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Por José Antonio Fernández Fernández
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en la Revista Telemundo, realizadas por José Antonio Fernández:
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Camacho,
Humberto Zurita,
Joaquín Cosío,
Rebecca Jones,
Susana
Zabaleta,
Pedro Armendáriz,
Andrés Bustamante,
Ari Telch,
Fernando Luján,
Vanessa Bauche,
Humberto Vélez y
Rafael Inclán.
Eugenia León nació para cantar.
Cuando sube al escenario se entrega toda ella.
La canción se mete en Eugenia y Eugenia en la canción. Se convierten
las dos en una sóla pasión a la que se suma el público
que en ese momento glorioso tiene la fortuna de ver y escuchar sus siempre
muy sentidas interpretaciones.
Eugenia León tiene años de convivir con la televisión
cultural. Es parte emblemática de Canal 22. Dice que es donde se siente
como en su casa.
Comparte con la estación los mismos deseos.
En su nueva serie, Tocando Tierra, ha viajado por toda la República Mexicana
buscando esos músicos que, como ella, nacieron para cantar, para la música,
y que intentan todos los días cautivar con su voz, su cadencia, sus ritmos
y sus historias a públicos que quieren encontrarse de frente con el corazón,
con la vida de sus pueblos, de los pueblos de México.
Con esos artistas, que son sus colegas, sostiene conversaciones de artista a
artista en Tocando Tierra. Los mira en su día día,
para que la audiencia de la televisión conozca y valore el arte y el rumbo
de quienes viven al margen del negocio de los discos pero tienen la piel sensible
y el corazón vibrando.
Eugenia León es una artista auténtica por los cuatro costados.
La inteligencia está en su canto.
Cuenta en la entrevista cómo se ha abierto su propio camino, y cómo
cuando ganó el Festival OTI, el más importante de Iberoamérica
en su momento, se desató una especie
de guerra y no se le abrieron las puertas, como cualquiera habría podido
suponer.
José Antonio Fernández: ¿Un buen día
te dijiste: voy a vivir para cantar?
Eugenia León: Sí fue de pronto, pero el camino ya estaba hecho.
Cuando lo decidí, yo sabía que estaba destinada a algo.
Como todo joven, durante un tiempo traté de encontrar ese algo a lo que
quería dedicar mi vida.
Y anduve un tiempo buscando qué era eso que traía dentro. Buscaba
lo que me definiría.
Alguien dijo: no nacemos ciudadanos, nos hacemos ciudadanos. Y tuvo razón
al decirlo.
Mientras tú no sepas qué eres, no eres nada. Cuando un joven va
definiendo su vida, hay un momento en el que vive en un limbo creativo porque
no termina de saber para qué vino
a este mundo.
En la vida todos andamos buscando un objetivo para nuestra existencia.
Yo me sabía sensible a muchas cosas. El mundo del humanismo y la antropología
me interesaban más que las matemáticas y la contaduría,
pero de niña no me dije a mí misma que quería ser cantante.
Y no me lo decía
porque existían una serie de circunstancias que obnubilaban esa posibilidad
de darme cuenta de mi vocación.
José Antonio Fernández: ¿A qué circunstancias
te refieres?
Eugenia León: En mi casa, a pesar de que
la parte materna es muy bohemia, que les gusta torear, ir a los gallos y cantar,
que nunca faltó una guitarra en las fiestas en las que siempre se cantaba,
en realidad nunca se dio un incentivo para despertar capacidades de algún
tipo en los niños y adolescentes.
De muy jovencita yo no sabía cuáles eran mis capacidades.
Cuando entré a la prepa me encantaban las canciones de Mercedes Sosa y
Los Chalchaleros.
Medio se oían entonces las nuevas canciones de La Nueva Trova Cubana.
Mis hermanas y yo escuchábamos algunas canciones de Roberta Flack
y las cantábamos a voces. Lo hacíamos de forma sentimental, intuitiva.
Hasta que un día tomé la decisión de ser cantante, razón
por la cual me salí de mi casa.
José Antonio Fernández: ¿Cómo
fue eso?
Eugenia León: Somos cinco hermanos, tres
mujeres y dos hombres. Una de mis hermanas decidió salirse de mi casa porque quería estudiar
una carrera universitaria, lo que provocó un sisma en mi casa. Ahí se
rompen las relaciones padre-hijas, y es cuando entró a estudiar al CCH.
José Antonio Fernández: ¿Por qué la decisión
de tu hermana provocó un sisma familiar?
Eugenia León: Mi papá tenía
en mal concepto el que una mujer estudiara una carrera universitaria. Pensaba
que las mujeres se prostituían al estudiar y se hacían malas. Era
radical su posición
y muy dura. Quien hacía lo contrario a lo que él pensaba, simplemente
quedaba fuera de su afecto.
