaba mate uno, mate dos, mate tres ni mate nada.
Me cambié a la Universidad del Nuevo Mundo, que también es toda una historia. La pasé bien. Conocí gente y entré a trabajar a WFM. Para entonces yo era disc jockey de la discoteca Magic Circus. Me gustaba ir a la W.
Conocí ahí a Alejandro González Iñárritu y empecé a trabajar cosas con él. Hacía muchos promos.
Yo no cobraba un peso. Me servía el gafete de WFM para entrar a cualquier concierto, ese era mi pago.


José Antonio Fernández: ¿Y cómo te contactas por primera vez con el cine?
Willy Sousa:
Me tocó participar en un comercial de bicicletas cross. Yo fui campeón nacional de bicicross, que era la rodada 20.
Tengo fotos volando arriba de combis. Es toda una gran historia para mí. Hasta Laredo fui a comprarme una bici.


José Antonio Fernández: ¿Siempre has sido una persona tan activa?
Willy Sousa:
De chico trabajé hasta pintando tumbas en el panteón San Isidro. Ahí conocí a Don Berna, un señor que tenía una taquería. Con él iba al rastro.
En ese panteón recogía también bolas que se volaban de un frontón que colindaba con el terreno. Me pagaban dos pesos por bola.


José Antonio Fernández: ¿Te gustó el cine el día que hiciste el comercial de bicicross?
Willy Sousa:
En ese momento no me llamó tanto la atención aunque sí me gustó ver cómo trabajaban. Lo produjeron los de Síntesis.
Le empecé a tomar gusto a la cámara en la Universidad. De hecho, me fui a estudiar Cinematografía fuera de México.


José Antonio Fernández: ¿En dónde estudiaste?
Willy Sousa:
En Nueva York.
Antes había ganado un festival que organizó Arturo Velasco con Sabritas. Se suponía que el premio era estudiar en la Universidad de California. Fue un fiasco, nunca me dieron nada.
Mi mamá me dijo que si en verdad quería irme a estudiar fuera del país, me apoyaba. Le dije que sí. Busqué un lugar, viajé a Londres y apliqué para estudiar allá en la Escuela de Cine. Me aceptaron. A un mes de entrar me llamaron para decirme que tenían problemas financieros porque el gobierno les había quitado el respaldo. Ellos mismos me ofrecieron en ese momento entrar a la Escuela de Cine de Nueva York, en YU. Tenían reservados sólo diez lugares. Me dieron dos minutos para pensarlo.
Me dijeron que debía decidir en ese momento porque otros doscientos atrás de mí estaban esperando lugar. Dije que sí.


José Antonio Fernández: ¿Cuándo viajaste a Nueva York?
Willy Sousa:
Justo llegué a Nueva York el día del bombazo en el estacionamiento del World Trade Center. Estuve atorado en el puente de Brooklyn seis horas. Cerraron la ciudad.
Estudié en Nueva York casi dos años. Me gané una beca del Distrito de Nueva York por un mensaje que filmé. El contenido era cómo trataba la gente a la ciudad. Aparecía a cuadro una mujer con la cara pintada de Nueva York. La empujaban, la golpeaba un guante de box y le sucedían distintas cosas. Ella siempre sonreía. La acción del maltrato era acompañada por un texto que decía que así era como se estaba tratando a la ciudad de Nueva York. Que una ciudad digna debía tratarse dignamente, que trataras a la ciudad como a tí mismo.
La beca del gobierno me permitió estudiar en los Workshops de Maine. Me quedé ahí otros 6 meses. Crecí mucho en ese lugar porque tienen un equipo impresionante y relaciones con Panavision y todas las marcas. Tomé clases con Robert De Niro, Luca, el editor, y otros más.
Trabajé en la cafetería. El dinero que recibía lo usé para comprar más latas de película. Quería filmar más.

