Untitled Document
Por José Antonio Fernández F.
Le recomendamos leer también otras entrevistas de José
Antonio Fernández con figuras de la radio y la televisión, como:
Carmen
Aristegui,
Javier
Solórzano, Carlos
Loret de Mola, Denise
Maerker, Ciro
Gómez Leyva,
Sergio
Sarmiento, Eduardo
Ruíz-Healy, Oscar
Mario Beteta y Adela
Micha.
Ernesto Lammoglia es el psiquiatra que más ha logrado influir en la
opinión
pública de México. Desde su cabina de Radio Fórmula y
Telefórmula, todos los días estremece a cientos
de miles de radioescuchas y televidentes con su personal estilo de ejercer
la psiquiatría públicamente.
Lammoglia no se tienta el corazón para descubrir ante su auditorio a los
mentirosos y a los que no se atreven a reconocer su alcoholismo o su drogadicción.La
clave de su estilo es que habla con conocimiento de causa, porque es un psiquiatra
criminalista verdadero, no un charlatán. Los que se animan a llamar a
su programa (Lammoglia, la familia y usted), que se sintoniza en el 970 de AM
de 10 a 1 de tarde, de lunes a viernes, y seve en Telefórmula por las
noches,no serán escuchados por un consejero dedicado a dar “bonitas
palabras de aliento”. No.
Lammoglia no es jamás un confesor complaciente ni tampoco un motivador
sistemático, es un psiquiatra que le dice la neta
a quien le llama. Cuando detecta que quien le habla encubre su
alcoholismo, lo manda a beber. Igual sucede con los drogadictos que no se atreven
a decir la verdad. Y cuando los hombres o mujeres que le llaman justifican el
cinismo, la infidelidad o el maltrato que les da su pareja, Lammoglia deinmediato
las manda a seguir aguantando al masacote (es su calificativo más famoso:
describe al hombre inútil que permanece
dentro de la casa, no ayuda en nada y sin embargo sigue dominando y haciéndole
la vida imposible a su pareja y a toda la familia). Lammoglia se inició como
psiquiatra en el Tribunal para Menores. En ese entonces, a finales de los sesentas,
publicó
una gran cantidad de artículos alertando al gobierno y a la población
sobre el problema de las drogas. De eso hace ya más de
30 años. En los setentas fundó el primer Grupo de Alcohólicos
Anónimos de México. Hoy sigue apoyando como nadie a los grupos
de autoayuda (alcohólicos, neuróticos, comedores compulsivos, drogadictos
y adictos a las relaciones destructivas). Desde que terminó sus estudios
de Medicina en el Instituto Politécnico Nacional, ha buscado por todos
los medios posibles dar difusión a los trastornos de salud mental.
En buena parte, por su trabajo hoy decenas de miles de personas en México
y el sur de Estados Unidos, hasta donde llega la señal de Radio Fórmula,
están conscientes que su vida puede cambiar y ser mejor, y que sus problemas
para controlar su conducta o para que la controlen sus seres queridos, puedenatenderse,
aunque desafortunadamente no tengan curación. Sólo se controlan.
Lammoglia también se da tiempo todos los días para hablar siempre
de política y de los políticos de una manera peculiar. Le gusta
hacer sarcasmos sobre los poderosos, en los que descubre cómo abusan y
hacen un pésimo uso del poder.
José Antonio Fernández: ¿Por qué decidió ser
psiquiatra?
Ernesto Lammoglia: Fue una decisión absolutamente
personal.
A los 9 años de edad, en Orizaba, Veracruz, mi ciudad de origen, fui testigo
presencial y luego de cargo (para ratificar mi testimonio) del homicidio de un
líder sindical de la industria del cine. Fue una época en la que
los dueños de las grandes cadenas de cine, en contubernio con algunos
sindicalistas, asesinaron en varias partes de la República a dirigentes
de un movimiento democrático.
A mí me tocó presenciar el asesinato de uno de los líderes
en Orizaba, Veracruz. A partir de ese primer contacto con la violencia, yo desarrollé lo
que hoy sé que se llama
estrés traumático, que tiene un componente depresivo. Para mí fue
tremendo en esa época. Como yo nunca había ido al cine y no había
televisión, hablo de 1949, jamás había visto un asesinato.
Además, yo había sido un niño muy acogido y protegido. En
mi familia no había problemas de violencia ni malos tratos.En ese entorno,
el haber visto el homicidio multiplicó su efecto.
