Ana María Olabuenaga es la mujer publicista más importante de
México desde hace una década. Su campaña de El Palacio
de Hierro trascendió fronteras y ganó decenas de premios en nuestro
país y el extranjero. Consiguió poner a la publicidad en un plano
más elevado. Olabuenaga tiene un talento desbordado. Y no sólo
eso, le ha dado nivel artístico a la publicidad mexicana.
No conforme con las clásicas fórmulas, ha sabido imponer el buen
gusto en todas sus campañas, lo que no significa que su creatividad se
sienta lejos de la gente, por el contrario, es una creatividad que busca decirle
algo personal a cada quien, que camina junto a la gente. Por eso su publicidad
siempre es romántica. Es la más romántica de los publicistas.
En esta entrevista el lector podrá darse cuenta de que Ana María
Olabuenga también es aventada, hábil e inteligente para hacer
negocios. Cuenta aquí cómo consigue formar su propia agencia de
publicidad asociada con el consorcio internacional Publicis.
José Antonio Fernández: ¿Cuánto
tiempo tienes ya dedicada de lleno a la publicidad? ANA MARIA OLABUENAGA:
Seriamente, desde 1986. Un año antes trabajé para el gobierno
del Estado de México en el Departamento de Publicidad.
Tú bien sabes que en la Ibero no había cosa más terrible
que dedicarse a la publicidad, era como caer a lo más bajo, y más
habiendo estudiado la especialidad de Periodismo. Te puedo decir que una maestra
me dejó de hablar.
José Antonio Fernández: Eran tiempos,
hace casi veinte años, en los que el dinero estaba satanizado. ANA MARIA OLABUENAGA:
El dinero y muchas cosas más. Y yo creo que hoy todavía está
satanizado el ganar dinero. En el mundo intelectual no está bien visto
el dinero y tampoco el humor.
La publicidad es el lugar perfecto para vertir todas tus querellas que tengas
contra el mundo. Nadie se opone al que critica a la publicidad. Si alguien hoy
ataca a la publicidad, todo mundo lo va a apoyar.
José Antonio Fernández: ¿Y
por qué la publicidad sigue siendo el blanco fácil de la intelectualidad? ANA MARIA OLABUENAGA:
Precisamente por eso: porque es muy fácil criticar a la publicidad. Y
porque los desgarres de vestiduras tienen que llevarse a algún lugar.
José Antonio Fernández:
Luego de 18 años como publicista, ¿ves criticable a la publicidad? ANA MARIA OLABUENAGA:
No más o menos que cualquier otra actividad. Hasta las actividades más
intelectuales pueden ser criticables.
José Antonio Fernández: ¿Sientes
que la publicidad mexicana ha cambiado en las últimas dos décadas? ANA MARIA OLABUENAGA: En
algunos aspectos sí y en otros no. Ha cambiado el negocio como tal. Hay
menos dinero y es mucho más complicado. La explosión de los medios
(el que haya más medios) la ha hecho un negocio realmente complejo, cada
vez más difícil y tremendamente sacrificado. No como era antes.
Era más fácil antes porque había menos competencia y podíamos
encontrar con más facilidad a las personas a las que cada campaña
le quería hablar. Hoy no sucede así.
Frente a mi oficina se para un chico que se viste como guardia inglés
y carga un letrero de British Airways. Camina por todo el camellón de
Reforma y anuncia ofertas de viajes. Es otra forma de hacer publicidad que no
habíamos visto, y como ese ejemplo hoy se están dando muchos más.
José Antonio Fernández: ¿Está
cambiando la fórmula de hacer publicidad porque vivimos tiempos de apertura? ANA MARIA OLABUENAGA:
No creo que sea por una apertura, sino porque no encontramos a la gente. Es
más difícil vender y no sabemos a quién hablarle. Hoy no
encontramos quién compre los productos porque hay muchísima competencia.
Estamos buscando maneras diversas de impactar a la gente. Hay tantos medios
hoy, que el asunto no es fácil. Si llegas hoy a tu casa, ¿cuál
de los 63 canales de televisión vas a ver?
José Antonio Fernández: Cuando te
entreviste para el programa Pantalla de Cristal, te dije que tú eres
la publicista romántica. ¿Te sientes romántica? ANA MARIA OLABUENAGA:
Probablemente sí.
José Antonio Fernández: El que seas
romántica no va en contra de esa frase fría de la publicidad que
dice: "lo que tenemos que hacer los publicistas es vender". ANA MARIA OLABUENAGA:
Yo tengo bien claro que soy parte de una cadena comercial, y que me dedico a
favorecer y promover transacciones comerciales, aunque no las hago directamente.
Allano el camino para que se den las ventas. Es lo que debo lograr al final
del día. El punto es cómo conseguirlo. Sé que después
de lo que te acabo de decir me vuelvo totalmente criticable por todo el mundo.
José Antonio Fernández: ¿Es
malo dedicarse a la venta? ANA MARIA OLABUENAGA:
Es que está mal visto comprar y tener cosas. Cuando voy a las universidades
es común que me digan que los publicistas nos dedicamos a fomentar la
compra de objetos para que la gente viva sólo pensando en el mundo material.
Y yo les contesto: quiero que alguien me explique al ser humano sin objetos.
En el momento en el que hay cualquier objeto, es cuando se empieza a hablar
de cultura y de ser humano, antes de eso se habla de los changos.
El problema es que si tú traes esas botas y esa chamarra, entonces tienes
un halo de consumismo, de aparentar y de pertenecer, y se da el momento
perfecto para que se dé la crítica.