José Antonio Fernández: ¿En qué año regresas a México y cómo te fue al volver?
Willy Sousa:
Al principio fue muy complicado. Duro.
Debo decirte que regresas con miedo. Yo sabía hacer algunas cosas, fotografiar, iluminar, armar y desarmar las cámaras. Empecé como asistente de cámara. Trabajé con Salvador Ortega y también con Rafael Ortega. La verdad es que yo era un pésimo asistente de cámara. No me gustaba serlo. No me gustaba cargar la cámara, ni ponerle el magazine ni hacer foco. Era el peor foquista. Mi dato curioso es que colocaba la cámara para que se viera preciosa en el set, con sus maletas y todo el kit. Me vestía con mi camisa y mi chaleco certificado de Arri. Quien me veía pensaba que yo era el mejor asistente de cámara, cuando en
realidad no lo era porque no me gustaba.
Yo lo que quería era ser el fotógrafo, estar adelante. Sabía que tenía una maestría en cine y que podía con el paquete completo.


José Antonio Fernández: ¿Qué hiciste para convertirte en cinefotógrafo?
Willy Sousa:
Conocí a Hugo Avendaño que tenía el negocio de Telecasa. Me fue pidiendo que le hiciera algunos comerciales, que por cierto eran muy baratos. Con otros amigos hacía fotos. Sacaba fotos en un lavado de Tecamachalco, que era de Óscar Flores, en el que equipaban coches. Alguien por ahí me decía El Chambitas. Y es que eso hacía: chambitas.
Trabajé con Pedro Torres también.


José Antonio Fernández: ¿Qué hiciste con Pedro Torres?
Willy Sousa:
Yo iba a los Estudios América. Ahí conocí a Pedro Torres. Fui asistente del asistente, hasta chofer de Lucía Méndez. También me tocó ir por los hielos. No me pagaban. Pedro me debe una buena lana. Trabajé dos años con él. Sólo pedía que me dejaran estar en el set.
Conocí ahí a Pitipol Ibarra, que era un gran asistente de dirección. Cuando llegaba Pedro Torres al set, ya estaba todo resuelto para que el director se dedicara a dirigir.


José Antonio Fernández: ¿Y después de Pedro Torres qué siguió?
Willy Sousa:
Alejandro González Iñárritu me dio algunos promos de Canal 5.
Un buen día me pidieron ayuda para una filmación. No conseguían fotógrafo. Se trataba de filmar algo con Verónica Castro. Ahí conocí a José Alberto Castro. Los apoyé. Cuando terminó la filmación me preguntó cuánto me debía. Le dije que nada. Nos hicimos amigos en ese momento. Esa misma tarde me llevó a ver un foro en Cuajimalpa que quería echar a andar. Ahí nos hicimos socios. Mi mamá me apoyó de nuevo. Armé mi primera productora.
Habilitamos en tres meses el foro, compramos un Avid 8000 y un Softimage.


José Antonio Fernández: ¿Ahí ya tu idea era producir comerciales de televisión?
Willy Sousa:
Yo ya trabajaba para Televisa con Miguel Alemán Magnani, Alejandro González Ilárritu y Raúl Olvera. A González Iñárritu le edité muchísimas cosas, como su serie Detrás del dinero y cualquier cantidad de anuncios. Yo era su editor de cabecera.
Hicimos la estrella del Canal 2, la imagen de XHGC Canal 5, la del 9 también.
Producíamos toda la imagen gráfica de Televisa en Atomic, en Dallas. Yo veía todo lo que se gastaba. Era muchísimo. Fue entonces cuando le propuse a Miguel Alemán Magnani el que yo hiciera lo mismo pero en México, con mi equipo. Me respondió: si no te queda bien, no te pagamos. ¡Va!


