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Carmen Aristegui
México vive todavía la transición a la democracia; a todos nos falta madurar
Publicada en la Revista no. 52 el 01 de abril 2000
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Por José Antonio Fernández F.

Para complementar esta entrevista, le recomendamos también consultar las entrevistas publicadas anteriormente en la Revista Telemundo:
- La primera donde cuenta cómo se inició en televisión y en la otra del rompimiento con Grupo Imagen.

Carmen Aristegui es hoy la conductora de radio y televisión de mayor prestigio en México.
Honesta, de estilo mesurado, es capaz de entrar a cualquier tema o de entrevistar al personaje más complejo y ponderar siempre el contenido para que se hable de los asuntos más importantes del país. Difícilmente se queda en lo banal o cae en la tentación del amarillismo fácil, menos aún coloca por delante la noticia engañosa que intenta distraer la atención de la población.
Carmen Aristegui emprende una nueva aventura que apenas inicia junto con Pedro Ferríz de Con y Javier Solórzano. Dejan Multivisión luego de muchos años de trabajo sobresaliente, y en el momento en el que más éxito tenían se salen y apuestan a nuevo proyecto de comunicación en el que ahora son copropietarios.

José Antonio Fernández: Hace casi una década que entraste a Multivisión. ¿Sientes que en estos diez años ha cambiado el país?
¿Háy más libertad hoy en los medios que hace diez años?
Carmen Aristegui:
Me decía hace unos días el senador Carlos Payán que cuando en un país se dan pugnas reales por el poder político casi siempre se acompañan de procesos de apertura en los medios de comunicación. Creo que en México hemos vivido un reacomodo (o recomposición) del poder político que todavía no termina. Esto, como consecuencia, ha traído una nueva dinámica en los medios de comunicación. En nuestro país, y es algo que sabemos claramente, se ha dado una relación ciertamente perversa entre los concesionarios de los medios electrónicos y el poder político. Para beneficiar al sistema se inventó la facultad discrecional del Estado que otorga o quita Concesiones.
Pienso que esas reglas del juego respondían a una dinámica que ya dejó de operar, y a pesar de que la Ley no ha modificado ese poder discrecional para otorgar o dar concesiones de radio y televisión, sí hay un cambio de facto en los códigos, en los lenguajes y en las expectativas políticas. Hoy la incertidumbre democrática, el no saber quién va a ganar las elecciones, hace que se comporten diferente los medios de comunicación. Todos los ejes han variado. Como consecuencia tenemos espacios más abiertos de comunicación, especialmente en la radio, y un llamado de urgencia cada vez mayor para que la televisión entre en una lógica similar. Hay chispazos, hay intentos, hay indicios de que la televisión está dando pasos hacia un periodismo diferente. Las señales indican que difícilmente habrá un retorno en los medios. Me parece que nadie decidió la apertura de los medios, sino que es una respuesta directa a lo que le está pasando al país. Algunos le llaman transición, que para ser transición ya lleva muchos años, pero es la palabra que mejor puede describir lo que está sucediendo.
Creo que los medios vamos en el mismo barco que el país que todavía no acaba su transición. Esto se viene dando desde 1993 (y un poco antes).

J.A.F.: ¿Antes no había libertad de expresión?
C.A.: Se daba un ejercicio periodístico muy diferente. Sabíamos muy bien del control en los medios. La libertad de expresión estaba acotada.

J.A.F.: ¿Cómo es eso de que estaba acotada?
C.A.:
(Valdría la pena que alguien escribiera el anecdotario de los que vivimos la evolución de los medios en los últimos quince años. Tú eres un buen candidato para hacerlo).
Creo que las anécdotas describen bien lo que sucedía.
Un ejemplo: Javier Solórzano y yo aparecíamos en un noticiario de televisión cuando Canal 13 pertenecía al gobierno. El que era director de noticias, un personaje de nombre González Pérez, hacia hasta lo indecible con tal de que te apegaras a un guión oficialista por los cuatro costados. Se daba entonces una campaña abierta en contra de Cuauhtémoc Cárdenas. En nuestro caso viviamos un desgaste permanente.
Javier Solórzano todas las mañanas llevaba sus periódicos porque el guión de noticias era una basura. Entonces Javier mencionaba al aire lo que decían los periódicos, lo cual quizá suena como elemental, pero era mucho mejor que leer el guión (oficialista). Esto daba como resultado que tuviéramos un conflicto permanente con la Dirección de Noticias al grado de que se les ocurrió prohibir la entrada a las instalaciones del Ajusco al vendedor (voceador) de periódicos. Era una medida deplorable e increíble. No sé cómo pensaron que esa era la solución, pero así fue. Hoy una anécdota como ésta nos puede causar hasta risa, pero en ese entonces era un conflicto real y verdadero porque pasaban cosas parecidas todo el tiempo.

