Por José Antonio Fernández
F.
Para complementar esta entrevista, le recomendamos también consultar
las entrevistas publicadas anteriormente en la Revista Telemundo:
- La
primera donde cuenta cómo se inició en televisión y
en la
otra del rompimiento con Grupo Imagen.
Carmen Aristegui es hoy la conductora de radio y televisión
de mayor prestigio en México.
Honesta, de estilo mesurado, es capaz de entrar a cualquier tema o de entrevistar
al personaje más complejo y ponderar siempre el contenido para que se
hable de los asuntos más importantes del país. Difícilmente
se queda en lo banal o cae en la tentación del amarillismo fácil,
menos aún coloca por delante la noticia engañosa que intenta distraer
la atención de la población.
Carmen Aristegui emprende una nueva aventura que apenas inicia junto con Pedro
Ferríz de Con y Javier Solórzano. Dejan Multivisión luego
de muchos años de trabajo sobresaliente, y en el momento en el que más
éxito tenían se salen y apuestan a nuevo proyecto de comunicación
en el que ahora son copropietarios.
José Antonio Fernández:
Hace casi una década que entraste a Multivisión. ¿Sientes
que en estos diez años ha cambiado el país?
¿Háy más libertad hoy en los medios que hace diez años?
Carmen Aristegui: Me decía hace unos días el senador Carlos
Payán que cuando en un país se dan pugnas reales por el poder
político casi siempre se acompañan de procesos de apertura en
los medios de comunicación. Creo que en México hemos vivido un
reacomodo (o recomposición) del poder político que todavía
no termina. Esto, como consecuencia, ha traído una nueva dinámica
en los medios de comunicación. En nuestro país, y es algo que
sabemos claramente, se ha dado una relación ciertamente perversa entre
los concesionarios de los medios electrónicos y el poder político.
Para beneficiar al sistema se inventó la facultad discrecional del Estado
que otorga o quita Concesiones.
Pienso que esas reglas del juego respondían a una dinámica que
ya dejó de operar, y a pesar de que la Ley no ha modificado ese poder
discrecional para otorgar o dar concesiones de radio y televisión, sí
hay un cambio de facto en los códigos, en los lenguajes y en las expectativas
políticas. Hoy la incertidumbre democrática, el no saber quién
va a ganar las elecciones, hace que se comporten diferente los medios de comunicación.
Todos los ejes han variado. Como consecuencia tenemos espacios más abiertos
de comunicación, especialmente en la radio, y un llamado de urgencia
cada vez mayor para que la televisión entre en una lógica similar.
Hay chispazos, hay intentos, hay indicios de que la televisión está
dando pasos hacia un periodismo diferente. Las señales indican que difícilmente
habrá un retorno en los medios. Me parece que nadie decidió la
apertura de los medios, sino que es una respuesta directa a lo que le está
pasando al país. Algunos le llaman transición, que para ser transición
ya lleva muchos años, pero es la palabra que mejor puede describir lo
que está sucediendo.
Creo que los medios vamos en el mismo barco que el país que todavía
no acaba su transición. Esto se viene dando desde 1993 (y un poco antes).
J.A.F.: ¿Antes no había libertad de expresión?
C.A.: Se daba un ejercicio periodístico muy diferente. Sabíamos
muy bien del control en los medios. La libertad de expresión estaba acotada.
J.A.F.: ¿Cómo es eso
de que estaba acotada?
C.A.: (Valdría la pena que alguien escribiera el anecdotario de
los que vivimos la evolución de los medios en los últimos quince
años. Tú eres un buen candidato para hacerlo).
Creo que las anécdotas describen bien lo que sucedía.
Un ejemplo: Javier Solórzano y yo aparecíamos en un noticiario
de televisión cuando Canal 13 pertenecía al gobierno. El que era
director de noticias, un personaje de nombre González Pérez, hacia
hasta lo indecible con tal de que te apegaras a un guión oficialista
por los cuatro costados. Se daba entonces una campaña abierta en contra
de Cuauhtémoc Cárdenas. En nuestro caso viviamos un desgaste permanente.
Javier Solórzano todas las mañanas llevaba sus periódicos
porque el guión de noticias era una basura. Entonces Javier mencionaba
al aire lo que decían los periódicos, lo cual quizá suena
como elemental, pero era mucho mejor que leer el guión (oficialista).
Esto daba como resultado que tuviéramos un conflicto permanente con la
Dirección de Noticias al grado de que se les ocurrió prohibir
la entrada a las instalaciones del Ajusco al vendedor (voceador) de periódicos.