Mi hermana mayor había estudiado para secretaria en la Maddox y decidió estudiar
también CCH. Ahí estuvimos
juntas y empezamos a hacer la roncha. Yo venía de una escuela de monjas.
Fue un gran cambio para mí. En el CCH los alumnos pueden criticarse y
criticar lo que estudian. Ahí te hablas de tú con los profesores.
En el CCH viví el que chicos y chicas podían
ser amigos de una forma desinteresada, sin querer ningún noviazgo ni nada
por el estilo.
Y fue en el CCH donde tuve mi primer novio. Mi papá hizo un escándalo
absoluto. Era tremendamente conservador. Por eso tomamos la decisión de
salirnos las tres hermanas de la casa.
José Antonio Fernández: Pasado el tiempo, ¿cómo reaccionó tus
papá luego de ver el gran éxito y prestigio que lograste como cantante,
como artista?
Eugenia León: A las tres hijas nos ha ido
muy bien en lo que hacemos. Mis hermanas son doctoras, una en Literatura y la
otra en Ciencias Políticas.
Son personas muy respetadas en su ámbito universitario. Cuando nos salimos
de nuestra casa, nos fuimos a estudiar y a construir nuestras familias, en fin,
a formarnos. Una de mis hermanas tardó 9 años en reencontrase con
mi papá. Yo volví a verlo a los dos años
de mi salida. Lo busqué porque me iba a casar. Y sí me casé a
los 20 años. Fue mi primera vez. Había que probar. Echando a perder
se aprende.
Antes de casarme hicimos las paces mi papá y yo. Estuvo en la pedida.
Volvimos a tener comunicación.
José Antonio Fernández: ¿Alguna vez reconoció que
en su momento les cerró el camino y que ustedes mismas se lo abrieron?
Eugenia León: Sí se dio cuenta.
Cuando se iba a morir tuvo como una reflexión. Pensó que perdió el
tiempo de disfrutar a sus hijas. No nos pudo comprender en su momento.
José Antonio Fernández: ¿Esa polémica familiar tan
compleja te marcó de alguna manera y te hace actuar ante la vida de cierta
forma?
Eugenia León: Por supuesto que sí me marcó. Y también
estoy consciente de que uno repite esquemas.
Yo creo que la música también debe servirnos para cambiar, debe
ayudar a sensibilizarnos para ser conscientes de lo queremos hacer de nuestras
vidas.
José Antonio Fernández:
En varias ocasiones he estado en tus conciertos, y se da esa conexión
entre la canción, la cantante y el público. ¿Cómo
es que se logra esa conexión que logra crear un ambiente artístico
extraordinario, mágico?
Eugenia León: Se da por los públicos,
es la convocatoria de los públicos.
Cuando me permití participar en el Festival de la OTI (de la canción
Iberoamericana), me di cuenta que tenía que abrirme para jalar nuevos
públicos, que tenía que ser conocida en otros ámbitos.
Como artista, uno se siente inconscientemente como misionero. Algo debes dejar
en el alma del público que lo haga más sensible y mejor persona.
Cuando vas con un público que no te conoce, esa conexión no se
da del todo o no se da. Por ejemplo, en el Festival OTI podía resultarle
aburrido a ese público escucharme cantar canciones poéticas y no
ver un show espectacular al que estaban acostumbrados. Pertenezco a una generación
que nuestro show es nuestra voz, el contenido de nuestras canciones y la curaduría
de nuestro repertorio que tiene un discurso cultural, un sentido en los arreglos
e instrumentos musicales que utilizamos.
Yo sí me doy cuenta hoy que hay públicos a los que no voy a tener
acceso, ni me interesa tenerlo, porque tendría que transformarme en otra
cantante, en alguien que yo no quiero ser.
Esas experiencias, como el Festival OTI, a las que yo me abrí para no
quedarme en la marginalidad, también me dieron cosas buenas. Contacté con
gente que no había
visto mi mundo y que se dieron cuenta que ese mundo no les era ajeno. Sé que
muchos comprendieron que los perjuicios o los criterios impuestos por ciertas
televisoras y radios impide que muchachos jóvenes
escuchen otra cosa que también puede pertenecerles, si así lo quieren.
Y ahora vuelvo a tu pregunta: cuando en un concierto me encuentro con el público
que me sigue, que se identifica con lo que yo les ofrezco, entonces se da ese
gran momento del que hablas. Que, aclaro, también se logra a
veces con gente que no me conocía antes de sentarse en la butaca.
José Antonio Fernández: ¿Cómo es tu público?
Eugenia León: Es de todas las condiciones
económicas y sociales.
Igual viene un chavo punk que una señora de las Lomas o un niño
de clase media con sus papás,
que quieren compartir con él sus gustos por la música. En mis conciertos
puedes ver gente que casi, casi, trae la bolsa del mandado y el rebozo y también
jóvenes estudiantes. Mi público es de muy
distintas procedencias y se reúnen porque algo les interesa de mí.
