| Para complementar esta 
  entrevista, le recomendamos también consultar la entrevista publicada 
  en la Revista Telemundo en febrero del 2002:- Entrevista 
  con Andrés Bustamante, en la que habla del proyecto Ponchivisión
  Andrés Bustamante ha creado y representado 
  cientos de personajes. Lejos de la nueva moda norteamericana en la que los comediantes 
  se presentan vestidos en forma casual y cuentan historias y chistes que intentan 
  hacer reír al público, el Güiri-Güiri ha encontrado 
  un estilo que se mueve en una línea casi invisible entre la ficción 
  y la realidad. Sus creaciones de ficción retratan la realidad con tal 
  fuerza de intención, que la muestran desnuda al espectador. Siempre con 
  humor... negro. A Bustamante le gusta estar frente al público porque es cuando más 
  emoción siente. Piensa que es como cuando el torero sale a enfrentar 
  al toro, y que aún cuando haya ensayado los pases miles de veces, bien 
  puede llevarse una buena cogida en cualquier descuido o salir en hombros de 
  la plaza.
 Bustamante recuerda una presentación en Acapulco en la que en forma improvisada 
  contó un chiste rápido. Estaba haciendo el sketch de unos lancheros. 
  Entonces, interpretando a su personaje Ponchito, dijo: "una cosa es que 
  alguna vez en Acapulco había un burro que tomaba cerveza, a que yo tengo 
  un cuate que de tanta cerveza que toma se pone muy burro". Recuerda Bustamante 
  que de los trescientos que estaban de espectadores ninguno esbozó la 
  más mínima sonrisa. Reconoce que el chiste fue malo. Desde ese 
  día su equipo califica los chistes malos como burros. Esa vez Andrés 
  no salió en hombros.
 JOSE ANTONIO FERNANDEZ: ¿Hay 
  más comediantes o actores en la familia?ANDRES BUSTAMANTE: En mi casa no hay actores ni actrices. Mi papá 
  era una persona como muy seria, como soy yo así era él. Recuerdo 
  que todos los viernes organizaban cenas en mi casa. Casi siempre eran los mismos 
  invitados. Cuando llegaban sus amigos, mi papá abría la puerta 
  siempre disfrazado y les fabricaba toda una escena de recibimiento. Recuerdo 
  que tenía una película en 8 mn. de La Marca del Zorro, de la que 
  cada viernes pasaba una parte. Antes de iniciar la proyección él 
  se vestía de espadachín, igual que El Zorro, y les daba a los 
  invitados una introducción llena de mucho humor.
 Por esa época mi papá me llevó al centro a comprar un juego 
  de magia. Fuimos especialmente por eso. Los encontramos en una tienda. Esa caja 
  se convirtió en el juguetazo de mi vida. Empecé a aprender y me 
  di cuenta que el chiste no sólo era saber los trucos y la magia, sino 
  que había que representar la función. Fue muy suave porque la 
  función la organizábamos entre mi papá y yo. Él 
  era el presentador y yo el mago; el mago serio. Mi mamá hizo toda nuestra 
  indumentaria y mi papá una extraordinaria presentación de mi acto.
 J.A.F.: Por lo que me dices tu papá 
  fue muy importante.A.B.: Muy importante, muy importante.
 Él me fomentaba mucho la práctica de la magia. Todos mis domingos 
  tenían que ver con la magia. En mi casa había un cuarto de herramientas. 
  Desde chavito me gustaban los inventos y mi papá sabía muy bien 
  arreglar cualquier cosa. A mí me atraía meterme a ese cuarto y 
  fabricar cosas. Algún día pensé que quería ser mago. 
  Pero mi papá me dijo que estudiara una carrera y entré a Comunicación.
 J.A.F.: ¿En tu adolescencia 
  seguiste con la magia con apoyo de tu papá?A.B.: Yo descubrí la calle y mi papá dejó de hacer 
  cenas. El nunca me obligó a que yo hiciera magia. Cuando vio que me dejaba 
  de interesar, no insistió más.
 J.A.F.: ¿Te vio alguna vez 
  en escena?A.B.: Jamás, cosa que... me hubiera encantado.
 J.A.F.: Me han contado que te gustaba 
  imitar maestros.A.B.: Desde la secundaria y hasta la fecha todavía me encuentro 
  al maestro de Civismo y se acuerda de cuando lo imitaba. Cuando mis compañeros 
  no querían clases me lo pedían.
 J.A.F.: Pero imitabas al maestro que 
  estaba ahí.A.B.: Sí. A los que no estaban y al que tenía frente a 
  mí, a todos. Pero nunca tuve ningún problema. Ellos se divertían.