José Antonio Fernández: ¿Le entraste a producir la imagen gráfica de Televisa?
Willy Sousa:
Por supuesto, hablé con mi socio, José Alberto Castro, y sin dudar le entramos.
Cuando le presentamos la primera campaña al Tigre Azcárraga, la que ya habíamos hecho completa nosotros con ediciones muy complicadas -en las que nos tardamos 6 meses-, el Tigre preguntó: ¿quién hizo esto?
Respondimos: nosotros. Nos regañó, nos dijo que eso no era para la gente de Televisa. Que estábamos mal. Se hizo toda una polémica. La verdad es que González Iñárritu logró convencerlos de alguna manera y consiguió hacer un cambio importante en la televisión mexicana, aunque a esa primera campaña al final le tuvimos que bajar un poco el tono propuesto.
Yo admiro a Alejandro González Iñárritu por todo lo que ha hecho desde WFM.

José Antonio Fernández: ¿Cuál es el primer comercial que realizas ya tú siendo el director?
Willy Sousa:
Fue uno del Centro Comercial Interlomas. Un amigo que tenía una pequeña agencia de publicidad me llamó. Les hice el concepto y nos dieron el anuncio. El comercial es muy bonito, quedó muy bien, pero la producción fue desastroza. Llegué al set con las rodillas temblando, Mi asistente de producción, Arturo Sastré, era terrible. La jefa de producción estaba amamantando al niño en el set. ¡Imagínate! Éramos una bola de inexpertos para producir. Todos llegaron a las 8, staff y talento, los del primer día y también los del día siguiente, eso fue una de las peores decisiones.
Mi fotógrafo, Salvador Ortega, me ayudó mucho en ese primer comercial. Me calmó y ayudó a poner orden. Hicimos una junta de dos horas y después empezamos a filmar.


José Antonio Fernández: ¿En qué momento sientes que te conviertes en el director Willy Sousa?
Willy Sousa:
Yo creo que eso no se da todavía y no se va a dar. Ya dejé de buscar ese reconocimiento.
Me gusta mucho lo que hago, estoy enamorado de mi oficio. Es algo extraordinario para mí.
Cuando tengo filmación me siento encantado. Los premios nos motivan mucho, cada vez que recibimos uno se lo comunicamos de inmediato a nuestros clientes. Eso significa que siempre tenemos cosas nuevas por hacer, que no hemos hecho todo ni sabemos todo.
Hoy rechazo dirigir comerciales que considero no debo realizar. Me invitaron a producir uno de cerveza. Les dije que no me gustaba la cerveza y que no veía el fútbol. Les propuse cambiar la idea.
No lo hice.

Más de lo que dijo Willy Sousa en la entrevista
(respuestas relacionadas con las campañas de México y el Reino de Arabia Saudita)

Después de dirigir la campaña publicitaria turística de México en el 2003, después de más de 170 días de filmación, sentí que dábamos un salto. Tener la cámara casi 6 meses todo el tiempo, me dio otra visión, otra seguridad. Esa campaña era ya otra cosa, era una campaña artística que por lo mismo se ha llevado más de 150 premios, entre los nacionales y los internacionales.

Las tomas logradas en la campaña de México del 2003 son muy estéticas, muy artísticas. Uno sólo de los anuncios de la campaña ha ganado más de 50 premios. Ha conseguido ser finalista 100 veces en festivales de prestigio en todo el mundo.

En Industria Film hemos hecho campañas para F6, que es un grupo inversionista internacional de primerísimo nivel. Es dueño de Pepsico.

Si nos dan presupuesto para una cámara, llevo tres. Si nos dan para una luz, llevo 5. Si me dicen un día, produzco seis.

Desde el 2002, el 95 por ciento de la imagen turística de México está hecha por nosotros, Industria Film.

En México la gente no perdona el éxito. Creen que hemos hecho chanchullo y por eso seguimos haciendo la campaña de México a lo largo de tantos años. Sin embargo, debo decirte que ya han cambiado tres secretarios de Turismo del 2002 para acá, 5 directores del Consejo de Turismo, cinco directores de Mercadotecnia, diez directores de Promoción y así puedo seguir. Nosotros siempre nos presentamos cuando hay cambios y mostramos lo que hemos hecho. Tenemos toda una infraestructura para producir las campañas turísticas. Somos expertos.
En alguna ocasión nos han cerrado la puerta.