José Antonio Fernández: ¿Cuál fue su reacción
como niño?
Ernesto Lammoglia: Aunque yo era tímido y callado, mi mamá se
percató de que algo me sucedía porque yo no quería poner
un pie en la calle. Por pertenecer a una familia de médicos, me llevó con
un psquiatra, el Dr. Víctor Manuel Concha, que era el único del
estado de Veracruz. Una vez terminé mi terapia, salí con la impresión
de que eso era lo que yo quería ser de grande: psiquiatra. No sabía
cómo,
pero eso era. La idea de mi mamá era que yo estudiara arquitectura o que
fuera pintor, y mi papá quería que yo fuera
una especie de pianista de cabaret y padrote. Él presumía de ser
bohemio.
Mi mamá me decía que no fuera médico porque trabajaban mucho
y se morían jóvenes, como mi papá y mi abuelo.
José Antonio Fernández: ¿Cómo
vio el asesinato?
Ernesto Lammoglia: Regresaba por la noche de la
escuela, de una clase de inglés
a la que me forzaban a ir. En la calle hubo un apagón y a dos o tres metros
de distancia de mí, dos tipos enchamarrados le dieron tres balazos
a un muchacho en la puerta de su casa. Su mamá salió a auxiliarlo,
y él, todavía vivo, le dijo a su madre que lo habían matado.
Segundos después pasó un gendarme, pero no logró atrapar
a los asesinos. Mi papá, obviamente,
por su manera de ser, fue con el chisme y dijo que yo había visto todo.
Me llamaron a declarar y con mi
información pudieron detener a los homicidas. El policía salió de
prisión porque
se aclaró que él no había tenido nada que ver. Unos cuantos
días después, me carearon con los asesinos. Yo tenía mucho
miedo de que me fueran a matar.
José Antonio Fernández: ¿Después
viene la intención de estudiar medicina?
Ernesto Lammoglia: En esa época yo era scout. Quien era nuestro
master scout intentó abusar sexualmente de varios de nosotros. Quiso masturbarnos.
Se lo hice saber de inmediato a mi papá, que sin más, casi mata
al tipo.
José Antonio Fernández: ¿Cómo
fue el intento?
Ernesto Lammoglia: Me abrió la bragueta y me trató de manipular.
A mí me dio miedo, me quité y me salí del lugar.
José Antonio Fernández: ¿Y cómo
se da la decisión
de ser psiquiatra? ¿Tienen influencia estos dos hechos tan difíciles?
Ernesto Lammoglia: Yo creo que sí. Algo adicional de entonces,
fue que como me veían el más inofensivo -por mi timidez, por chiquito
y por ser muy callado-, tanto mis amigos como las novias de mis amigos me contaban
sus confidencias. Como yo no hablaba, resulté ser el perfecto confidente.
Era una vacinica excelente para que depositaran lo que quisieran.
Desde niño soy un observador paciente. Puedo pasar horas observando. Además,
soy lector. Leo mucho, desde siempre. Soy curioso y muy preguntón.
Ya en la carrera de Medicina me fui encaminando a la psiquiatría. Yo lo
intuía y me lo decían mis compañeros y maestros. Éramos
19 en mi generación, por lo que se daba la oportunidad de establecer un
trato más
personal con los profesores.
José Antonio Fernández: ¿Estudió en
la UNAM?
Ernesto Lammoglia: Después de mucho años de gozar una situación
holgada en mi casa, tuvimos una fuerte crisis económica en la familia
que me llevó a estudiar en el Instituto Politécnico Nacional.
José Antonio Fernández: ¿Cómo
se da su acercamiento a los medios de comunicación?
Ernesto Lammoglia: Desde muy chico escribo y toco
el piano. En primero de primaria escribí una composición inspirada en Miguel Torri, con la que gané un
concurso. Cuando estaba en la vocacional, hicimos un programa de radio en el
que yo tocaba el piano, cantaba y también la hacía de locutor.
Tiempo después, cuando salí de la carrera, empecé a publicar
muchos textos sobre psiquiatría, en especial sobre adicción a las
drogas. Yo quería darle difusión a todos los tratornos mentales
porque sé que la gente necesita información sobre estos problemas
para enfrentarlos, en tanto llegan a ser muy graves y de muy difícil manejo.
Además, tuve dos maestros extraordinarios, los doctores Guillermo Calderón
Narváez y Héctor Miguel Cabildo y Arellano,
que fueron los responsables de poner en marcha los hospitales de salud mental
en México, que sustituyeron a La Castañeda. Yo hice la última
guardia de La Castañeda. Ahí está mi firma en los libros.