José Antonio Fernández: ¿Cómo seleccionas tu repertorio
para darle al público que te conoce lo que quiere y también
renovarte y ofrecer nuevas propuestas?
Eugenia León: Yo selecciono conforme a lo que
es mi circunstancia personal.
Durante mucho tiempo no sentí que yo debía cantar tangos, pero
hubo algo que me hizo tomar el reto de cantarlos. No soy la misma de hace quince
años. Hay canciones que tuvieron su momento.
Hoy me interesa el recuento de las cosas, la asociación de ideas, las
relaciones culturales de una cosa con otra. En mi disco Pasional, que habla de
la desmesura amorosa, ubico tres escuelas que están muy ligadas a la desmesura:
el tango, la canción ranchera
y el bolero.
El año pasado hice un disco dedicado a Juan Rulfo, que son clásicos
de la canción mexicana.
Algunas piezas son muy antiguas, de 1800, como La Cautela. También incluí Voy
al Norte y Cucurrucucú Paloma. Y los acompañé con música
incidental que te lleva a imaginarte lo que es meterte a una obra de Rulfo, que
es mi experiencia personal de mis lecturas de Juan Rulfo. Hice una especie de
soundtrack inspirado en Pedro Páramo y en algunas narraciones de El Llano
en Llamas.
La gente que me escribe me pregunta el por qué no canto a los mismos compositores.
Les respondo que para mí ya no es determinante cantar a unos o a otros,
lo que me determina hoy es saber contar algo.
Decir algo que tenga un discurso. Sin un discurso, sin contenidos, me resulta
aburrido cantar, aunque las canciones sean bonitas y sonoras.
Ahora estoy por lanzar un disco que cuenta la historia de la música del
cine mexicano, desde los años treinta hasta ahora. Seleccioné canciones
que corresponden a escenas que a mí me emocionan por alguna razón.
No es una historia oficial, es mi mirada de la música
del cine mexicano.
José Antonio Fernández: Eres muy
emotiva al cantar canciones de amor. Muy apasionada.
Eugenia León: La canción romántica
no es mi fuerte. Puedo cantar Como yo te amé, de Manzanero, pero Manzanero
no es mi fuerte. No me identifico con su sensibilidad amorosa. Me puedo identificar
mucho más
con un tango de Gardel o de Piazzolla, porque seguramente encuentro esa frase
amorosa que tiene que ver conmigo y con mis reflexiones de la vida. Para mí el
amor no se encierra en la frase: te dejé y entonces te quiero mucho. No
voy por ahí. A mí me gustan las canciones amorosas que llevan a
algo, más que a la mera circunstancia.
Todo el que ha cantado canciones de amor en donde sea, hasta en la regadera,
estará de acuerdo conmigo que hay canciones que se vuelven algo más.
A mí no me interesa el mundo del bolero como tal. Me gustan, me llegan
y canto ciertos boleros.
El bolero Envidia me parece fabuloso. Describe una pasión que nos cuesta
trabajo reconocer.
José Antonio Fernández: ¿Quieres decir que las canciones
que cantas las seleccionas porque tienen que ver con tu vida, de ahí tu
pasión y poder en escena?
Eugenia León: No, no es autobiógrafico
lo que canto. Sí son
canciones que tienen que ver con mi escencia. Me identifico con esas piezas porque
encuentro en ellas algo que alguna vez me ha preocupado o me ha interesado saber,
conocer o comprender.
Yo siempre siempre he tenido una gran necesidad de entender al mundo que me rodea
y lo que habita mi alma.
Cantantes como Lupita D'Alessio, dicen que cantan cosas que les han pasado en
su vida. Conmigo no sucede así, las
menos de las veces canto canciones que tienen una referencia a lo que me ha sucedido
en la vida.
Yo pongo mi voz al servicio de mis reflexiones y me convierto en muchos personajes
al cantar.
José Antonio Fernández: Tengo la impresión de que si cantaras
tus canciones porque sus letras te mueven a la reflexión, serías
una cantante lejana, hasta fría, pero no es así. Desbordas pasión
en cada canción. ¿Cómo es eso?
Eugenia León: La pasión está en mi temperamento. Puede ser
una canción de Cri-Cri, pero la canto con emocionalidad porque estoy totalmente
involucrada con lo que canto. A veces quisiera expresar más de lo que
sé tengo dentro de mí. En ocasiones pudiera ser más colorida,
vocalmente, con mis interpretaciones.
También es importante saber algo que me parece esencial: la pasión
no es la sobre exposición de los sentimientos.
También es la tranquilidad para decir con una economía de recursos
lo esencial que tienes que decir. Ni más, ni menos.
Al cantar, por un lado se da el juego de una voz que te permite interpretar y,
por otra parte, confluye otra vertiente que no es la de tener gran potencia de
voz o de sonidos vocales, sino de ser esencial y decir sólo lo que te
está pidiendo la pieza musical y lo que el compositor sintió que
había que decir.