En el Consejo de Turismo nos dan libertad total para producir. Por supuesto, hacemos nuestros planes junto con ellos de qué lugares vamos a visitar para ponerlos en pantalla. Nuestra libertad creativa es absoluta, lo que es altamente gratificante. Si a nosotros nos pagan diez, nosotros les damos veinte. En la nueva campaña de 2008, el contrato nos obligaba a filmar 110 días. Terminamos filmando casi 180 días y tenemos 40 por ciento más de material del que habíamos acordado. Nuestras jornadas de trabajo eran de 16, 18 y 20 horas. Sé que ellos lo aprecian, por eso nos llaman.

En las campañas turísticas utilizo cero modelos y cero escenografías.
Lo único que hago es dignificar los lugares y a las personas. No les quito la esencia. Sí busco gente que represente y que se vista también de forma que signifique y dé identidad.


La campaña del Reino de Arabia Saudita la empezamos en 2003.
Presentamos ya la del 2008 y vamos a realizar la de una nueva ciudad tipo Dubai, la de King Abdula, en donde harán grandes hoteles.


El Sultán del Reino de Arabia Saudita es muy sencillo y abierto. Me ha dado mucha confianza. Es el segundo hombre más poderoso de Arabia y dicen que es el verdadero hombre más rico del mundo. Soy sincero, muy franco con él. Incluso hasta puedo ser pelado y a él le da risa.

 

Lea más de lo que dijo Willy Sousa
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En Arabia Saudita arrancaron ya con un proyecto para desarrollar ingresos de otras fuentes que no sea el petróleo. Se están preparando para cuando el petróleo llegue a su fin. Una de las industrias que levantan es la turística.

Cuando consideraron en el Reino de Arabia Saudita hacer una campaña turística a nivel mundial, coincidió que asistieron a España a un congreso turístico. Ahí vieron nuestra campaña de México y se pusieron en contacto con nosotros. Fue curioso: me mandaron un correo diciendo que nos querían contratar. Yo pensé que era una broma de un amigo de nombre Jesús. Les respondí diciendo que dejaran de bromear. Les dije: ya Jesús, ponte a trabajar. De inmediato me mandaron otro correo diciéndome dos cosas: que cómo les decía Jesús y que la oferta de hacer su campaña era verdadera. Tomé en serio su respuesta. Viajé a Arabia para una presentación. La idea inicial era que yo me quedará allá siete días. Me quedé noventa días, no me dejaron salir. Me dieron todas las facilidades y absoluta libertad creativa. Me dijeron una frase que me convenció para quedarme: no me digas que no puedes, dime qué necesitas.

Fue una verdadera aventura producir la primera campaña de Arabia Saudita. Fue muy difícil porque allá todo es diferente, hasta el enchufe de la luz. Todo, absolutamente todo es distinto. Me llevé 18 toneladas de equipo de México y también 32 personas, que es todo mi equipo de producción.

Cuando el Rey de Arabia Saudita vio la campaña terminada, me llamó y me dijo: ¿en dónde filmaste eso, Willy?. Le respondí: en el Reino de Arabia Saudita, en su Reino. Entonces me contestó: es una lástima que mis ojos no puedan ver los que tus ojos sí ven. Te agradezco. La frase del Rey me entró unos diez minutos después. Me emocioné muchísimo. Muchísmo.

En Arabia Saudita son muy duros para el dinero. Defienden lo suyo. Y te puedo decir que también tienen grandes detalles.

El Rey falleció. Yo sigo teniendo muy buena relación con el Sultán, incluso me manda correos de bromas. Tengo sus datos directos y soy de las pocas personas que tengo la posibilidad de tener contacto directo con él. Es el primer ser humano no astronauta que subió al espacio. Siempre me pide que siga trabajando duro para que lo sorprenda.

Me alejé de los comerciales clásicos y concentré mi trabajo en las campañas turísticas de México y del Reino de Arabia Saudita.