Estos dos maestros creían en la salud mental como parte de la higiene
mental de la comunidad. Yo creo en esa idea y por eso tengo registrado mi consultorio
con ese nombre: Higiene mental de la
comunidad. Su concepto era practicar la prevensión en la psiquiatría.
Para ello había que hacer una revisión de las condiciones sociales,
culturales y del ambiente familiar para, en su caso, tomar medidas a tiempo y
prevenir incluso depresiones y otros trastornos.
Y como en medicina sabemos que la primera acción que debemos tomar para
prevenir enfermedades es dar información, entonces yo me interesé por
la difusión
desde que estudiaba la carrera y no he dejado de publicar artículos y
libros y de tener contacto con los medios. Soy consecuente con lo que pienso.
Si queremos que la gente deje de enfermarse del estómago, hay que difundir
en los medios que es indispensable lavarse las manos. Igual sucede con los trastornos
mentales, hay que hablar de ellos para que la gente conozca más sobre
estos problemas, los identifique y pueda actuar en consecuencia.
Lo que pretende la higiene mental es informar sobre la salud mental y dar a conocer
algunas medidas preventivas. Hay problemas como el mongolismo, que se puede detectar
de dónde viene cuando
es afectada toda una comunidad por ese mal.He publicado muchos artículos
sobre adicción de drogas desde finales de los sesentas y los setentas.
Es un problema que ya se veía venir y ha crecido muchísimo.
José Antonio Fernández: ¿Cuá fue
su primer trabajo como psiquiatra?
Ernesto Lammoglia: Por el asesinato que me tocó presenciar, busqué trabajar
de inmediato en el Tribunal para Menores. Quería saber por qué se
daba la violencia a ese nivel, por qué roban y asesinan. Tuve entonces
oportunidad decolaborar con el doctor Gilberto Bolaños Cacho, que dirigía
el Tribunal, y con Alfonso Quiróz Cuarón, un criminólogo
muy famoso al que le mataron a su padre cuando estudiaba el quinto año
de medicina, razón por la que se cambió a estudiar
Derecho con el deseo de hacer justicia. Influyó en forma determinante
para que otros compañeros
y yo profundizáramos en la
criminología, que es distinta a la criminalística.
La criminología estudia al delincuente, su personalidad y el por qué
cometió el delito. En esa época publicamos muchos artículos
sobre delincuentes. Cuando empezaron a leer lo que publicaba, me llamaron de
varios lugares. El entonces Secretario de Gobernación, Mario Moya Palencia,
me invitó a ser su asesor.
José Antonio Fernández: ¿Cómo es que contactó tan
rápido con el Secretario de Gobernación?
Ernesto Lammoglia: El 68 acababa de pasar y ellos
querían saber
por qué los jóvenes habían salido a la calle a protestar.
No había entonces
expertos en adolescentes. Sólo existían dos médicos que
sabían
del tema, uno en el Hospital Infantil de México y yo, que entonces empezaba
mi vida profesional. Hicimos literatura sobre el tema de los jóvenes,
las drogas, el crimen y las adicciones. La
información que publicábamos era sobre lo que sucedía en
México en ese momento.
En ese tiempo también trabajé para la Comisión de Box. Fui
psiquiatra de Ultiminio Ramos y de El Púas, Rubén Olivares. Me
tocó no sacarlo del box. La Comisión quería que dejara el
boxeo, porque era drogo y alcohólico.
José Antonio Fernández: ¿A usted
le gusta el box?
Ernesto Lammoglia: No, a mí no me gusta, pero para El Púas
era su vida.
José Antonio Fernández: Usted apoya siempre a los grupos de Alcohólicos
Anónimos, neuróticos, comedores compulsivos y de adictos a las
relaciones destructivas. ¿Por qué lo hace?
Ernesto Lammoglia: Yo soy custodio del primer
grupo de Alcohólicos
Anónimos
que se fundó en México. Cuando en Estados Unidos Bill W fundó el
primer grupo de Alcohólicos Anónimos
del mundo, invitó a Rockefeller para que fuera su custodio. Se invita
como custodios a los grupos AA, a personas con ciertas características
que puedan respaldar al grupo y le den difusión en la sociedad.Como custodio,
eso es lo que yo hago con el grupo de Alcohólicos Anónimos.
