Xavier López, conocido por millones de mexicanos
de cinco generaciones como Chabelo, ha mantenido el espíritu de su personaje
luego de casi 48 años. Lo interpretó por primera vez en 1954, en
el primer programa de televisión de Panzón Panseco.
Chabelo es todo un proyecto de vida dedicado por completo a la diversión
de los niños.
Buena fama, diversión sencilla para los "cuates" y juegos que
han levantado por décadas a millones de familias a las 7 de la mañana
todos los domingos, son los elementos de la fórmula del éxito que
sólo Xavier López ha logrado descifrar.
Contados son los artistas que han conseguido que su personaje sea reconocido y
apoyado cariñosamente por el público. Chabelo venció al tiempo,
le ganó la partida a las desveladas del sábado, encontró
en la televisión su medio natural y su rostro de niño se afianza
con las décadas. Lo único que yo debo reclamarle, es que haya dejado
guardada para siempre la divertida y original serie Mi conciencia y yo.
José Antonio Fernández:
¿Qué sientes hoy por la televisión, luego de esta larguísima
trayectoria?
Xavier López Chabelo: Mi madre del espectáculo es la televisión.
A mí me parió la televisión. Es el primer punto de contacto
que tengo con el medio artístico.
Mi carrera se dio por el destino, fue inesperada. Yo era un niño provinciano
de 9 años, común y corriente, que vine a la capital a estudiar.
Mi padre me había dado una educación muy rígida, al estilo
guanajuatense.
Mi papá me enseñó, y se lo agradeceré toda la vida,
a ganar dinero desde muy chico. A los seis años empecé a ganar
dinero trabajando como campesino en un rancho de Guanajuato. La consigna de
mi papá era que de lo que ganara siempre le diera la mitad a mi mamá.
Ganaba uno veinte a la semana. Ese dinero era mucho para mí.
J.A.F.: ¿El rancho era propiedad
de la familia?
X.L.CH: No, era de un amigo de mi padre.
Sembraba uvas, coles, papas, cebollas, sandías... Toda la magia de la
naturaleza me ha rebotado al paso de los años como una maravilla.
J.A.F.: ¿A qué te refieres
con la magia de la naturaleza?
X.L.CH: A los seis años yo cargaba un costal y sembraba papas.
Marcaba los surcos en los que yo había sembrado cada papa. A los 4 ó
5 meses veía cómo, en el lugar en el que yo había colocado
una papa, ahora aparecían 15 ó 20 papas. Eso me parecía
mágico. Me sentía partícipe de esa magia.
Ese contacto con la naturaleza forjó mi manera de ser y mi carácter
como hombre. Yo tengo la teoría de que todo en la naturaleza obedece
a leyes concéntricas. Pienso que los seres humanos hemos sido traídos
al mundo para ser felices, y la felicidad estriba justamente en ese acercamiento
que tú como ser humano te propongas tener (o puedas tener) con la naturaleza.
J.A.F.: ¿Has sido feliz?
X.L.CH.: Yo diría que sí, y me refiero a lo que entendemos
como felicidad en una persona. Creo que ningún ser humano puede decir
que es feliz permanente. Y pienso que los seres humanos venimos al mundo a ser
felices, no a sufrir.
J.A.F.: ¿Crees que le diste
una vuelta al destino, o el destino te tenía preparado convertirte en
un gran personaje para entretener a toda la familia?
X.L.CH.: Cuando yo tomé la decisión de dejar el segundo año
de Medicina, mi padre sintió que cometía una aberración
al abandonar mi carrera para dedicarme a ser actor. Pero enfrenté con
valentía la rigidez de su carácter. Yo sabía que el ser
actor era tan noble, digno e importante como ser médico, y que tenía
que prepararme. Me dediqué a estudiar y sigo estudiando.
J.A.F.: ¿En qué trabajaste
al llegar a México?