José Antonio Fernández: Me decías al principio de esta conversación
que cuando eras muy joven pensaste que tenías una misión en la
vida. Luego de años
de ser artista, ¿es tu misión cantar?
Eugenia León: Sí lo es, así lo
siento.
José Antonio Fernández: Y bajo esta idea mágica de sentir
que tienes una misión, ¿que encierra lo que te tocó hacer
en la vida?
Eugenia León: Estamos en un tiempo en el
que se dice que cantar es la labor de divertir a un público. Que cantante
es alguien que hace un show y que sale mucho en la tele. Sin embargo, para mí cantar
es otra cosa.
El canto para mí es algo sagrado. Es una tarea que se te da y que hay
que honrar. Y hay que honrar al canto en la riqueza o en la pobreza, siendo famoso
o no famoso, estando más joven, más viejo, más feo o más
guapo. La voz en las condiciones en las que estés, es una y a ella no
puedes renunciar ni deshonrar.
Para mí el canto es muy místico. Sabía, desde que me inicié,
que mi carrera sería de muchos años en los que viviría tramos
de mucha incomprensión.
Sabía que muchos se preguntarían el por qué no busqué el
reflector más grande y ser mucho más famosa y
espectacular. Y algunos sé que se preguntan también el por qué no
vivo a la manera de una estrella. La gente espera que vivas como una estrella
y te comportes como lo dicen las revistas. Pero mi vida no va por ahí.
Mi carrera es de conocimiento, de resistencia y en ocasiones de silencio. Mi
perfil no es espectacular, es resistente.
Ser fiel a lo que tú eres, te permite ser pero también te obliga.
Ser cantante para mí no es sólo subirte
a un escenario, también es vivir la vida y ser feliz.
Por eso doy tanta importancia a la selección de las canciones, a los arreglos
y a la instrumentación.
José Antonio Fernández: ¿A qué has
sido fiel como artista a lo largo de tu carrera?
Eugenia León: A mi canto, por supuesto.
A mi persona, a lo que yo siento, a lo que soy, a mi naturaleza. Me he padecido
y me he gozado.
Hoy puedo estar en una momento que Rulfo decía que es un tesoro, que es
la tranquilidad.
José Antonio Fernández: Alguna vez entrevisté a Marcial
Alejandro y me contó que cuando ganaron el Festival de la OTI, él
como compositor de Fandango, pensó que se le abrirían todas las
puertas. Pero no fue así. Se desconcertó. ¿Pensaste tú también
que se te abrirían las puertas
de disqueras y de la televisión con el Festival OTI?
Eugenia León: A mí me pasó lo
mismo que a Marcial Alejandro. Estuvimos en el ojo del huracán y pensamos
que nos hacíamos conocidos, lo que no era así. Nos hicimos
famosos de momento al ganar la OTI, que es distinto, pero nosotros en realidad
seguíamos siendo unos artistas marginales que aparecíamos en la
televisión. Una parte del medio nos cerraba las puertas y nos atacaba,
y no entendían cómo habíamos llegado hasta ahí, a
la final del Festival en Sevilla, en España.
Al igual que el mundo de las mafias, en el fondo nosotros tampoco entendíamos
cómo le habíamos hecho para llegar al final de la OTI y ganar el
Festival.
Tuvimos un golpe de suerte porque en ese Festival participaron jueces que sí sabían
de música, como
Manuel Esperón y el violinista Manuel
Henríquez. Fue un momento único. Llegamos en el momento en el que
debimos estar. En otro momento ni la puerta no hubieran abierto.
José Antonio Fernández: ¿Qué pasó con
ustedes en ese 1985, luego de que ganaron el Festival OTI con Fandango?
Eugenia León: Luego de ganar el premio
tuvimos que lidiar con un mundo que no nos conocía y que tampoco comprendía el por qué éramos
distintos.
Ellos estaban acostumbrados a la música comercial que hacían sonar
todo el tiempo en la radio.
A nosotros nos tacharon de mamones, de rojillos y ¡de agentes del espionaje
soviético! ¡Deveras!
La gente de la televisión comercial nos veía
como bichos raros. Y, por el otro lado, los grupos de la izquierda cerrada decían
que éramos unos traidores por haber
participado en el Festival OTI. Una artista que ahora ha cantado con Shakira,
dijo que yo era...
Lea más de lo que dijo Eugenia
León
publicado en exclusiva por Canal100.com.mx
una traidora de la
revolución
socialista.
José Antonio
Fernández: ¿Qué cantante te criticó
y te calificó de traidora?
Eugenia León: Mercedes Sosa. La misma
que hoy ha cantado con Shakira, una cantante súper
comercial que vende millones de discos.
Gente de los partidos
de oposición, también nos criticó fuerte.
Y a Marcial Alejandro y a Jaime López les tundieron más duro
que a mí.