Por cierto, Rockefeller no era alcohólico. Estos grupos son gratuitos
y pueden ser muy efectivos.
José Antonio Fernández: ¿Cuándo
hizo radio por primera vez?
Ernesto Lammoglia: A mí me invitaron en varias ocasiones a distintos
programas para que hablara sobre estos temas. Luego hice un programa de televisión
con Marga López y Toño Sánchez Galindo, que se llamaba Luchemos
Juntos. Después colaboré en otro en Canal 13, que se llamó Ser
joven.
Por ahí de 1978, uno de mis pacientes, Carlos, que era periodista de radio,
me llevó a una mesa con Gutiérrez Vivó a Monitor. Cuando
terminó mi participación, Gutiérrez Vivó habló conmigo
y me invitó a hacer un programa, martes y jueves, que se llamó Por
su salud, y también me invitó a
colaborar todos los viernes en su noticiero para hablar de trastornos mentales.
Mi participación en los medios se da porque estoy convencido de que es
necesario difundir información sobre los trastornos
mentales a la mayor cantidad posible de gente. Es indispensable.
José Antonio Fernández: Usted tiene una facilidad para comunicarse
con el público. ¿En dónde está su secreto para conseguir
esa comunicación?
Ernesto Lammoglia: Quizá son dos cosas. Primero, hablo de mi experiencia
personal. Es algo que no está sujeto a controversia y le da confianza
a quien me escucha. No me importa lo que tenga que decir de mí, lo digo
sin mayor problema.
Lo segundo, es que observo la expresión de la persona con la que estoy
hablando. En televisión esto es más complicado, porque hay muchos
distractores de los camarógrafos y de las personas que están en
cabina. Yo me guío por los espectadores que tengofrente a mí. Por
ejemplo, hoy me di cuenta que algo estaba haciendo mal, porque vi a dos chicas
en cabina haciendo crucigramas.
José Antonio Fernández: Usted tiene una fama, muy bien ganada,
de ser durísimo con los radioescuchas que le llaman para contar sus problemas
al aire. Los puede mandar a beber y hasta a suicidarse (cuando ellos le dicen
que se quieren sucidar).¿Por qué es tan duro con quien le llama?
Ernesto Lammoglia: Hay dos razones. Una de ellas
viene de una estrategia terapéutica,
que se llama logoterapia, en la que una de las armas fundamentales es utilizar
la técnica de la
intención paradójica, que consiste en invitar a las personas a
hacer lo que no quieren hacer. Yo mando a beber a la gente. Es la técnica
que se usa en el Grupo 24 Horas de Alcohólicos Anónimos.
Y la segunda razón, es porque coloco a la persona al borde, despojando
sus síntomas de todos los adornos. Pongo un ejemplo para explicarme: a
mí me tienen que operar del
oído en unos días. Esa operación la necesito desde hace
tiempo y ahora ya es indispensable para mí. Yo puedo darle un tono trágico
o melodramático
a esa operación y convertirme en una víctima. El hecho real es
que me tengo que operar. Punto. No hay más. Lo que debo hacer como psiquiatra
es quitarle todos los adornos a las narraciones de los pacientes para encontrar
el fondo. Por eso, si a mí me dicen que se van a matar, los mando a que
se maten, y les digo que se den diez puñaladas porque con una no les va
a pasar nada. O les recomiendo que no se tiren al Metro porque van a armar un
desmadre en la ciudad. En realidad, todo eso que me dicen son adornos, mi objetivo
es encontrar el problema real.
Mi programa es como una sala de urgencias médicas, en donde el tiempo
vale oro. Si yo me quedo en los adornos y apapacho a los pacientes, estoy mal.
Como sé que será la única
vez que hable...
Más de lo que dijo Ernesto Lammoglia
en la entrevista (respuestas relacionados con la manera de tratar
a quienes le llaman al programa)
• Yo sé que cuando tengo una conversación al aire con un radioescucha
en la que explica su problema, nunca más la volveré a tener. Por
eso aprovechó esa conversación para mandarle un mensaje a esa persona
y también a los demás que nos están oyendo. Los otros radioescuchas
pueden ser mucho más receptivos porque no estamos hablando de ellos. En
cambio, el radioescucha que llama puede ser resistente a oír porque el
tema es él.
• No sé a cuánta gente le sirve mi programa de radio. Si no
le sirve a nadie, al menos estoy seguro que para mí sí es benéfico
lo que ahí se dice. Para mí es un servicio, es parte de mi vocación.