X.L.CH.: De los 9 a los 14 años vendí cigarros en el Hipódromo
de las Américas (y también estudiaba). Uno de mis vecinos me dio
el contacto. Fui el vendedor estrella del Jockey Club. Al segundo año
de trabajar en el Hipódromo los cigarros ya no me importaron tanto. Me
levantaba a las cinco de la mañana y me iba al Hipódromo a ver
el entrenamiento de los caballos. Yo ganaba más dinero con las propinas
que me daban los señores apostadores por los tips que les decía.
Me relacioné con jockeys, entrenadores y apostadores. Aprendí.
En el Jockey Club había bailes y me daban permiso para vender cigarros
de noche. Cuando me "entraba" el sueño me salía a tomar
aire a la tribuna, y en ocasiones me tocaba oír sonidos raros y luego
ver a señores que regresaban al salón con señoras que no
eran precisamente sus esposas, Y curiosamente luego esos mismos señores
se acercaban conmigo y me daban 20 ó 50 pesos. Confieso que al principio
esos "encuentros" en la tribuna fueron casuales, pero después
cuando veía que alguna parejita salía del salón, yo con
discreción salía tras de ellos... y me daban mis propinas.
J.A.F.: ¿Por qué renuncias
al Hipódromo?
X.L.CH.: Ya a los 14 años a mí no me gustaba el traje de
botones, me sentía más grande. Además necesitaba adelgazar.
Yo fui una persona que no crecía porque tenía un serio problema
de peso. Para que tengas una idea, a los 13 años yo pesaba lo mismo que
hoy y medía uno cincuenta y cinco de estatura. Costaba más trabajo
darme la vuelta que brincarme.
Yo me quería sacudir ese problema y me hice muy deportista. Me esforcé
mucho. En un año crecí 28 centímetros y me convertí
en un hombre muy fuerte. Aprendí a ser luchador y fui campeón
nacional de lucha grecorromana. Pude ir a la Olimpiada de Helsinki, pero por
falta de 40,000 pesos no asistí. Necesitaba un patrocinador, pero como
yo no sé pedir, sólo trabajar, me quedé con las ganas.
Después fui jugador de futbol americano. Un día me purgaron y
por eso ya no seguí.
J.A.F.: ¿A qué te refieres
con que te purgaron?
X.L.CH.: Cuando yo salí de la Liga de Bachilleres, tenía fama
de ser muy golpeador, pero no malo. Yo sabía pegar, era tacle defensivo.
Como era de los más grandes y más fuertes, tenía fama.
Decidí saltar a la Liga Mayor. El Chivo Córdoba (uno de los jugadores
más conocidos de la Universidad), me regaló el número 45
de su jersey. Jugamos un día contra el Colegio Militar y me golpearon
mucho. Yo no me quise salir de la cancha. Me rompieron dos costillas. El juego
era ver qué tanto aguantaba. Terminé en el hospital. Todo adolorido,
en la cama del sanatorio reflexioné a dónde me iba a llevar el
futbol americano. Sabía que en México no había futbol profesional
y pensé que no sería una gran estrella. Dejé el futbol
americano.
J.A.F.: ¿Trabajabas ya como
actor en televisión?
X.L.CH.: Yo entré a la televisión a trabajar como ejecutivo V.
Es el que va por las tortas, por los cigarros, por los cables, por los papeles...
Estudiaba Medicina y trabajaba en lo que hoy es Televisa. Durante año
y medio prácticamente no dormí, porque la televisión te
exige mucho y la carrera de medicina también ((hay que estudiar libros
de 4,000 hojas que te tienes que aprender casi de memoria, no puedes confundir
el fémur con la clavícula). Una mañana, en la Universidad,
luego de que llegué me quedé dormido en el salón. Me despertaron
y yo abrí los ojos pero no sabía quién era yo, donde estaba
y quiénes era los que estaban junto a mí. Fui recuperando poco
a poco la memoria.