Yo soy muy visual. Me gusta cuidar todos los detalles. Cuido todo, todo es todo.

Hice antes muchos videoclips, más de cien. De Luis Miguel, Talhía, Christian Castro, Los Tucanes, Verónica Castro, Flans, Mijares y muchos artistas más. Me agoté. También hice muchos comerciales y al final de esa etapa no estaba a gusto. Creo que los comerciales son hoy un gran product shot. Pasas horas y horas moviendo un producto a cuadro apenas unos milímetros, y eso es realmente agotador y no tiene sentido. Hice comerciales en los que peleamos horas por un popote que aparecía en tercer plano. Es un absurdo.

Hago comerciales cuando la marca tiene espontaneidad y puedo ser creativo.

En los anuncios de Arabia Saudita y México no contrato modelos, busco la gente del lugar y lo que está en el sitio lo pongo a cuadro. Nosotros hemos encontrado una estética. Nuestras imágenes están por todos lados, las he visto en todos los canales. Incluso nos están copiando ya nuestro estilo. Hace como un año nos hablaron de una telefónica para que hiciéramos unos comerciales inspirados en nuestras campañas de México. Cuando llegamos a la junta había otras tres casas productoras. Les dije: cuando quieran comprar un Mercedes, vayan a la agencia Mercedes nada más, no veo sentido que quieran comprar un Mercedes a la BMW, Volkswagen y a bicicletas el Farito. Esa junta fue un absurdo: nosotros compitiendo con otras casas productoras para producir un anuncio inspirado en nuestro estilo. Al final esos anuncios no los hicimos nosotros.

Soy sumamente técnico. Todo el equipo es nuestro. En nuestra casa productora, Industria Film, todo es detalle. Conozco cada tornillo que hay en nuestra oficina. Hemos comprado el equipo con todo cuidado sabiendo para qué lo vamos a utilizar. Sé cómo se arma y desarma una cámara, qué filtros tengo.

Cuando compramos la cámara Phantom, que corre a mil cuadros por segundo, sabía muy bien cómo la íbamos a utilizar. Fue la segunda del mundo en operación, la primera sigue siendo de ellos, de los fabricantes, porque es el prototipo. La Phantom no estaba en su punto cuando la adquirimos para ser utilizada en el mundo del cine y de los anuncios. Cuando les dije que me la llevaría cien días para filmar 18 horas diarias, primero se espantaron y luego terminaron interesándose y se pusieron a trabajar. Nos costó mucho trabajo sacarle jugo pero finalmente lo conseguimos y hemos logrado imágenes extraordinarias con la Phantom. Los fabricantes nos hicieron actualizaciones al programa cada dos días. Les hablábamos y nos daban soluciones. Fue genial la experiencia.

Yo tenía la intuición de que la Phantom enriquecería nuestra propuesta estética. Uno de los anuncios de México nos ha dado más de 50 premios, es una referencia en el mundo, y nos abrió todas las puertas con Arabia Saudita, Phillipe Starck, Grupo F6, Donald Trump, Canadá, Perú y más.

En la Phantom yo vi la posibilidad de darle vuelta a algo que hemos sabido hacer muy bien. Es muy complicado hacer algo mejor, porque sé, y lo digo modestia aparte, que lo que hemos producido para México y para Arabia Saudita es extraordinario. No es fácil superarlo, por eso siempre estoy buscando nuevas ideas y nueva tecnología que nos ayuden a enriquecer nuestra propuesta estética que sí, como me dices, tiene un estilo totalmente definido.

Me encanta el angular. Trabajamos mucho con el 10 y ahora también con el 8, que por cierto el que conseguimos no distorsiona.

Apunto notas en cuadernos. Tengo ya como treinta. Todo lo que pienso sobre el proyecto que trabajo o el que voy a empezar, lo escribo para no olvidarlo.

Le doy mucha importancia a la música. Por ejemplo, en el caso de la campaña de Arabia Saudita Enrique Romo estuvo allá dos meses para crear una música que tuviera que ver con el país.