En ese tiempo no fue
fácil todo lo del Festival OTI. Conforme fuimos avanzando
en el concurso, nos fueron atacando cada vez más por todos lados.
Y como ganamos el Festival luego de sucedido el terremoto, muchos dijeron (y
en su momento no esperabamos más de ciertas personas), que nuestro triunfo
se debía
a la compasión
del Jurado por el sismo del 85 en México y no porque nuestra canción Fandango
lo valiera.
Al final de cuentas
el triunfo
en el Festival OTI se transformó en un reto para nosotros.
Teníamos que mantenernos firmes, no quebrarnos y hacer lo que nosotros
pensábamos sin cerrarnos a las disqueras, a los representantes, a los
productores y a la televisión, que son mundos muy complicados.
Del Festival OTI debíamos
sacar lo bueno para aprender. En ese momento de triunfo teníamos
que reconocer, además, que no éramos en el 85 los grandes profesionales
del mundo de la música. Teníamos talento, pero otra cosa era
que supiéramos
cómo se produce bien un disco, cómo se negocia con las disqueras
y cómo es el mundo de la televisión.
José Antonio Fernández: ¿Fue un
gran salto para tí ganar
el Festival OTI?
Eugenia León: Creo que sí, nos conectó con la industria.
Vimos lo que debemos y lo que no debemos de hacer, y nos dimos cuenta a qué no
teníamos que hacer caso.
José Antonio Fernández: Explícame eso.
Eugenia León: No
debes hacer caso a los espejismos. A que si haces tal cosa entonces vas a
ganar más aplausos,
y entonces te van a contratar más y vas a vender muchos discos.
Te lo digo así:
hay voces que siempre te quieren sacar de tu camino.
A pesar de los tropiezos,
lo que hoy a mí me hace ser una cantante respetada,
es que me he mantenido en un camino que yo me tracé desde el principio.
José Antonio Fernández: ¿Cómo defines ese camino?
Eugenia León: Es ser una cantante de
esencia, de una riqueza cultural y de una propuesta personal. Una cantante
que no se niega a ver que el mundo está hecho también
de lentejuelas.
En ese tiempo no era
fácil
todo lo de la OTI.
Antes pensaba que podríamos
hacer la revolución
desde el escenario, pero hoy sé que los cambios individuales son los
que funcionan y que yo como artista puedo ayudar a que se den esas transformaciones
personales.
Soy una cantante que
me permito dudar de la historia oficial, y hablo de esa historia oficial
del gobierno, de las disqueras, de los ejecutivos, de las televisoras. Yo
también tengo mi propia versión y mi propia conclusión
de las cosas, y eso me da la oportunidad de vivir con cierto equilibrio.
José Antonio Fernández: ¿Es cruel y dura la relación
con las disqueras?
Eugenia León: Sí llega a ser cruel y dura, y no lo digo por mí.
Te puedo decir que en el caso de Toña La Negra, su familia nunca ha recibido
un peso de regalías y viven en una pobreza que da pena verlos.
Si no te pones las
pilas, te puedes quedar sin nada aunque hayas grabado una enorme discografía.
Es el caso de Tehua, que firmó su carta
de retiro y la disqueras no le dan un peso. Así hay muchos casos. Si
no sabes negociar te quedas sin el dinero y, lo que es más importante,
sin tus audios originales porque los desaparecen. Además, nunca te dan cifras.
Si te contratas con
una disquera debes saber qué vas a ganar, porque no
todo es malo, y que darás a cambio.
Yo prefiero ser cabeza
de ratón. Con mis recursos yo produzco
mis discos, y eso es mi patrimonio y el de mi hijo. Yo soy editora y
distribuidora de mis discos.
José Antonio Fernández: ¿Negocias también
con las televisoras comerciales?
Eugenia León: Nunca fui objeto
de interés
para las televisoras porque mi perfil no corresponde a lo que ellas manejan
como valor. Tampoco lo es mi físico
ni lo que he cantado. A lo mejor valoraban mi voz, pero ellos no necesitan
de alguien que cante bien para hacerla estrella.
Primero son sus estrellas,
todo los demás
es sólo parte del mobiliario. Es decir, los cómicos que sí hacen
comedia, los actores que cantan y los actores que sí actúan,
forman parte de los extras que acompañan
a la verdadera estrella. Monsiváis dice que todas esas estrellas
comienzan desde arriba.
José Antonio Fernández: Eres la única cantante que tiene
un espacio en la televisión, en Canal 22, y no digo propio porque esos
espacios nunca son propios, pero sí es un espacio firmado
con tu nombre.
Tienes mucho tiempo en Canal 22. ¿Qué significado tiene para tí?
Eugenia León: Para mí es un extraordinario
privilegio. Me siento feliz, honradísima, regalada. Con Canal
22 tengo una identificación natural.