Era una medida deplorable e increíble. No sé cómo pensaron
que esa era la solución, pero así fue. Hoy una anécdota
como ésta nos puede causar hasta risa, pero en ese entonces era un conflicto
real y verdadero porque pasaban cosas parecidas todo el tiempo.
J.A.F.: ¿Cuando Javier Solórzano
y tú salen de Televisión Azteca lo hacen porque buscan un espacio
en Multivisión con mayor libertad?
C.A.: Ahí hay un misterio que todavía nadie me lo aclara.
Nosotros salimos de TV Azteca a las pocas semanas de que se privatizó.
Nos propusieron un nuevo proyecto y salimos del aire. Yo hoy considero que los
nuevos dueños, o sea el grupo de Salinas Pliego, no fueron quienes tomaron
la decisión de que no apareciéramos en pantalla. Ellos llegaban.
Para entonces ya teníamos relación con la Familia Vargas quienes
nos dijeron que había una animadversión gubernamental en la oficina
de la Presidencia hacia nosotros y que no éramos deseables
en la televisión. La familia Vargas nos propuso que era mejor mantenernos
en la radio y después hacer televisión.
Me gustaría conocer el punto de vista de Alejandro Montaño, Carreño
Carlón y Ulises Beltrán;
nos han contado que en ese círculo se tomó la decisión
de sacarnos de la televisión.
Yo debo decir que Joaquín Vargas fue claridoso. Un año después,
ya que se había ido el sexenio salinista, entramos de nueva cuenta a
la televisión con el programa En Blanco y Negro (en Multivisión).
J.A.F.: En radio han hecho una labor
muy interesante.
C.A.: Por supuesto que nos hubiera gustado estar en la televisión,
aunque creo que en la radio encontramos un desarrollo importante para nosotros.
J.A.F.: ¿Tuvieron libertad
en su programa de televisión (En Blanco y Negro)?
C.A.: Sin duda, pienso que en este caso la televisión cerrada
era la televisión abierta. Y digo cerrada a la de
paga por el alcance de su auditorio, pero era abierta por la apertura de los
contenidos. Éramos en televisión una réplica de la fuerza
de la prensa escrita: el impacto llega a un cierto público, pero no tiene
mayor trascendencia masiva. La presión gubernamental era menor por nuestro
mismo alcance.
J.A.F.: A los ojos del observador,
yo me pregunto: ¿por qué salirse de Multivisión si ahí
conducían un programa de televisión bastante difícil de
conseguir en otro lugar, además de noticiarios de radio que tenían
gran penetración a nivel nacional? Vivían el éxito y decidieron
dejarlo para entrar a otro proyecto. La pregunta que salta es: ¿por qué?
C.A.: En Multivisión nos iba bien, en el programa En Blanco y
Negro logramos un espacio con un buen poder de convocatoria. Es un programa
que quisiéramos volver a hacer en algún otro lugar.
Pero vino un momento de revisión de nosotros mismos, y el tipo de relación
que habíamos establecido con MVS se había convertido en una especie
de techo de cristal para nuestro crecimiento. Nosotros éramos una especie
de proveedores de MVS (la familia Vargas) y en algún momento planteamos
la necesidad de resolver algunos asuntos de relevancia, como eran el invertir
para comprar fierros (equipo) y desarrollar la redacción. La pregunta
era a quién le toca poner ese dinero, al proveedor o al dueño
de la estación. El problema se había agudizado. Nuestra redacción
era muy pequeña. No formábamos parte ni de la lógica de
crecimiento ni de los beneficios de pertenecer a un corporativo como MVS. Estas
dificultades se plantearon y coincidimos en el diagnóstico de cruzar
acciones de PEAC con el grupo de MVS.
J.A.F.: ¿Qué era PEAC?
C.A.: Peac era una productora que tenía una negociación
con MVS. En PEAC estábamos reporteros, comentaristas, conductores y nuestro
propio equipo técnico de trabajo (fierros), que ya no era tan bueno.
Queríamos formar parte de MVS para que nos destinaran sin mayor conflicto
mayores recursos. A mí me quedaba claro que MVS no tenía porque
darle dinero de inversión al proveedor, por eso debíamos resolver
el círculo vicioso que detenía nuestro desarrollo. De ahí
la propuesta de cruzar acciones para hacer desaparecer PEAC e integrarnos a
MVS.
J.A.F.: ¿Como empleados?
C.A.: Se evaluaría el valor de las acciones de ambas empresas
y nosotros asumíamos el resultado. Lo importante era cruzar acciones
y formar parte de MVS.
J.A.F.: ¿Llegaron a tocar el
punto del porcentaje de acciones?