 J.A.F.: Hay gente que toma la decisión 
  de ser algo en la vida en forma totalmente consciente. Hay quien dice yo voy 
  a ser cantante de ranchero o arquitecto. ¿Pensaste en ser comediante?A.B.: Hasta el día de hoy nunca he hecho una declaración 
  formal de que quiero ser comediante. Esto es, para mí, una especie de 
  hobby.
 Mira, yo soy de la teoría de que todo lo que pasa en la vida sucede por 
  accidente, desde la creación del universo hasta hoy. Si yo no hubiera 
  ido a producir donde tú trabajabas, quizá nunca te hubiera conocido.
 El que toda mi carrera la haya hecho en la televisión del Estado y ahora 
  en Televisión Azteca, ha sido un accidente. A mí me llegaron a 
  decir que si yo quería trabajar ahí. Igual si un día antes 
  me hubieran invitado a Televisa ahí estaría hoy. El que yo me 
  dedique a esto es absolutamente circunstancial.
 De hecho, yo nunca di un paso para vivir de ser comediante, pero a esto
 me dedico.
 J.A.F.: ¿Y si la vida es una 
  cadena de accidentes que se van dando, porqué nunca te fuiste a Televisa? 
  Sé que te hablaron en forma seria.A.B.: Algo que aprecio enormemente es hacer lo que yo quiero. En Imevisión 
  (TV Azteca cuando era gubernamental), dentro de las reglas y las posibilidades 
  que había, podía hacer lo que quería. Además, cuando 
  empecé a chambear tenía un prejuicio con Televisa, y sigo pensando 
  que es un prejuicio porque nunca he trabajado ahí. Alguna vez alguien 
  de Televisa me dijo que probara ahí adentro, pero no acepté. Porque 
  también creo que hay accidentes que no quieres tener y los debes brincar. 
  Para que te metes por una brecha si ya vas por la carretera, aunque a lo mejor 
  por esa brecha te conectas a una supercarretera.
 Si cuando abres la regadera sale agua caliente, para que le hablas al plomero. 
  No es conformismo, es querer estar a gusto.
 J.A.F.: Sin embargo, las veces que 
  te vi, cuando todavía estabas haciendo tus programas, me dijiste que 
  no te sentías contento con el resultado final. ¿No es esto una 
  paradoja? Por un lado tenías el accidente de Televisa y por el otro el 
  accidente de que los programas en Televisión Azteca no te tenían 
  contento.A.B.: Sí, es una paradoja. Pero creo que el problema era que no 
  estaba a gusto con el trabajo, independientemente del lugar donde lo estuviera 
  haciendo. El proyecto afortunadamente se acabó. Creo que al final de 
  cuentas estuvo bien. Yo no decidí que terminara, pero al final agradecí 
  que hubiera concluido.
 Además de la teoría del accidente, creo que también es 
  un problema de administración. Recuerdo que en mi primera etapa en Imevisión 
  yo decidí terminar la serie justo cuando estaba en su mejor momento. 
  Me decían: "pero por qué, si va muy bien". Pues yo pensé 
  que era justo el momento y así lo hice. En esto es mejor cortar cuando 
  va bien que cuando va mal. Tuve el presentimiento y lo corté.
 J.A.F.: A lo mejor estoy equivocado, 
  pero percibo que te ha ido mejor cuando haz tenido una pareja en la pantalla. 
  Por ejemplo, en las transmisiones de las Olimpiadas y el Mundial con José 
  Ramón Fernández y Raúl Orvañanos, en el programa 
  Entre Amigos, con Alejandro Aura, ahora con Pedro Ferriz de Con en la radio. 
  ¿Porqué en tus últimas etapas de la televisión eliminaste 
  las parejas? A.B.: Yo he detectado dos cosas en mi carrera. La primera es la que acabas 
  de decir. El contrapunteo con gente seria (a la que admiro porque no les preocupa 
  y no pierden su lugar si colaboran con el humor), funciona muy bien. Cuando 
  entro y les corto la corbata o les volteo el escritorio la gente se divierte. 
  Y la segunda es que mis sketches funcionan cuando entran en forma descontextualizada. 
  Si en un momento serio en medio del programa deportivo o el noticiario, me meto 
  y digo estupidez y media sobre las noticias, eso funciona. En cambio cuando 
  hago un programa completo yo solo, mis sketches compiten unos contra otros y 
  termina siendo un desastre. Ahora bien, cuando alguien es mi pareja durante 
  mucho tiempo, siento que pierdo el control de lo que hago y que deja de funcionar, 
  porque ya no soy nada más yo. Me parece que las parejas siempre acaban 
  por deshacerse. Hay muchísimos ejemplos, quizá la única 
  excepción son El Gordo y El Flaco. Para mí, son ciclos y por eso 
  lo hago y luego lo dejo. Es la vieja fórmula de que todo por servir se 
  acaba. Si a tí te gustan mucho los chocolates y te tragas diez cajas, 
  seguro los vas a odiar y pasará mucho tiempo para que los quieras volver 
  a probar.