J.A.F.: ¿Cuando Javier Solórzano y tú salen de Televisión Azteca lo hacen porque buscan un espacio en Multivisión con mayor libertad?
C.A.:
Ahí hay un misterio que todavía nadie me lo aclara. Nosotros salimos de TV Azteca a las pocas semanas de que se privatizó. Nos propusieron un nuevo proyecto y salimos del aire. Yo hoy considero que los nuevos dueños, o sea el grupo de Salinas Pliego, no fueron quienes tomaron la decisión de que no apareciéramos en pantalla. Ellos llegaban.
Para entonces ya teníamos relación con la Familia Vargas quienes nos dijeron que había una animadversión gubernamental en la oficina de la Presidencia hacia nosotros y que no éramos deseables
en la televisión. La familia Vargas nos propuso que era mejor mantenernos en la radio y después hacer televisión.
Me gustaría conocer el punto de vista de Alejandro Montaño, Carreño Carlón y Ulises Beltrán;
nos han contado que en ese círculo se tomó la decisión de sacarnos de la televisión.
Yo debo decir que Joaquín Vargas fue claridoso. Un año después, ya que se había ido el sexenio salinista, entramos de nueva cuenta a la televisión con el programa En Blanco y Negro (en Multivisión).

J.A.F.: En radio han hecho una labor muy interesante.
C.A.:
Por supuesto que nos hubiera gustado estar en la televisión, aunque creo que en la radio encontramos un desarrollo importante para nosotros.

J.A.F.: ¿Tuvieron libertad en su programa de televisión (En Blanco y Negro)?
C.A.:
Sin duda, pienso que en este caso la televisión cerrada era la televisión abierta. Y digo cerrada a la de
paga por el alcance de su auditorio, pero era abierta por la apertura de los contenidos. Éramos en televisión una réplica de la fuerza de la prensa escrita: el impacto llega a un cierto público, pero no tiene mayor trascendencia masiva. La presión gubernamental era menor por nuestro mismo alcance.

J.A.F.: A los ojos del observador, yo me pregunto: ¿por qué salirse de Multivisión si ahí conducían un programa de televisión bastante difícil de conseguir en otro lugar, además de noticiarios de radio que tenían gran penetración a nivel nacional? Vivían el éxito y decidieron dejarlo para entrar a otro proyecto. La pregunta que salta es: ¿por qué?
C.A.:
En Multivisión nos iba bien, en el programa En Blanco y Negro logramos un espacio con un buen poder de convocatoria. Es un programa que quisiéramos volver a hacer en algún otro lugar.
Pero vino un momento de revisión de nosotros mismos, y el tipo de relación que habíamos establecido con MVS se había convertido en una especie de techo de cristal para nuestro crecimiento. Nosotros éramos una especie de proveedores de MVS (la familia Vargas) y en algún momento planteamos la necesidad de resolver algunos asuntos de relevancia, como eran el invertir para comprar fierros (equipo) y desarrollar la redacción. La pregunta era a quién le toca poner ese dinero, al proveedor o al dueño de la estación. El problema se había agudizado. Nuestra redacción era muy pequeña. No formábamos parte ni de la lógica de crecimiento ni de los beneficios de pertenecer a un corporativo como MVS. Estas dificultades se plantearon y coincidimos en el diagnóstico de cruzar acciones de PEAC con el grupo de MVS.

J.A.F.: ¿Qué era PEAC?
C.A.:
Peac era una productora que tenía una negociación con MVS. En PEAC estábamos reporteros, comentaristas, conductores y nuestro propio equipo técnico de trabajo (fierros), que ya no era tan bueno. Queríamos formar parte de MVS para que nos destinaran sin mayor conflicto mayores recursos. A mí me quedaba claro que MVS no tenía porque darle dinero de inversión al proveedor, por eso debíamos resolver el círculo vicioso que detenía nuestro desarrollo. De ahí la propuesta de cruzar acciones para hacer desaparecer PEAC e integrarnos a MVS.

J.A.F.: ¿Como empleados?
C.A.:
Se evaluaría el valor de las acciones de ambas empresas y nosotros asumíamos el resultado. Lo importante era cruzar acciones y formar parte de MVS.