C.A.: La idea era que nos fusionáramos. Ni siquiera hoy puedo
decirte de qué porcentajes estábamos hablando porque no llegamos
hasta ahí. Se habló de la posibilidad de crear una productora
junto con MVS en la que no estuviera la propia concesión en juego, pero
tampoco esa opción avanzó. Luego de dos años hubo una decisión
unilateral por parte de Los Vargas de no seguir con la negociación y
nosotros entonces buscamos por otro lado.
Y aquí cabe decir que los ingresos publicitarios por los espacios de
noticias representaban algo así como el 70% de total para MVS. Es una
cifra que se maneja, no te puedo decir que sea exacta, pero andaba por ahí
o un poco más arriba.
Algo que también hay que decir es que en MVS intentaron desarrollar otros
espacios de noticias (con Beatríz Pagés, Jorge Fernández
y casi con Ricardo Rocha) porque entiendo que buscaban armar contrapesos. Esos
proyectos generaban inquietudes dentro de nuestro equipo. Pensábamos
que si la estrategia era impulsar proyectos paralelos y no dejarnos crecer a
nosotros, entonces teníamos que reconocer que habíamos llegado
al máximo de nuestro desarrollo dentro de MVS y que adelante ya no habría
más.
J.A.F.: ¿Por qué querer
ser conductores y dueños o copropietarios de la empresa de comunicación
y de la concesión de la estación?
C.A.: Julio Scherer es Presidente del Consejo de Administración
de la Revista Proceso, ¿alguien lo cuestiona hoy?
J.A.F.: ¿La ética es
el punto?
C.A.: Creo que es el tema. Si hay un marco ético que regule tu
actividad periodística, ¿cuál es el problema? A eso le
apostamos nosotros.
Independientemente de que formemos parte accionaria de este nuevo grupo, hay
un Código de Ética y lineamientos periodísticos firmados
por todos que nos amparan de cualquier sorpresa que se nos pudiera presentar
en el camino. Hay principios periodísticos compartidos y comprometidos
contractualmente, y eso nos vacuna.
J.A.F.: Todo esto que explicas me
aclara que el rompimiento con MVS nada tiene que ver con un exabrupto o un problema
de un mal momento o un mal día. ¿Es así?
C.A.: Cada quien tendría que darte su punto de vista. El mío
es que el rompimiento fue por la convicción de un proyecto y no de un
hecho en particular.
Antes de que Javier y yo saliéramos puedo decirte que tuvimos (nosotros
dos) espectaculares ofrecimientos de los Vargas para que nos quedáramos.
Se dio una generosa posición hacia nosotros.
Si de negocios se tratara creo que hicimos un mal negocio al salirnos. Seguramente
en MVS el dinero habría sido mayor, pero le apostamos al proyecto, el
de un grupo que pueda tener autonomía y que se maneje distinto.
J.A.F.: ¿Cómo se acercan
con el empresario Alfonso Romo?
C.A.: El vínculo inicial es de Pedro Ferríz de Con quien
lo conoce desde hace tiempo. Ellos hacen un análisis financiero y se
interesan. Después contactamos con la familia Fernández, dueña
de la Concesión, quienes estaban rompiendo con MVS sus relaciones comerciales.
Ellos querían crecer, nosotros también y el grupo de Romo vio
un negocio.
Fue una circunstancia afortunada para las partes. Nosotros no nos salimos de
manera indebida. No hubo contubernio de ningún tipo. Yo no tengo en lo
personal más que agradecimiento con los Vargas. Es una familia querida,
las negociaciones de la etapa final fueron duras y díficiles por lo que
implicaban en términos de oferta y de afecto, y subrayo que nuestra decisión
fue por el proyecto (que ya está funcionando y bien).
J.A.F.: ¿Hay una cabeza entre
Pedro, Javier y tú?
C.A.: En este proyecto la decisión es que se dé la autonomía
de los tres. Cada quien tiene una dirección y conducción de su
propio espacio. Compartimos recursos en lo que toca al cuerpo de reporteros,
redacción y demás, pero hay un respeto absoluto de cómo
maneja cada quien la línea y los criterios de su propia emisión,
todos basados en un mismo Código de Ética que ya te mencioné.
Somos 3 comunicadores que conjuntamente damos la cara y hacemos un equipo, pero
que nuestra oferta, proyecto y decisión es de cada quien. Esto es lo
que suponemos nos puede dar la fortaleza que buscamos.
Si me lo preguntas así de abierto, te puedo decir que Pedro Ferríz
(de Con) no es mi jefe ni el de Javier, él es uno de los tres comunicadores.
J.A.F.: ¿Hay un jefe de ustedes
tres, o tampoco?
C.A.: Eso se está diseñando apenas. Hoy no hay.