• Por la soledad
en la que se vive hoy en las ciudades, mucha gente se atreve a llamar por teléfono
a un programa de radio para contar sus más
graves problemas. Antes existía el patio de vecindad y la calle, en
donde la gente convivía y se enteraba. Hoy ya no existen esos lugares
de convivencia, o cada vez son menos. La gente llama a la radio, cuenta sus
cosas y lo hace en forma totalmente anónima. La mayoría dan
nombres y teléfonos
falsos. Mi programa es como un confesionario, pero más privado.
• Sí los cacho con facilidad cuando mienten, porque ahí juego
mi papel de criminólogo. En criminología partimos del hecho de
que el delincuente siempre va a decir mentiras. Todavía no conozco
uno que diga la verdad.
Cuando los tengo enfrente y me dicen mentiras, les digo una frase llena de
eufemismo: ¡no
mames, cabrón!
• No siempre el que habla al programa para
contar sus problemas, miente. No es una regla, en ocasiones llaman diciendo la
verdad y quieren saber de qué manera
salir de sus conflictos. Con la experiencia que me ha dado la criminología,
sí me percato fácilmente de los que mienten.
• Quien llama
al programa para contar sus problemas y miente, sé que
sus objetivo es maquillar el asunto y excluirse de la responsabilidad. No
saben voltear su dedo índice. Señalan como culpables a todos los
que pueden, pero son incapaces de señalarse a sí mismos para decir
cuál es su responsabilidad en su problemática.
• El mayor disfraz que puede ponerse una
persona a la hora de tratar sus conflictos, es culpar a todos los demás menos a ella. Es común
que suceda en todas las terapias. Se da una resistencia de las personas para
hacerse responsables de su comportamiento.
• El momento más impactante que he vivido en mi programa de radio,
fue cuando habló una señora para contar cómo y por qué había
matado a su hermano. Él había abusado sexualmente de su hija y
ella cobró justicia por su propia mano. Ese día sentí por
primera vez la alta responsabilidad que tengo al hacer el programa de radio.
Sabía que tenía una responsabilidad profesional, pero no había
advertido la dimensión de esa responsabilidad y lo peligroso que pudiera
ser dar mala información a los radioescuchas.
Yo me asusté. Le sugerimos que se entregara, pero no lo hizo. Desde el
punto de vista de la filosofía criminal, hay acciones en las que un sujeto
puede privar de la vida a otro con razón, como sucede en la guerra o
en...
Otras 31 respuestas del Dr. Ernesto
Lammoglia,
publicadas en exclusiva por CANAL100.com.mx
1.- Desde el
punto de vista de la filosofía criminal, hay acciones en las que un
sujeto puede privar de la vida a otro con razón, como sucede en la
guerra o en defensa propia.
Le dimos la razón a la señora desde
el punto de vista de la filosofía criminal, que es muy distinta a la
criminología y al derecho. En una
situación en la que han abusado, violentado y aniquilado la vida de
un hijo, desde el punto de vista de la filosofía criminal estaría
justificado el cometer un homicidio, aunque la ley lo castiga. Lo que no está justificado
es el perdón. Si se perdona a un ofensor de esa magnitud, quien perdona
se convierte en su cómplice. No hay derecho a perdonarlo. La ofensa
es gravísima.
2.- En la terapia sistémica familiar,
quien pide el perdón se coloca
por debajo de la persona que lo va a perdonar. Si una mujer otorga el perdón
a un señor por una infidelidad, ella se coloca en un plano superior,
y eso desequilibra la relación. La señora debe desquitarse, con
el método que ella prefiera, ya sea cruzando las piernas o poniendo
pegamento al pene. El método ella lo elige. Si perdona, la relación
se vuelve dispar y se convierte en la perdonavidas, la chingona, la que tiene
el poder.
3.- El perdón tiene que volver a examinarse,
porque es mejor el desquite. El desquite, como el odio, va dirigido de manera
muy directa y personal. Cuiando se da el desquite, se acaba el asunto. En cambio,
cuando se contiene el desquite, se convierte en resentimiento y eso sí puede
llegar a todo.
4.- Nunca recomiendo el perdón a los
radioescuchas porque a mí me
preocupa, y mucho, el resentimiento.
De hecho, el resentimiento puede llevar al crimen.