J.A.F.: ¿Llegaron a tocar el punto del porcentaje de acciones?
C.A.:
La idea era que nos fusionáramos. Ni siquiera hoy puedo decirte de qué porcentajes estábamos hablando porque no llegamos hasta ahí. Se habló de la posibilidad de crear una productora junto con MVS en la que no estuviera la propia concesión en juego, pero tampoco esa opción avanzó. Luego de dos años hubo una decisión unilateral por parte de Los Vargas de no seguir con la negociación y nosotros entonces buscamos por otro lado.
Y aquí cabe decir que los ingresos publicitarios por los espacios de noticias representaban algo así como el 70% de total para MVS. Es una cifra que se maneja, no te puedo decir que sea exacta, pero andaba por ahí o un poco más arriba.
Algo que también hay que decir es que en MVS intentaron desarrollar otros espacios de noticias (con Beatríz Pagés, Jorge Fernández y casi con Ricardo Rocha) porque entiendo que buscaban armar contrapesos. Esos proyectos generaban inquietudes dentro de nuestro equipo. Pensábamos que si la estrategia era impulsar proyectos paralelos y no dejarnos crecer a nosotros, entonces teníamos que reconocer que habíamos llegado al máximo de nuestro desarrollo dentro de MVS y que adelante ya no habría más.

J.A.F.: ¿Por qué querer ser conductores y dueños o copropietarios de la empresa de comunicación y de la concesión de la estación?
C.A.:
Julio Scherer es Presidente del Consejo de Administración de la Revista Proceso, ¿alguien lo cuestiona hoy?

J.A.F.: ¿La ética es el punto?
C.A.:
Creo que es el tema. Si hay un marco ético que regule tu actividad periodística, ¿cuál es el problema? A eso le apostamos nosotros.
Independientemente de que formemos parte accionaria de este nuevo grupo, hay un Código de Ética y lineamientos periodísticos firmados por todos que nos amparan de cualquier sorpresa que se nos pudiera presentar en el camino. Hay principios periodísticos compartidos y comprometidos contractualmente, y eso nos vacuna.

J.A.F.: Todo esto que explicas me aclara que el rompimiento con MVS nada tiene que ver con un exabrupto o un problema de un mal momento o un mal día. ¿Es así?
C.A.:
Cada quien tendría que darte su punto de vista. El mío es que el rompimiento fue por la convicción de un proyecto y no de un hecho en particular.
Antes de que Javier y yo saliéramos puedo decirte que tuvimos (nosotros dos) espectaculares ofrecimientos de los Vargas para que nos quedáramos. Se dio una generosa posición hacia nosotros.
Si de negocios se tratara creo que hicimos un mal negocio al salirnos. Seguramente en MVS el dinero habría sido mayor, pero le apostamos al proyecto, el de un grupo que pueda tener autonomía y que se maneje distinto.

J.A.F.: ¿Cómo se acercan con el empresario Alfonso Romo?
C.A.:
El vínculo inicial es de Pedro Ferríz de Con quien lo conoce desde hace tiempo. Ellos hacen un análisis financiero y se interesan. Después contactamos con la familia Fernández, dueña de la Concesión, quienes estaban rompiendo con MVS sus relaciones comerciales. Ellos querían crecer, nosotros también y el grupo de Romo vio un negocio.
Fue una circunstancia afortunada para las partes. Nosotros no nos salimos de manera indebida. No hubo contubernio de ningún tipo. Yo no tengo en lo personal más que agradecimiento con los Vargas. Es una familia querida, las negociaciones de la etapa final fueron duras y díficiles por lo que implicaban en términos de oferta y de afecto, y subrayo que nuestra decisión fue por el proyecto (que ya está funcionando y bien).

J.A.F.: ¿Hay una cabeza entre Pedro, Javier y tú?
C.A.:
En este proyecto la decisión es que se dé la autonomía de los tres. Cada quien tiene una dirección y conducción de su propio espacio. Compartimos recursos en lo que toca al cuerpo de reporteros, redacción y demás, pero hay un respeto absoluto de cómo maneja cada quien la línea y los criterios de su propia emisión, todos basados en un mismo Código de Ética que ya te mencioné.
Somos 3 comunicadores que conjuntamente damos la cara y hacemos un equipo, pero que nuestra oferta, proyecto y decisión es de cada quien. Esto es lo que suponemos nos puede dar la fortaleza que buscamos.
Si me lo preguntas así de abierto, te puedo decir que Pedro Ferríz (de Con) no es mi jefe ni el de Javier, él es uno de los tres comunicadores.