Debo decirte algo:
siento que es un privilegio, pero creo que es un privilegio que me he ganado.
Mi sentir es que consigo tener comunicación con el televidente
como conductora. Exploro en televisión qué pasa con nuestras
tradiciones, con nuestros instrumentos musicales, con los cantantes veteranos,
con los jóvenes
y niños.
Viajo por ese mundo
de la música en el que hay muchas preguntas:
si el mariachi es el que más expresa, qué tanta vigencia tienen
otras ideas musicales, cómo la música norteña ha permeado
todo México y más allá de la frontera, por la migración
y también por el narco, aunque el factor migración es fundamental, y
qué historias cuenta nuestra música.
La migración
ha transformado el mapa musical de México. Hoy en
San Juan Chamula, en Chiapas, escuchas música grupera. Preservan su
música
sólo para sus cuestiones religiosas. No suena en la
radio local.
Años de imposición
musical en la radio y en las disqueras, crean un gusto en la gente.
Pienso que los medios
pueden ser buenos o malos, dependiendo el qué proyectas
en ellos. Hoy por hoy puedes transmitir un mensaje interesante,
divertido y transformador a la audiencia.
No he visto nunca mi
espacio en el 22 como un homenaje a mí misma. Yo
no invito a artistas al programa, como he visto hacen otros, para que hablen
de mí.
Mi realidad como cantante
me permite ser testigo de un montón de acontecimientos
sociales y culturales. Mi lenguaje son los sentimientos y la sensibilidad
musical, y eso es lo que busco poner en pantalla. Y si tengo posibilidad
de hablar con otro artista, pues entonces abro esa gran puerta para conocerlo,
para conocer lo que trae dentro, lo que le preocupa, lo que siente, lo que
vive y lo que cuenta en sus canciones, cómo lo cuenta, con qué instrumentos
y en qué condiciones
lo hace.
Quiero saber de un
artista, el cómo
se retroalimenta como creativo, no cuántos
esposas ha tenido.
José Antonio Fernández: Ahoras que hablas
de ese tipo de preguntas, como la de cuánta s esposas o maridos ha tenido,
te planteo lo siguiente: ¿por
qué no preguntar sobre los maridos o las esposas a un artista? También
retrata el tema, ¿o no? Ahí está el famosisímo
caso de Enrique VIII.
Eugenia León: Puedes hacer una pregunta
de ese tipo si de ahí vas
a algo que te permita entrar al personaje. Es distinto eso a lo que pasa hoy
con las revistas del corazón, que son historias que nada dicen. ¿Qué importa
si uno es novio de otra?
Una anécdota
de alguien se puede volver una historia interesante dependiendo de cómo
la relaciones, para qué y por qué. El caso de Enrique
VIII es relevante aún hoy por el poder que tuvo y por lo que sucedió con él,
sus amores y su pueblo.
José Antonio Fernández: Tu personalidad es una combinación
poco común: por un lado tersa y suave y por otra parte muy fuerte. ¿Así eres
en todo
en tu vida?
Eugenia
León: Algo hay de eso. Te aclaro que soy fuerte, pero no
agresiva.
José Antonio Fernández: No has detenido
nunca tu carrera como artista, ¿cómo
has logrado esa dinámica?
Eugenia León: Siempre
estoy buscando algo. Imagínate que hoy todavía
quisiera vivir de cantar El Fandango. Sería una locura y me habría
vuelto loca.
Sé que hay artistas
que viven del pasado y de las medallas colgadas de la pared, y puede ser
comprensible. Hacer cosas nuevas implica que de pronto en alguna medida te
desprendas de lo que eres, y eso cuesta mucho trabajo hacerlo. Además,
el hacer cosas nuevas puede resultar no rentable o no exitoso, o que simplemente
no te vaya bien o que no llames la atención
de la gente. La decisión de ir por lo nuevo, es compleja.
Pienso que quien se
queda con las glorias pasadas únicamente, pertenece a sistemas
que le obligan a estar ahí. No los dejan ir más allá y ellos aceptan.
Y es que eso les da dinero, de una u otra manera, y también estatus.
Les da fama y se les identifica como el cantante de tal o cual legendaria canción.
Y de una o dos canciones pueden vivir por años.
Presentar una nueva
canción
o un nuevo repertorio, es empezar
de cero. Hay quien prefiere
no meterse en esos caminos porque quizá creen que pueden ser tortuosos, y sin
duda es posible que lo sean. Para mi son emocionantes y te deparan cualquier
cantidad de sorpresas.
José Antonio Fernández: Como mexicana, ¿cómo te ha
ido en el extranjero, qué has
vivido?
Eugenia León: Viajé fuera
de México por primera
vez en 1976. Cada viaje
ha sido distinto porque mi
madurez emocional ha cambiado
con el tiempo.
Cada vez voy gozando
más lo que hago, me he ido quitando telarañas.