5.- Si yo le digo a algún radioescucha
que deje a su pareja, sé que
no lo va a hacer, y en el caso que decida dejarla, sé que es una decisión
que había tomado ya hace muchos. Yo en 20 minutos no puedo convencer
a nadie para que abandone a su pareja o para que deje el alcohol.
6.- Constantemente bombardeo al público
diciendo que soy ateo. Cuando lo digo, sé que reafirman sus
conocimientos. El desafío
hace que el otro busque. Cuando le digo a alguien que se separe, el otro busca
qué va a hacer. Lo obligo a pensar.
7.- Es muy importante que la gente conozca cuál
es su linaje paterno y materno y también cuál es su linaje cultural.
Si entendemos nuestra identidad, nos sentiremos más seguros. Una característica
de los mexicanos es que rechazamos nuestra identidad. Hay quienes rechazan
la parte indígena y otros la parte española, y muchos más ambas.
La búsqueda
de nuestra identidad nos ayuda a reafirmar nuestra identidad, por eso siempre
aprovecho para incluir información de política y de nuestra historia
en mi programa.
8.- Hay que buscar que los
jóvenes participen y vean
que tienen una responsabilidad política y social. Hoy los jóvenes
han orientado sus miras hacia el hedonismo irracional.
9.- Ver sólo la célula lleva a
tener una visión unicelular.
Lo interesante es ver cómo esa célula forma parte de un tejido
y sirve para algo, y ese tejido funciona al formar parter de un órgano,
y el órgano es parte funcional de un organismo y a su vez el organismo
interactúa con otros organimos en un medio ambiente. En nuestros tratamientos
buscamos que cada persona vea este esquema. No podemos pensar que mi familia
es todo y lo más importante. Es necesario hacer conciencia de que hay
un entorno y muchas otras familias en el mundo. Pero el sistema ha conseguido
desarticular el sentido comunitario y el tejido social, y nos han hecho creer
que lo importante es sólo mi familia, y ya nos chingamos.
10.- Si ejercemos nuestros derechos ciudadanos,
vamos a cambiar a la sociedad. Si seguimos esperando que sean los gobernantes
los que cambien al país,
seguiremos en el sistema autoritario, patriarcal y patrimonialista. El punto
es reconocer que la familia forma parte de un tejido social y entonces podemos
reconocer también que formamos parte de una comunidad. Si no entendemos
esto, jamás vamos a formar un país.
11.- Los políticos
no me consultan. Yo tuve gran admiración con
María Esther Zuno de Echeverría y la tengo por Marcela Ibáñez,
mi mejor amiga, quien fue esposa de Mario Moya Palencia. Ellas confiaron en
mí, no ellos.
12.- Yo me desplazo con mucha tranquilidad en
el mundo de lo femenino y no en el masculino, no sé manejarlo.
13.- El día que dejó de salir mi
programa con Paty Kelly sucedió lo
siguiente: en la madrugada de ese día me había llamado mi hija.
Me dijo que su vecino de junto, que era un diller (distribuidor) de droga estaba
golpeando a su hija y esposa. Me pregunto qué hacía. Le respondí que
lo denunciara. Que llamara a la patrulla para que lo detuvieran. Mi hija me dijo
entonces que le daba miedo denunciarlo porque imaginaba que se desquitaría
después contra ella. Entonces le sugerí que hiciera la denuncia
en forma anónima. Llamó a la policía y la patrulla llegó.
Me volvió a hablar mi hija y me hizo saber de nueva cuenta que estaba
muy asustada. Le hice saber que comentaría el caso en el programa de radio,
para ver si encontrábamos alguna opción. Cuando platiqué la
historia al aire, no dije que la denuncia la había hecho mi hija, sólo
mencioné que era alguien que yo conocía y que era una persona cercana
a mí. Paty Kelly sí sabía que yo estaba hablando del caso
de mi hija, sucedido en la madrugada. Entonces Paty Kelly me dice al aire que
había que ir a denunciar al tipo, que la denuncia no debió ser
anónima porque eso era cobardía, que yo decía siempre en
el programa que había que tener pantalones y que entonces era el momento
de demostrarlo y hacer la denuncia. Yo le respondí que había sido
mejor llamar a la patrulla, que llegó en unos minutos. Si hubiera ido
mi hija a levantar la denuncia, con suerte habrían tardado dos o tres
horas en mandar la patrulla. Paty Kelly inisitía al aire. Me preguntó si
se había tomado el número de la patrulla, le dije que irían
a ratificar la denunciar si era necesario. Siguió en lo mismo, siempre
al aire, y me dijo que yo debía ir personalmente porque al hacer sólo
la denuncia por teléfono era un acto de cobardía y contradecía
lo que yo decía en el programa. Respondí que me parecó
correcta la forma en la que se había hecho la denuncia, me dijo que no,
discutimos un par de minutos más que sí y que no, y le dije: por
mis huevos que fue correcto. Aventé el micrófono y salí de
la cabina. Hablé con el Vicepresidente de Programación de Radio
Fórmula, le dije lo que había sucedido, que Paty Kelly sabía
que era mi hija, que yo había dicho la verdad y que yo ya estaba hasta la
madre.