A los 15 días me volvió a pasar lo mismo y mi maestro de Anatomía
me preguntó qué me pasaba, le platiqué cuál era
mi vida y me mandó a hacerme unos análisis. Le llevé los
resultados. Me dijo que estaba a una hora, un día o un mes de que me
diera amnesia total, tenía anemia cerebral. Me cuestionó y me
sentenció: o estudias o trabajas, así no puedes seguir más.
Y entonces fue cuando me armé de valor, hablé con mi papá
y dejé la Medicina.
J.A.F.: ¿Pasaste del Hipódromo
a la televisión?
X.L.CH.: No, en el inter yo vendí huevos de puerta en puerta, libros,
detergente...
J.A.F.: ¿Te nació de
inmediato la pasión por la televisión?
X.L.CH.: A mí me llevó a la televisión Andrés de
la Garza. Yo era asistente. La televisión empezaba, todo lo hacíamos
en vivo. No existían los apuntadores. Los actores debían aprenderse
los parlamentos. Yo me aprendía todos los papeles, y como los teleteatros
eran en vivo sucedía comúnmente que algún actor no podía
llegar. Entonces yo lo suplía imitando su voz. Recuerdo que se reían
en el foro porque imitaba bien las voces.
A pesar de que en ese tiempo yo era un muchacho muy introvertido, "ranchero",
fui superando esa manera de ser como provinciana.
J.A.F.: ¿Cuál fue el
primer programa en el que participaste?
X.L.CH.: En el primer programa de Panzón Panseco, el mismo Panzón
me invitó para que yo hiciera el personaje de un vendedor de dulces que
se escondía debajo del podium del juez durante un juicio. El narrador
decía que en la sala había tensión, expectación
y solemnidad. Y de repente yo salía gritando: "hay chicles, chocolates,
charritos..." (imitando la voz de Pepe Peña, el conductor del entonces
famoso programa de radio El risámetro). Por esa actuación me pagaron
diez pesos y ahí empezó la bolita.
Al poco tiempo Panseco se regresó al radio porque no pasó nada
con su programa en televisión. Se separan la pareja de Panseco y Gamboa,
y yo me voy de ayudante de Gamboa. Para ese entonces, yo también era
camarógrafo, estudiaba medicina, vendía mole, planchaba ajeno...
¡hacía de todo!
Siendo ayudante del señor Gamboa (el tío Gamboín), yo también
trabajaba como floor manager en el programa Variedades de Mediodía, en
el que aparecían los comediantes más famosos, como Héctor
Lechuga y Sergio Núñez Falcón. Me invitaban para que participara
en los sketches y yo actuaba en ellos.
Gamboa (el Tío Gamboín) hacía un programa en las tardes
que se llamaba Carrusel Musical, en el que cantaban canciones y escenificaban
chistes. Ahí participaban el quinteto Salinas, con Chucho Salinas en
la batería, los Tres Ases, con Marco Antonio Muñiz como solista,
las hermanas Navarro y
Kippy Casado.
Un día, Ramiro Gamboa me dijo que me había visto representando
a un niño en Variedades de Mediodía, y que quería que presentáramos
chistes de niños en el Carrusel Musical. Cuando llegué a mi casa
esa noche, corté unos pantalones. Al día siguiente actué
el chiste en Carrusel Musical con la voz que hoy tiene Chabelo y con pantalones
cortos. Gamboa había sacado el chiste (el sketch) de un libro, y el autor
de ese libro le había puesto al niño de ese chiste el nombre de
Chabelo.
Si ese día alguien me hubiera dicho que luego de 47 años estaría
yo aquí sentado platicando contigo acerca de mi vida, seguro yo le habría
dicho a esa persona que estaba loca. Pero aquí estoy con Chabelo después
de 47 años. De entonces a la fecha nunca lo he dejado de representar.
J.A.F.: ¿Cuál fue la
reacción del público al ver a Chabelo?
X.L.CH.: Gustó mucho. A los dos días volví a salir con
Chabelo, luego fue cosa de todos los días y al año Pepsi Cola
me contrató como exclusivo y viajé por toda América.