Para mí, complacer a alguien
es proyectar el placer que
yo tengo para con lo que hago.
Cuando estoy fuera
de mi país, sé que disfruto estar en un escenario
y también busco encontrar ese repertorio en el que la gente identifique
a México.
Intento siempre cantar clásicos de la canción
mexicana, pero aportando musicalmente.
Canté en Egipto
con su sinfónica. El Embajador de México
en Egipto nos dijo: aquí la gente no sabe o sabe poco de nuestro país,
tienen que basar su presentación en los clásicos como Bésame
mucho y México, lindo y querido.
Yo no le saco a cantar
esas canciones clásicas, pero las pongo en el escenario a mi modo, encuentro los arreglos,
los instrumentos y mi interpretación,
que incluye hasta los movimientos
corporales.
Lo importante es que
cada quien imprima lo suyo en el escenario
con la canción
que sea.
José Antonio Fernández: ¿Qué pasó aquella
vez en Egitpo?
Eugenia León: Fue
muy emocionate porque vi
a gente con lágrimas
en los ojos. Había público egipcio y también
latinoamericano. Se sintieron
identificados. Fue una
maravilla.
José Antonio Fernández: ¿Se da ese sentimiento patriótico
cuando cantas en el extranjero?
Eugenia León: Sí se
siente. Cuando lo sentí brutalmente
fue en 1985 en Sevilla,
cuando el Festival OTI,
porque no podíamos
regresar a México por el
terremoto. En ese tiempo
yo sufría pánico
escénico. A
eso agrega que el Jurado
que nos calificaba
eran personas importantes
de distintos países.
La sensación
es muy fuerte. Sufres.
No se lo deseo a nadie.
Y sumo algo más
de ese 1985: que estaba cantando en España. Un
país que en ese tiempo me causaba sensaciones culturales contradictorias.
Me emocionaba cantar en Sevilla, pero al mismo tiempo estaba en el escenario
de un país que tiene una historia complicada con México.
No fue fácil. Sentí rechazo y cariño, porque no te sientes
del todo aceptado, porque somos indios, somos mestizos. Se da una sensación
ambivalente.
Estábamos en
pleno Festival OTI y sabíamos del terremoto, de miles
de muertos. Y entonces escuchas que te dicen: no te vayas, tu misión
es estar aquí. Canta lo mejor que puedas. Representas a México.
Cuando se dio todo
eso en Sevilla, había que convertir todos esos sentimientos
contradictorios y negativos en interpretar una canción de forma mística,
ofreciéndome en el escenario.
Debía convertir todo eso que me
podía
acobardar, en fuerza como la del caballero andante. Me decía por dentro
yo misma: vamos a echar la mística y el corazón por delante,
porque yo le voy a cantar a México que hoy está tirado en los
escombros, y Fandango es una canción
que habla de la fiesta
de Tlacotalpan.
José Antonio
Fernández: Muchos
guionistas, productores
y directores de cine
y televisión
hacen las biografías
completas de los personajes
de la historia, aunque
no aparezcan en pantalla
necesariamente las
vidas completas de
esos personajes. ¿Tú
también haces biografías
de las
canciones, de dónde
vienen, adónde
van, quién
las hizo, su éxito,
quién las
armó...?
Eugenia León: En
algunas ocasiones
sí lo hago.
Particularmente
cuando el disco
de Tangos, investigue
y escuché muchos
tangos ,
pero siempre tuve
en mente el no
imitar. Con los
tangos es fácil
que termines hasta
arrastrando la
voz, como lo hacen
los argentinos.
La fuerza expresiva
de los tangos,
de lo que dicen
sus letras, sí me
pertenecen, pero canto los tangos como mexicana, porque soy mexicana.
José Antonio Fernández: El programa que conduces ahora en Canal
22, Tocando Tierra, ¿tú lo
propusiste?
Eugenia León: No,
me lo propuso Jorge Volpi, el Director del 22, hace ya
dos años.
Cuando me dijo que
quería que hiciera un programa fuera del estudio en
el que tendría que viajar, se me fue el alma al suelo. No sabía
si iba a poder porque tengo un niño de 11 años. Pero acepté.
No me permití angustiarme.
Sí me ha afectado
físicamente el esfuerzo de los viajes, pero la
experiencia que he vivido ha sido fantástica. Me estoy transformado.
Luego de recorrer más de 7,000 kilómetros por nuestro país, quiero
más
a México.
Lo que he vivido en
las grabaciones me ha dado un enriquecimiento emocional y artístico
muy grande. Es un viaje musical y humano por México en el que no entrevisté a
la gente de momento y ya. Con algunas comunidades era convivir con ellos
todo el día,
desde las siete de la mañana
hasta la noche.
Estuvimos ahí con
la gente, en los pueblos, con el equipo de producción,
con Alejandro Strauss, el director, y dejamos que las cosas sucedieran,
y pasaron muchas cosas maravillosas.