 J.A.F.: ¿Desgasta la televisión?A.B.: Muchisísimo. El desgaste es brutal.
 J.A.F.: ¿Cómo lo sientes? 
  ¿El público te regaña, te deja de querer?A.B.: No, fíjate que no. En ese sentido he tenido suerte. Yo siento 
  el desgaste conmigo mismo y con el grupo de guionistas.
 Una vez vi un programa de Jacques Cousteau en el que se veían en la Antártida 
  una gran cantidad de pinguinos corriendo hacia el mar. Conforme se acercaban 
  al mar caminaban cada vez más y más rápido, hasta que ya 
  muy cerca de plano se iban peleando entre ellos. Unos se golpeaban y otros tropezaban 
  y se caían solos: todo por aventarse al agua. Les entraba como una ansia, 
  como la de la gente cuando se va a bajar del avión y que todo el mundo 
  se para al mismo tiempo y ya se quieren salir por donde sea. Así siento 
  el desgaste. Por eso detengo los proyectos antes, para evitar esas desbarrancadotas.
 Y es que la televisión es enormemente demandante. Todo el tiempo estás 
  ocupado en eso y pierdes la referencia del mundo. Yo me alimento de lo que veo, 
  platico y leo. Y cuando haces televisión a los únicos que ves 
  son a tus compañeros de trabajo, y llega un momento en el que te metes 
  en un círculo del que no sales y pierdes frescura. Llegamos a hacer chistes 
  que sólo entendemos nosotros.
 El humor político funciona porque es una realidad enormemente cotidiana.
 J.A.F.: ¿Te gusta la política?A.B.: Me atrae, porque tiene muchísimo que ver con lo que me dedico 
  y estoy hablando de la actuación. Tiene que ver con la ciencia, porque 
  es causa-efecto, son reacciones químicas, porque ponen dos gotitas por 
  acá que van a aparecer por ese otro lado. Me gusta como la magia, así 
  es la política. Al hacer una declaración, los políticos 
  buscan carambolas de tres bandas. Esos manejos de la política me parecen 
  muy atractivos.
 J.A.F.: Recuerdo que hace muchos años 
  cuando alguien se llevaba bien con la gente, se decía que era alguien 
  muy político. Ese buen prestigio creo que hoy ya casi no aplica. Tu eres 
  el único artista en México que ha conseguido trabajar en forma 
  simultánea en dos cadenas de televisión (TV Azteca y Multivisión), 
  competidoras durante un largo tiempo. ¿Eres muy político, cómo 
  decían antes?A.B.: Sí, puede ser esa una de mis características. Trabajamos 
  con clientes que nos duran mucho tiempo. Con Sabritas, por ejemplo, llevamos 
  colaborando 7 años. Eso es mucho tiempo. Yo trato de estar en ambas cadenas 
  sin que se maltraten los intereses de ninguno de los dos.
 J.A.F.: En el mundo se están 
  dando casos como el de una Miss Venezuela que es alcalde de Caracas y tiene a los ciudadanos felices porque 
  es muy buena funcionaria. En Japón un comediante, de características 
  muy parecidas a Chespirito, se hizo alcalde de otra ciudad importante y lo está 
  haciendo muy bien. ¿A tí que te gusta la política y que 
  eres político, como decían antes, te gustaría lanzarte 
  de político por algún tiempo?
 A.B.: Yo creo que no le entraría. Me gusta verla y leer entre 
  líneas. En México hay un ambiente político enrarecido. 
  Además, siempre he pensado que los políticos hacen cosas que no 
  quieren hacer. A lo mejor al principio les causa angustia y después la 
  fuerza de la costumbre les hace ver eso en forma más normal. Pero esa 
  parte de la política me parece terrible.
 J.A.F.: ¿Qué tanta gente 
  hay detrás de tí?A.B.: Depende. Casi siempre somos un grupo pequeño. Me gusta hacer 
  las cosas como en cortito.
 Con los promocionales de Telegana llegamos a ser 80. En ese caso hicimos más 
  de tres mil en un año, todos diferentes. Una cifra extraordinariamente 
  grande. Creo que fuimos en ese momento la productora independiente que más 
  material produjo para un canal abierto.
 Yo aparecí en más de mil.
 J.A.F.: ¿Tú eres el 
  productor de tus cosas?A.B.: Así es.