J.A.F.: Cuando te invitaron a vender
cigarros, le entraste; luego te abren la oportunidad para imitar voces, y con
todo y pena los haces reír; los domingos a las siete de la mañana
quieres despertar a todos los niños de México... ¿De quién
heredas este entusiasmo?
X.L.CH.: Mi papá era muy serio y enojón, me regañaba mucho.
Yo tengo muchos defectos y uno de ellos es que soy perfeccionista, muy estricto
y exigente. Si tú te comprometes conmigo a algo, no voy a entender nunca
que no lo cumplas.
Pero uno de los rasgos característicos desde siempre de mi personalidad,
es que todas las cosas que he hecho en mi vida las realizo con mucho cariño
y entusiasmo. Así soy.
J.A.F.: ¿Cómo construyes
al personaje Chabelo?
X.L.CH.: Todo el inicio de Chabelo fue expectante. Cuando vieron que Chabelo
empezaba a destacar, algunos le auguraron muy poca vida.
Todos, absolutamente todos los comediantes de México han interpretado
a un niño, pero ninguno lo ha mantenido por tanto tiempo. Yo investigué
qué había pasado con otros personajes y encontré poco.
Había existido en la radio Lolito, creado por Fernando Fernández,
que ya no aparecía más.
Yo empecé a amar a Chabelo cuando me di cuenta que el personaje le gustaba
a los niños. Comencé a disfrutar a Chabelo porque creo que la
niñez es la mejor época en la vida de un ser humano, es fascinante
para el niño y para el entorno que le rodea. Donde hay un niño
hay un ser bello, honesto y maravilloso, ciento por ciento ejemplo de lo que
debería ser una persona.
Para mí ha sido tan grande el privilegio de representar a Chabelo, que
siento que no lo merezco.
J.A.F.: ¿En qué momento
percibes que debes y puedes desarrollar el personaje de Chabelo?
X.L.CH.: Creo que él mismo se empieza a desarrollar dentro de mí.
Si tú estuvieras ahorita entrevistando a Chabelo te estaría diciendo
otras cosas, y no las que yo estoy respondiendo. Chabelo es otra gente, pero
dependemos el uno del otro. Chabelo depende de mí porque es mi cuerpo,
mi biología, mi físico; pero el personaje que llevo dentro después
de 47 años, ha desarrollado con plena libertad su individualidad y sus
propios matices.
J.A.F.: ¿Cuáles son
los problemas de Chabelo?
X.L.CH.: Ninguno, los problemas son míos.
J.A.F.: ¿Y las aspiraciones
de Chabelo?
X.L.CH.: Quizá son muy limitadas... por saber que se tendrá que
ir algún día (Xavier López se emociona al máximo
y no puede evitar llorar). Creo que todo lo que he vivido con Chabelo ha sido
extraordinario, por eso duele. Algún día lo tendré que
dejar y enterrar. Si Chabelo no se va cuando yo también desaparezca,
será muy difícil.
J.A.F.: ¿Crees que esté
cerca el final de Chabelo?
X.L.CH.: Creo que sí. No sé sin son meses o años, pero
de que ya no tengo el tiempo para Chabelo como yo quisiera, es definitivo.
J.A.F.: ¿Esa decisión la debes tomar al estilo
de los futbolistas, toreros y boxeadores?
X.L.CH.: Pienso que es una decisión que va más allá. Me
dolería mucho no tener la sensibilidad suficiente para tomar la decisión.
Que mi egoísmo pusiera en peligro a Chabelo y que alguien le hiciera
daño, que alguna persona lo criticara feo. Chabelo no ha sido malo y
no ha tenido grandes pretensiones. Su afán es divertirse y tratar de
hacer pasar un rato agradable a los demás.
J.A.F.: Desde hace mucho tiempo hemos
visto a un Chabelo saludable y rozagante. ¿Ha tenido crisis?