José Antonio Fernández: ¿Por qué consideras que
te enriqueció, qué viste?
Eugenia León: Me enriqueció sobre
todo humanamente.
Cuando vas en la carretera
siempre estás pensando que se te viene el tráiler
encima, en qué vas a hacer cuando tengas que ir al baño
y cosas por el estilo, que en realidad son tontas.
En el programa Tocando
Tierra vivimos lejos del hotel cómodo. Nos metimos
en las comunidades, me llené de otro tipo de paciencia, de otra manera
de entender el tiempo, de ver a los demás, de escuchar, de comprender
otras formas de conversar con personas que jamás había
visto en mi vida y que tienen otras visiones del mundo, de la vida.
Abrí corazón
y oídos. Recibí tanto, que estoy escribiendo
un diario de lo que viví en las grabaciones del programa Tocando Tierra,
porque sé que muchas cosas importantes no podrán salir al aire
en la serie porque no cabe tanto. Fue mucho lo que recibí.
José Antonio Fernández: Eres una artista
a la que le ha ido muy bien a lo largo de toda tu trayectoria. ¿Cuándo
te las has visto negras, cuándo has visto esos momentos complicadísimos?
Eugenia León: Me ha ido muy bien, y debo
decir que en buena parte he obtenido buenos resultados porque soy muy trabajadora.
A lo largo de mi carrera
he vivido momentos muy difíciles. Hace unos años
me separé del papá de mi hijo. Entonces viví una situación
económica muy gravosa. Es una larga historia. Fue un momento muy doloroso.
¡Salí, porque me los amarré!
En los momentos difíciles,
lo importante es que la angustia no te paralice. Tienes que pelear mucho
por respirar, respirar y relajarte. Sin angustia, tienes que pensar
las salidas.
Yo prácticamente nunca
he tenido patrocinios de nada, me las he visto siempre sola. Me ha resultado
bien al fin de cuentas, pero a nadie le cae mal un apoyo.
Hoy
el Canal 22 representa un apoyo a mi carrera.
Hay una frase que dice:
las musas existen, pero deben encontrarte trabajando. A mí me
encontraron trabajando.
José Antonio Fernández: Veo que mantienes tu distancia con la política. ¿Por
qué?
Eugenia León: Hoy mantengo
mi distancia con la política más
que nunca, me cae gordísima, y los partidos más.
En los años
setentas fui militante del Partido Comunista Mexicano, que después
se convirtió en PSUM.
En realidad nunca he
sido activista. Me han llamado los gays, los del movimiento por
el asunto de las muertas de Juárez, me hablaron también cuando el
voto por voto. Yo apoyo lo que considero justo, pero no apoyo a las personas
porque sean los grandes líderes. Ya no creo en esas cosas, tengo
mis reservas.
De pronto hubo gente
que tomó como un himno la canción
de La Paloma, pero eso lo hizo la gente, yo no busqué que así sucediera.
No formo parte del
grupo que adora a una persona. A mí me parecia
bien el voto por voto, para que el ganador hubiera dicho: ¡gané a
la buena! Esa duda que se siembra sexenio tras sexenio, nos ha hecho un daño
espantoso, porque no hay confiabilidad en nada.
No me interesa ser
diputada por ningún partido.
José Antonio Fernández: ¿Qué crees
que hace falta en México para que demos ese paso que
nos haría mejores?
Eugenia León: Ese paso lo tenemos que dar desde nuestra casa, empezando
por nosotros mismos, con nuestra familia, con nuestra calle, con nuestros vecinos
y con nuestra forma de vivir.
Debemos tener el valor civil de denunciar lo que no está bien y también
de aportar. De no vivir esperando que venga un papá grandote
a cargarnos. De tener una sana distancia con los partidos.
Me parece que la política
profesional se ha pervertido tanto que ya no creo en los partidos, porque
ellos mismos se han encargado de desprestigiarse.
Yo no creo que sean
gobernantes, son administradores.
José Antonio Fernández: ¿Has perdido el piso alguna vez?
Eugenia León: Cuando pierdes el piso
la vida se encarga de darte unos buenos revolcones y ubicarte. Cuando
no te das cuenta del mensaje, estás en graves problemas. Y es que el ir para
arriba no tiene que ver con el éxito
económico
ni con aparecer en las revistas del corazón.
Tampoco significa que toquen una de tus canciones en la radio.
El verdadero poder
de la presencia pública de un artista es la credibilidad.
Y la credibilidad no se basa en salir muchas veces en las revistas o en cuántos
escándalos provoques. Porque fama pública tiene la mataviejitas
y también la Serrano, que ya da pena verla. No hay por qué someterse
a ser un bufón para estar en los medios. Yo sabía que eso no
lo iba a aceptar porque no tengo hígado para aguantarlo.
La constancia del trabajo
creativo es lo que alimenta la credibilidad del artista.
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