14.- A mi me molestaba que Paty Kelly no corrigiera
a los radioescuchas cuando le decían doctora, cuando ella no tiene ninguna
licenciatura. Y también
me incomodaba ya el que quisiera meter siempre el tema de sexualidad, que lo
hizo con mayor insistencia luego de que se terminó su programa nocturno
sobre sexo. Un día le dije: ya estoy cansado que el programa trate de
pitos y putos, hablemos de otras cosas.
15.- Paty Kelly es brillante haciendo los interrogatorios.
16.- A pesar de que Vicente Fox es el único
Presidente que ha sido electo democráticamente, las expectativas que creó se
fueron para abajo, por eso lo reprocho constantemente y no lo reconozco como
Presidente. Me parece que fue una enorme burla cruel para el pueblo de México,
que esperaba un cambio verdaderamente democrático con él. Fox no
es tonto, creo que es perversamente inteligente, manejado además por una
mujer golpeada durante 26 años,. Las consecuencias las estamos viendo
todavía.
Aceptar que Vicente Fox fue mi Presidente es traicionar a mis principios, como
seguramente en Venezuela hay quien dice que Chávez no es su Presidente
o en Cuba existen personas que no reconocen a Fidel como su Presidente.
17.- La salud mental de la radio es mediocre.
Me preocupa que se use tantísimo
tiempo para las noticias. No son lo mismo las noticias que los comentarios editoriales.
Es mejor el análisis, mucho mejor. También me preocupa que se dediquen
tantas horas al fútbol, que no a los deportes.
18.- Veo poca televisión. He visto la telenovela
Destilando amor, y me da la impresión de que alguien los está asesorando
muy bien porque le han dado la vuelta a los personajes de forma interesante.
19.- La democracia mexicana no existe. El término
esquisofrénico define
una ruptura de pensamiento, y eso sucede con nuestra democracia. Cuando a mí me
dicen revolución, pienso en lo contrario. Cuando me dicen liberalismo,
pienso en lo conservador. Cuando escucho cambio, pienso en el status quo o en
el gatopardismo. Los mensajes de los políticos de México son esquisofrénicos.
Son de una paradoja constante que llega a psicotizar a la gente. Han llegado
al extremo de lo ridículo y lo vergonzoso con el manejo que se ha dado
de los millones del chino, que si son nuestros o no, que si están allá pero
también acá. En fin. Ese manejo no es saludable y ni siquiera es
comprensible para la gente. Es una majadería. Igual es el manejo de la
economía, de la reforma hacendaria
o de Pemex.
20.- Yo saludé a López Obrador en
un restaurante y le dije que quería
platicar con él, que tenía información de la finca de El
Encanto, por razones muy personales. Luego me invitaron a comer con él
cerca del Convento de Churubusco. Me preguntó por qué hablaba
a su favor. Las dos o tres horas que estuve con él me pareció una
persona incisiva. Su estilo de hacer preguntas me recordó a Luis Echeverría
(con qué, por qué y para qué). AMLO
es agradable. Me preocupó después
un defecto de carácter severo que tiene, porque no permitió nunca
el acercamiento para tomar en cuenta otros puntos de vista. Yo lo invité muchas
veces al programa y nunca asistió. Tampoco respondió. Seguramente
tiene asesores muy brillantes o simplemente pensó que debía hacer
solo lo que él pensaba, lo que no deja de ser reconocido también
porque habla de tener confianza en sí mismo. Sin embargo, considero que
un líder de masas debe escuchar, porque la democracia es el poder de todos.
Tengo la impresión de que es una persona honesta, aun dentro de la soberbia.
21.- No conozco a Felipe Calderón. Jamás
lo he visto. Nunca me fijé en él.
Por lo que leo en los periódicos y me cuentan, se dice que tiene reacciones
explosivas. Su figura no la resisto. Sin embargo, su esposa me causa una profunda
simpatía. No sé por qué. Sólo es de felling.