Fue todo un logro el que nos aceptaran que la campaña de Arabia incluyera al inicio una mujer cantando, porque la mujer allá tiene un papel distinto. Y todavía más: el video muestra mujeres a cuadro y sonriendo a la cámara. Eso es todo un acontecimiento. Nunca antes había sucedido. Le dije al Sultán que había mujeres bellísimas en Arabia y que la pureza se ve en la sonrisa, en los ojos, en la expresión. Le dije que si quería no les quitaba el velo del rostro, pero que no se vería su expresión. Me permitió hacer lo que yo pensaba.

La música de la primera campaña de México la hizo también Enrique Romo con X Cosa. La de la campaña más reciente la estamos produciendo con más de 40 músicos. Tiene toques mexicanos. Es una música grandiosa operística. Es densa, recuerda a los cantos gregorianos. Es también intimidatoria, lo que significa que el espectador se pregunta qué le van a mostrar con esa música. Si escuchas esta música con los ojos cerrados te imaginarás de inmediato muchas cosas.

Nos hemos mantenido cinco años produciendo las campañas de Arabia Saudita y México y creo que los hemos conseguido porque estamos muy motivados. En el trayecto nos hemos encontrado con un camino muy largo, con triunfos y derrotas. Esto es como el juego de Donkey Kong, que en el camino se te aparece de todo y tienes que librar cualquier cantidad de obstáculos que te llegan por todos lados. Nosotros tenemos mucho amor por lo que hacemos. Siempre hay que tener gusto por lo que haces.

Hay que tener siempre el espíritu hasta arriba, hay que levantarse con ganas todos los días y eso sólo se consigue cuando lo que haces te gusta y te gusta mucho.

Yo tuve una infancia durísima que me llevó a tener problemas muy fuertes y a no entender ni qué hacía. Viví con mi madre hasta los 27 años y ella me mantenía. Un día me dije: esto está mal y entonces tomé un camino de búsqueda. Mi madre fue madre soltera, yo nunca conocí a mi padre. Un día un cliente me dijo que había conocido a mi papá y que le había simpatizado mucho. Me lo dijo para acercarse a mí. Le respondí que me presentara a mi papá, porque yo nunca lo he conocido. Le dio risa y pena a la vez.

La figura masculina que llegó a ayudarme y a apoyarme para que yo me entendiera, es un gran humanista. Se llama Eduardo Gómez Tagle. Me ayudó a ver muchos caminos. Tuve un contacto de reflexión con él de casi siete años. Me decía: si te sientes mal, conversemos y descubre por qué.

Mi madre tuvo también una vida muy complicada al ser madre soltera. Trabajó muy duro y salió adelante. Me ha apoyado siempre. Me ayudó mucho económicamente pero no fue suficiente para mí porque yo tenía un vacío muy fuerte, de esos que te hacen llorar de noche. Yo no sabía cuál era mi problema. Todo se me iba en cosas materiales. Me pasó lo de los guajolotes, que se me llenó el buche y ni así estaba bien. No me dejaba nada ser tan boracho, andar de desmadroso y tener una vieja y otra y otra. Tuve un vacío tremendo. Entonces fue cuando me metí a una búsqueda. Mi encuentro para mí es una búsqueda. Hay que sentarse para tratar de encontrarse, que estar en paz. No es fácil, porque hay mucha presión social con preguntas como dónde vives. quiénes son tus amigos, qué reloj traes, cuál es tu coche y todo eso.

Hoy vivo muy en paz. Hasta lloro cuando veo nuestros trabajos terminados.

Mi ciclo de hacer Telecasa terminó, al igual que el de producir videoclips y comerciales. Veo también que está concluyendo el de hacer campañas turísticas. Me está empezando a llamar el mundo de las películas. Busco ya las conexiones y las fórmulas para producir cine. Tengo ya historias para cine y para televisión. Con Carlos Alcocer trabajamos un guión muy polémico. Sé que el negocio del cine es muy difícil en México, pero para allá vamos.





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