J.A.F.: ¿Hay un jefe de ustedes tres, o tampoco?
C.A.:
Eso se está diseñando apenas. Hoy no hay.
Yo te pregunto: ¿quién es más importante, el que hace noticias, el concesionario o el brazo financiero?
Son aportaciones distintas y hay que diferenciarlas. Lo que vamos a hacer es una organización horizontal al más puro estilo moderno. Una visión de identificación de responsabilidades será la manera.
Nuestro jefe o referente es el Código de Ética. Nosotros no lo inventamos de la nada, es una recuperación de códigos de publicaciones como el Washington Post, El País y El New York Times.

J.A.F.: ¿Esto quiere decir que si tú hoy vas a dar una noticia no requieres hablarle a Pedro Ferríz, Alfonso Romo o a los Fernández para consultarlos?
C.A.:
A ninguno de ellos necesito llamar.
Hay un Consejo Editorial que se reúne todos los lunes y ahí hablamos de los temas a definir y de criterios. Pero eso sólo es cada lunes, y por supuesto que en la semana tenemos comunicación (no creas que andamos cada quien como El Llanero Solitario).
Lo importante es que estamos en un proyecto en el que te confirmo que la intención es la autonomía.

J.A.F.: ¿Hay libertad de expresión en México?
C.A.:
Te respondo así: ¿hay democracia en México?, ¿sí ó no? Creo que la respuesta es: ahí vamos.
La libertad y la democracia son estos conceptos universales del ideal que nunca los alcanzas a plenitud porque siempre habrá algo que condicione o afecte para que se den a su máxima expresión. Esto pasa aquí, en Estados Unidos, España y todos los demás países.
Si nos comparamos con nosotros mismos, evidentemente hoy es sustantiva la diferencia a lo que sucedía hace años.

J.A.F.: Escucho en los medios que algunos comunicadores, como Gutiérrez Vivó, insisten en hacer llamados a los candidatos a la Presidencia para que eleven el debate. ¿Consideras que es papel de los comunicadores decirles a los candidatos cómo deben comportarse?
C.A.:
Creo que responde a la inmadurez de las instituciones en el país. Y cuando digo instituciones ahí cabe todo, desde la Procuraduría hasta los medios de comunicación. Esto forma parte de los excesos, de las de las indefiniciones, de los espacios nebulosos y de lo que falta por construir en las instituciones de la política, en la competencia entre los candidatos y en el trabajo de los medios. Hay muchas cosas por definirse, por eso la palabra mágica es transición, en tanto define lo indefinible. Estamos pasando de un estado a otro, y en ese brinco tenemos los vicios de lo anterior y las ilusiones de lo que viene que por lo mismo aún no están consolidadas.
Lo que me parece absurdo es que se dé la recriminación mutua de que los medios reclamen a los candidatos porque dicen leperadas, y los candidatos a su vez también reclamen a los medios porque hacen públicas leperadas que dijeron en público.

J.A.F.: ¿Cuál es el papel de los medios en este México del año 2000?
C.A.:
Es transmitir lo que sucede. Y cada medio tiene su naturaleza.
La televisión, por ejemplo, tiende a simplificar y está relacionada con el espectáculo. Los noticieros de televisión tienen que ser atractivos para que la gente los sintonize.
Considero que si venimos de unos tiempos tan controlados y cerrados, en los que los medios actuaban con manos atadas, y de pronto hay una apertura, me parece muy difícil que los medios aparezcan de la noche a la mañana ya muy maduros. Hay etapas por las que es necesario transitar y que es imposible quemar. En esas etapas estamos viendos excesos, improvisación y amarillismo, pero también observamos momentos luminosos y muy atractivos en los que hoy los medios señalan, critican, hablan, invitan, analizan y proponen.

J.A.F.: ¿Si ustedes entraran a Televisa, se acaba su proyecto?
C.A.:
Lo ideal es que estemos en nuestro propio espacio de televisión. Hemos comentado entre nosotros qué pasaría si alguno entrara a Televisa. No estamos cerrados a que suceda. Debemos evaluarlo y ver cómo hacerlo sin que nuestro proyecto se vea afectado.
La televisión es sin duda la mejor herramienta de transformación social y creo que en los próximos meses y años sufrirá cambios importantes.

J.A.F.: ¿Estás de acuerdo con Victor Trujillo que alguna vez me dijo que somos un país adolescente que estamos llenos de barros?
C.A.:
Es correcto, hay que untarnos Claracil. Somos una sociedad adolescente; adolescemos de muchas cosas: no hay previsión, no hay expectativas de largo plazo, no hay instituciones maduras. Vamos a eso pero estamos en transición y a todos nos falta madurar.



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