Yo te pregunto: ¿quién es más importante, el que hace noticias,
el concesionario o el brazo financiero?
Son aportaciones distintas y hay que diferenciarlas. Lo que vamos a hacer es
una organización horizontal al más puro estilo moderno. Una visión
de identificación de responsabilidades será la manera.
Nuestro jefe o referente es el Código de Ética. Nosotros no lo
inventamos de la nada, es una recuperación de códigos de publicaciones
como el Washington Post, El País y El New York Times.
J.A.F.: ¿Esto quiere decir
que si tú hoy vas a dar una noticia no requieres hablarle a Pedro Ferríz,
Alfonso Romo o a los Fernández para consultarlos?
C.A.: A ninguno de ellos necesito llamar.
Hay un Consejo Editorial que se reúne todos los lunes y ahí hablamos
de los temas a definir y de criterios. Pero eso sólo es cada lunes, y
por supuesto que en la semana tenemos comunicación (no creas que andamos
cada quien como El Llanero Solitario).
Lo importante es que estamos en un proyecto en el que te confirmo que la intención
es la autonomía.
J.A.F.: ¿Hay libertad de expresión
en México?
C.A.: Te respondo así: ¿hay democracia en México?,
¿sí ó no? Creo que la respuesta es: ahí vamos.
La libertad y la democracia son estos conceptos universales del ideal que nunca
los alcanzas a plenitud porque siempre habrá algo que condicione o afecte
para que se den a su máxima expresión. Esto pasa aquí,
en Estados Unidos, España y todos los demás países.
Si nos comparamos con nosotros mismos, evidentemente hoy es sustantiva la diferencia
a lo que sucedía hace años.
J.A.F.: Escucho en los medios que
algunos comunicadores, como Gutiérrez Vivó, insisten en hacer
llamados a los candidatos a la Presidencia para que eleven el debate. ¿Consideras
que es papel de los comunicadores decirles a los candidatos cómo deben
comportarse?
C.A.: Creo que responde a la inmadurez de las instituciones en el país.
Y cuando digo instituciones ahí cabe todo, desde la Procuraduría
hasta los medios de comunicación. Esto forma parte de los excesos, de
las de las indefiniciones, de los espacios nebulosos y de lo que falta por construir
en las instituciones de la política, en la competencia entre los candidatos
y en el trabajo de los medios. Hay muchas cosas por definirse, por eso la palabra
mágica es transición, en tanto define lo indefinible. Estamos
pasando de un estado a otro, y en ese brinco tenemos los vicios de lo anterior
y las ilusiones de lo que viene que por lo mismo aún no están
consolidadas.
Lo que me parece absurdo es que se dé la recriminación mutua de
que los medios reclamen a los candidatos porque dicen leperadas, y los candidatos
a su vez también reclamen a los medios porque hacen públicas leperadas
que dijeron en público.
J.A.F.: ¿Cuál es el
papel de los medios en este México del año 2000?
C.A.: Es transmitir lo que sucede. Y cada medio tiene su naturaleza.
La televisión, por ejemplo, tiende a simplificar y está relacionada
con el espectáculo. Los noticieros de televisión tienen que ser
atractivos para que la gente los sintonize.
Considero que si venimos de unos tiempos tan controlados y cerrados, en los
que los medios actuaban con manos atadas, y de pronto hay una apertura, me parece
muy difícil que los medios aparezcan de la noche a la mañana ya
muy maduros. Hay etapas por las que es necesario transitar y que es imposible
quemar. En esas etapas estamos viendos excesos, improvisación y amarillismo,
pero también observamos momentos luminosos y muy atractivos en los que
hoy los medios señalan, critican, hablan, invitan, analizan y proponen.
J.A.F.: ¿Si ustedes entraran
a Televisa, se acaba su proyecto?
C.A.: Lo ideal es que estemos en nuestro propio espacio de televisión.
Hemos comentado entre nosotros qué pasaría si alguno entrara a
Televisa. No estamos cerrados a que suceda. Debemos evaluarlo y ver cómo
hacerlo sin que nuestro proyecto se vea afectado.
La televisión es sin duda la mejor herramienta de transformación
social y creo que en los próximos meses y años sufrirá
cambios importantes.
J.A.F.: ¿Estás de acuerdo
con Victor Trujillo que alguna vez me dijo que somos un país adolescente
que estamos llenos de barros?
C.A.: Es correcto, hay que untarnos Claracil. Somos una sociedad adolescente;
adolescemos de muchas cosas: no hay previsión, no hay expectativas de
largo plazo, no hay instituciones maduras. Vamos a eso pero estamos en transición
y a todos nos falta madurar.
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