 J.A.F.: Hace un momento hablamos de 
  la administración del artista. Chaplin y Cantinflas sólo hicieron 
  cine, y resistieron la tentación de la televisión, cuando era 
  un medio que venía empujando muy fuerte. Ahora es difícil porque 
  vivimos una era de multimedios. ¿Pero tú pensarías dejar 
  la televisión, o en hacer sólo televisión o cine o videocasettes?A.B.: Eran otros tiempos. Cada vez es más difícil hacer 
  mitos. Chaplin hizo alrededor de 70 películas en toda su vida artística. 
  De ninguna manera me estoy comparando con él, pero yo he hecho cuatrocientas 
  medias horas, y ya no te cuento las cápsulas de Telegana. Antes era diferente. 
  Salía una película y todo mundo la veía, había una 
  especie de comunidad de pensamientos porque todo el mundo veía el mismo 
  rollo, porque había mucho menos oferta que hoy. Hoy hay muchos canales 
  de televisión, puedes alquilar películas, prender la computadora 
  y ver cualquier cantidad de cosas. Para que hoy logres ser un punto de concentración 
  de la vista del público, necesitas salir muchas más veces para 
  que la gente te conozca como en su época fueron conocidos Cantinflas 
  o Chaplin.
 En términos de administración yo creo que hoy el medio es la televisión, 
  el cine es atractivo pero hay muchos problemas para hacerlo, y eso todos lo 
  sabemos. Mi producto soy yo y no debo saturar el mercado. Es más, me 
  gusta tanto lo que hago que quiero que me dure lo más posible.
 Mira, el humor es fundamentalmente agilidad, vértigo, dinamismo, energía, 
  y sorpresa, y siempre he pensado que no me va a durar toda la vida, por lo que 
  busco estirar el chicle. Por eso no sólo quiero actuar sino producir, 
  dirigir, hacer cosas en computadora y no necesariamente aparecer yo siempre.
 J.A.F.: ¿Tú has sentido 
  la gloria, el tiempo glorioso, el momento glorioso? ¿Existe?A.B.: Pues, sí... y es muy cortito.
 A mí lo que más me gusta es actuar frente al público, que 
  es cuando te la estás rifando de pocas tuercas. Esos sketches que yo 
  he interpretado muchas veces, como El cocinero manco, cuando los presento la 
  gente se empieza a reír e inicia un ping-poneo maravilloso con los espectadores. 
  En ese momento es cuando empiezas a sentir. Ahí es cuando, en el mejor 
  sentido de la palabra, sientes que tienes a la gente. En ese instante se te 
  olvida todo, es cuando el auditorio y el actor se tocan, ahí se siente 
  la gloria.
 Yo no entendía cómo un actor podía hacer 200 representaciones 
  del mismo papel, y ahora lo comprendo perfectamente bien. Es repetir una experiencia 
  placentera 200 veces (¡maestro!, son pocas). Es maravilloso. Hay un juego 
  padrísimo que comparo con los toreros (proporción guardada). El 
  torero ensaya pero no sabe cómo viene el toro. Y en una de esas igual 
  le meten una buena cogida. Así yo salgo a escena. Tengo todo preparado. 
  Según esto ya sé los momentos en los que la gente se va a reír. 
  En el papel todo está bien, pero difícilmente sucede así 
  en la realidad. Por eso salir a escena es muy emocionante. Imagínate 
  lo que pasa dentro de mi cabeza cuando luego de un chiste la gente ni se ríe 
  ni se inmuta. Dentro de mí se genera una revolución para desentrañar 
  lo que quiere el auditorio que tengo enfrente. A veces sales deprimido y otras 
  en hombros.
 J.A.F.: ¿En la televisión 
  no sientes la gloria, entonces?A.B.: No. Yo disfruto la preparación de los programas, y hasta 
  ahí. Para mí es absolutamente fría.
 J.A.F.: ¿La televisión 
  hace sentir la fama pero no la gloria? ¿No es igual?A.B.: La gloria es visceral. Es cuando yo digo que es horripilante, que 
  no quiere decir que sea fea, sino que se te paran los pelitos.
 La fama, en cambio, es una vía para eventualmente tener un momentito 
  de gloria, porque la fama hace que la gente te vaya a ver y va dispuesta a reírse, 
  a pasársela bien y a demostrártelo.
 Con la fama se ve lacerada tu vida privada. Ahí se da el morbo, que trae 
  broncas.
 J.A.F.: La fama y el éxito 
  traen dinero ¿Cuál es tu relación con el dinero?A.B.: Digamos que me llevo bien con el dinero, pero me llevo bien porque 
  no me muevo por él. Soy bastante simple para vivir. Cuando me encuentro 
  con amigos que no veía desde hace mucho tiempo me dicen que estoy igualito, 
  que traigo los mismos tenis, los mismos jeans y la misma camiseta. El dinero 
  que gano me gusta invertirlo en herramientas que me pavimenten el camino para 
  hacer más cosas. Mi interés en la vida es por hacer, no por tener.
   
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