X.L.CH.: Cuando firmé contrato con Pepsi Cola me sentí el hombre
más famoso de México. Pero cuando ese contrato se terminó,
nadie quería hacer tratos comerciales conmigo porque me identificaban
con Pepsi. Nunca calculé que el estar casado con una marca se convertiría
en un problema. Nadie me quería ni para una entrevista. Yo gané
mucho dinero, me dedicaba también a correr coches, a bucear y a gastar
de más. Y cuando el contrato con Pepsi se terminó, de pronto me
vi sin dinero para comer. Busqué a un señor que quería
contratarme para hacer una gira por Nueva York y algunas ciudades más.
Me ofreció 400 dlls. y acepté. Se había dado cuenta que
tenía hambre (meses atrás me había ofrecido 2,400 dlls.).
En Nueva York me presenté junto con Tongolele para el público
latino en el Bronx (por cierto, mi contrato anotaba que yo no podía salir
a la calle porque era muy peligroso). Tuvimos éxito y duramos en gira
casi 6 meses. Nos presentamos en Nueva York, Philadelphia, Chicago y Los Angeles.
Salí de mis problemas económicos y me regresé a México
sin nada y fui a ver a Héctor Cervera que era director del Canal 5. Me
propuso que tomara media hora diaria en las tardes. Y ahí fue donde empecé
otra vez con Chabelo para los niños, produciendo la serie Mi conciencia
y yo. La hice 7 años.
Me han propuesto que vuelva a producir Mi conciencia y yo, pero creo que hoy
los valores de la familia se han adelgazado demasiado, y yo en ese programa
fui muy cuidadoso de no tocar puntos que fueran a molestar a los papás.
J.A.F.: ¿El buen humor es de
Chabelo?
X.L.CH.: Es oficio.
J.A.F.: ¿Cómo has cuidado
al niño Chabelo?
X.L.CH.: No le he permitido que use dichos y que hable en doble sentido. Nunca
he buscado la risa a través de una mala palabra. Quiero que Chabelo deforme
el idioma lo menos posible. He buscado que el personaje mantenga su edad, que
va de los 8 a los 13 años. No es un adolescente, sigue siendo un niño.
J.A.F.: ¿Qué sí
le estimulas a Chabelo?
X.L.CH.: El espíritu de lo que debe de ser un niño, con alegrías,
tragedias y problemáticas, pero siempre viviendo intensamente. Por eso
es tan maravilloso aprender de los niños, porque ellos resuelven sus
problemas en forma honesta y vertical.
J.A.F.: ¿Después de
los 7 años de Mi conciencia y yo, qué haces?
X.L.CH.: Seguí haciendo televisión, giras, películas y
espectáculos. El quinto largometraje que iba a producir con Ripstein
nos lo canceló Echeverría. Ahora, luego de 30 años, quiero
hacer de nuevo una película y estoy buscando un especialista con quien
realizarla. Es una asignatura pendiente para mí.
J.A.F.: Increíblemente en México
no se hacen cintas para niños desde hace 25 años, con la excepción
de Atlético San Pancho. ¿Qué piensas de esto?
X.L.CH.: El problema es que la producción extranjera de caricaturas (que
es una basura), sale mucho más barata en comparación a lo que
cuesta producir un programa en México (venden caricaturas a 1,200 dlls.
la media hora). Y si a eso le sumas que ha habido muy poca iniciativa para producir
programas para niños, el panorama no es muy prometedor.
J.A.F.: ¿Por qué decidiste
dedicarte de lleno a tu programa?
X.L.CH.: Para mí fue una gran lección cuando me divorcié
comercialmente de Pepsi Cola. Entonces me juré a mí mismo nunca
jamás ser exclusivo de nadie. En mi programa he logrado algo muy difícil:
anunciar prácticamente todas las golosinas de México, pero no
estar casado con ninguna marca. Es una fórmula que yo inventé
y que ahora muchos utilizan
Respuestas exclusivas de Xavier López "Chabelo"
para canal100.com.mx
- Yo escribo absolutamente todos los guiones de mi programa (incluyendo la mecánica
de todos los juegos). Siempre lo hecho así, desde el primer programa
hace 34 años.