22.- Los medios sí influyen en la salud
mental de la población, y
lo pueden hacer tanto en forma positiva como negativa. Por ejemplo: el impulsar
a un consumismo extremo, no le hace bien a la sociedad, y sí lo consiguen los
medios.
23.- La depresión se da por episodios.
La gente con depresión difícilmente
tiene posibilidad de apreciar el bienestar, porque nunca lo ha sentido.
24.- Insisto en hablar de la personalidad límite,
porque es un trastorno muy común que se conoce poco. La gente lo confunde
con otros trastornos. Quien tiene personalidad límite es disfuncional
en todo, en el trabajo, en la pareja, en la familia y en todo lo demás.
Se sienten mal. Son gente que pueden querer ahorita mucho a una persona y al
rato odiarla, o pueden hablar en forma extraordinaria sobre algo y después denostarlo.
Esto no es bipolaridad.
25.- Los trastornos mentales no se curan, sólo
se controlan.
26.- No tengo contacto con otros colegas psiquiatras.
Excepto una vez que me encontré en
Oaxaca al doctor Roberto Chávez Ruíz de Velasco, al resto de mis
compañeros de generación no los he vuelto a ver. Soy muy solitario.
27.- Mi equipo de trabajo es básicamente
de mujeres, que son psicólogas.
28.- Es importante trabajar en equipo, y me preocupa
no haberlo hecho con mis colegas.
29.- No sé que reacción provocaría
el que yo hablara en un congreso de psiquiatras. Hablo en convenciones de alcohólicos
y de neuróticos
y también de criminólogos y criminalistas, que son sociedades a
las que pertenezco de manera honoraria.
30.- Invito a la gente a que vaya a grupos de
alcohólicos
y de neuróticos
porque son gratuitos y pueden cumplir su función y ser efectivos. Además
están abiertos las 24 horas del día.
31.-En algún sentido
soy de izquierda. Esto de ser de izquierda es más
ideológico que formal. Yo tengo interés por lo mexicano, por
la antropología social, por la equidad.
En México no tenemos el futuro de otros países que iniciaron
un modelo de cambio democrático hace más de 20 años, como
España, y lograron avanzar. Ellos han evolucionado y nosotros involucionado.
Dos respuestas finales del Dr. Ernesto
Lammoglia,
publicadas en exclusiva por CANAL100.com.mx
José Antonio Fernández:
En México
vivimos con el problema del ya merito. Yo percibo un sentimiento generalizado
de que en México
vivimos sintiendo que siempre estamos a punto de llegar al nivel que deberíamos
tener, pero que ese escalón por alguna razón no podemos subirlo.
Pregunto: ¿es por un problema de autoestima o de miedo, no miedo al
triunfo, sino ese miedo que impuso el sistema y que metió a la gente
a sus casas durante décadas?
Ernesto Lammoglia: Creo que sí tiene mucho
que ver el individualizarnos al extremo. Yo he escuchado la premisa de que en
México está prohibido
triunfar, porque de inmediato llegan los ataques. Los estudiosos que sacan diez,
en la escuala son los nerds y en un descuido hasta les dicen putos. Quedarse
en la mediocridad pareciera que conviene, porque triunfar puede resultar peligroso.
Es mejor no hacerse notar. Es mejor pasar desapercibido en México.
Queremos seguir siendo patio trasero, que no se note que estamos. Destacar
está prohibido
en México, cuando justo en otros países es al revés. Buscan
destacar. Esta conducta del mexicano ha sido inducida. En México,
el que se mueve no sale en la foto.
Hay una estrategia extraordinaria del manejo del miedo. No se trata de
un problema de autoestima, porque la baja autoestima siempre se compensa
de alguna manera en forma vistosa: con un auto, con una amante exótica,
con cierto tipo de ropa o de arreglo.
José Antonio Fernández: Lo he escuchado dar diagnósticos
de trastornos de personalidad a la velocidad del rayo. ¿Tan evidentes
son los trastornos mentales?
Ernesto Lammoglia: A través de los años, los trastornos
ya se han catalogado. Utilizo los libros DSM 3 y 4 en los que están
definidos los trastornos con toda exactitud. Cuando identifico a los pacientes,
les muestro las características de su trastorno para que comprendan
lo que les sucede y me digan si también observan esos síntomas
precisos en ellos. Estos libros los hacen y revisan expertos de todo el mundo.
|