- Yo les propuse hacer el programa los domingos en la mañana. Se me ocurrió
hacerlo porque yo los domingos por la mañana, cuando me despertaba, me
iba a la cama de mi papá. Para mí era una gran felicidad. Y sé
que lo mismo hacen millones de niños cada domingo.
- Nuestro programa se ve en casi toda América Latina. Sé, por
ejemplo, que tengo muchísima audiencia en Argentina.
- Los espectadores no tienen un predisposición para ver la televisión.
Es común que el telespectador preste poca atención a lo que ve
en televisión.
- Si el conductor no es honesto y no cree en lo que dice, el público
no creerá nada. Si a mí no me gusta un producto, yo no lo anuncio.
Un ejemplo: jamás he anunciado una pistola, porque no creo que deba hacerlo.
- Siempre he sido libre para hacer mi programa. He tenido buena relación
con los tres Azcárraga. Tuve una relación muy estrecha con Emilio
Azcárraga Milmo, con quien siempre traté las cosas en forma directa.
Fue mi amigo. Jamás me han dicho, ni antes ni hoy, quítale o ponle
algo a Chabelo.
- Guardo una buena relación con Tatiana y me da mucha pena lo que le
está pasando. Somos muy pocos en esto.
- Descubrí mediante un estudio que los niños mexicanos rechazan
ya la música mexicana (que hoy prácticamente ya no se escucha
en radio ni en televisión). Es muy preocupante. Los niños relacionan
la música mexicana con el alcohol y los golpes, y eso hay que transformarlo
porque vamos a perder nuestra música. Por eso estoy preparando un disco
de Chabelo con música mexicana.
- Es urgente que se hagan talleres de cultura mexicana. Tenemos muchos valores,
somos un país maravilloso (y no soy patriotero), y los niños tienen
que aprender a quererlo. Si no actuamos a tiempo, llegará una generación
que pierda la cultura mexicana.
- Yo, como Xavier López, vivo aislado. Estoy cierto que así debo
vivir. Y es que yo, como ser humano, por alguna razón puedo faltarle
el respeto en la calle a alguna persona y eso no debo permitir que suceda.
- A mí me gusta el fútbol, el cine, los toros y el teatro, pero
no voy a nada porque son lugares públicos. Para mí es mejor evitarlos.
- Tengo que pagar un costo. Los escándalos no van con Chabelo, y no me
expondré a ellos.
- Mi vida privada siempre está en línea con el comportamiento
de Chabelo, porque a Chabelo siempre lo traigo dentro. No tengo una máscara
para usarla en la calle. Me he puesto lentes y sombrero, y no falta el que diga:
"mira, ahí está Chabelo"
- Deseo tener la sensibilidad para saber adecuarme a los cambios que se dan
en el país. Soy una esponja. El contacto que tengo cada 8 días
con los niños es una universidad.
- Fui líder de los actores diez años, pero me di cuenta que no
sirvo para la política. Los políticos son capaces de humillarse
con tal de mantener su posición. Por eso son tan malvados.
- Alguna vez me propusieron ser diputado por León, Guanajuato. Hicieron
un estudio y me dijeron que estaba yo muy bien para lanzarme pero que tenía
el defecto de irle al América. Querían que dijera públicamente
que le iba al León. No acepté, me pareció absurdo.
- Veo al país siempre con optimismo. Creo que el cambio depende de cada
uno de nosotros, y no sólo del Presidente.
- Si ya nos dimos cuenta que el paternalismo fue lo peor para los mexicanos,
y sabemos que papá-gobierno no resuelve las cosas por sí sólo,
es el momento de que cada uno de nosotros aportemos algo para nuestro país.
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