José Antonio Fernández: Desde el
centro de todo ese remolino de crítica, ¿a qué te dedicas
como publicista? ANA MARIA OLABUENAGA:
A encontrar la belleza, la utilidad y el por qué de un producto o un
servicio, todo para comunicarme con la gente y contarle las bondades de ese
producto.
José Antonio Fernández: ¿Consideras
que con la campaña de El Palacio de Hierro conseguiste todo esto que
mencionas? ¿Fue redonda esa campaña? ANA MARIA OLABUENAGA:
Viéndola a la distancia, te puedo decir que no pensé en todo lo
que te digo cuando se creó, pero sí pienso hoy que desde el principio
tuvo una dosis de verdad que desarmó. Nunca se habló de la tienda.
Jamás cerró diciendo un beneficio de la tienda. La campaña
hablaba de la vida en general y conectó estupendamente bien.
José Antonio Fernández: Subrayas
de manera especial el asunto de la verdad y la honestidad. ¿Es común
la falta de honestidad en la publicidad? ANA MARIA OLABUENAGA: Sí.
Las viejas fórmulas, las de "¡mamá, mamá!"
y "todos nos queremos aquí", la gente no las percibe como verdaderas.
También se ha dado una nueva ola de anuncios en lo que se pretende mostrar
la cruda realidad. Su premisa es: "mientras más neto se vea todo,
mejor". Yo pienso que se preocupan demasiado por la forma y creo que al
final de cuentas la forma da igual. Lo puedes hacer bellísimo o no, el
chiste es lo que me estés diciendo, porque la publicidad está
en el fondo. En el fondo esá la clave de si te creo o no.
José Antonio Fernández: ¿Crees
que se esté dando hoy publicidad mexicana que se sienta verdaderamente
mexicana? ANA MARIA OLABUENAGA:
Desde el punto de vista de forma, hay muchísima. Periodistas argentinos
que han venido a analizar la publicidad mexicana se sorprenden y divierten mucho
con nuestra publicidad, porque la ven muy nuestra (muy chilanga, por cierto).
Pero el asunto del fondo es algo más universal. Reaccionamos al amor,
la paternidad, la justicia y la verdad.
José Antonio Fernández: Luego de
5 años en Terán Publicidad, después de ser la cabeza de
la exitosísima campaña de El Palacio de Hierro, un buen día
dejas esa agencia y buscas una nueva aventura. ¿Qué sucedió
que tomaste la decisión? ANA MARIA OLABUENAGA:
Sucede que yo tenía que dar un paso. Sentía que no me podía
eternizar como "la hacedora de los aforismos callejeros de El Palacio de
Hierro" (como decía Carlos Monsiváis). Pensé que debía
dar un paso adelante. Y entonces viene la oferta para tomar el puesto de directora
general de Noble-D'Arcy, que me sonó muy interesante. Noble fue, en su
momento, la agencia de publicidad más importante de México. Era
una oferta muy atractiva. Para usar una frase de moda, te puedo decir que para
mí fue ver la "enchilada completa". Son de esas ofertas a las
que no debes decir que no.
José Antonio Fernández: ¿Aun
sabiendo que a cambio cerrarías el gran ciclo de éxito de Terán
y El Palacio de Hierro? ANA MARIA OLABUENAGA:
Yo no veía en Terán ningún crecimiento más allá.
El siguiente paso en Terán hubiera sido ser parte de la agencia, ser
socia. Sé que en algún momento lo pensaron, pero también
sé que es un negocio familiar y no se iban a abrir las puertas a alguien
con un apellido distinto. Lo comprendo. Tenía que ir a otro lado.
José Antonio Fernández: ¿Y
quién llega a verte o cómo te hablan? ¿Cómo se dan
esos ofrecimientos?
ANA MARIA OLABUENAGA: El puesto de Director General
de Noble lo estaban buscando desde un año atrás. Quien toma la
decisión de llamarme es el brasileño Paulo Salles. Él me
comentó que necesitaba hacer crecer la agencia. Para eso llevaba un año
intentando comprar una agencia local, que es la fórmula más sencilla
para crecer en tanto se incrementan cuentas e ingresos en forma inmediata, Pero
a Paulo no le gustaba la oferta que había en ese momento de agencias
mexicanas. Entonces a él se le ocurre decir: en vez de comprar una agencia
voy a comprar una persona y quiero a alguien con potencial de generar negocio.
Paulo era representante de D'Arcy a nivel regional. Todos los países
de latinoamérica eran su responsabilidad. Debía echar a andar
el negocio en todos lados. En México tenía un problema: la agencia
estaba decreciendo, había dificultades y reportaba números rojos.
Llevaban años perdiendo. Vio a muchísimas agencias locales y no
se sintió a gusto con ninguna.
José Antonio Fernández: ¿Cómo
te hace la propuesta? ANA MARIA OLABUENAGA:
Se decide por comprar una persona y no una agencia, y entonces es cuando me
llama. Me hace la oferta, le advierto que vengo del departamento creativo, me
reponde que sabe lo que está haciendo, tengo tres pláticas con
él y firmamos. Esas pláticas fueron humanas y de historia de vida,
hablamos de arte y de creatividad pero nunca a fondo de negocios.
El día que Salles me entregó la agencia (Noble-D'Arcy), ya en
mi oficina le pregunté: ¿cómo quieres que te reporte, qué
esperas, cómo son los lineamientos y cómo debo hacer esta chamba,
porque no tengo ni idea? Me respondió así: "mira, esto es
muy fácil. Te voy a dar tres llaves. Esta es la llave de la puerta de
la agencia, esta otra es la llave de la puerta de la oficina y esta última
es la llave del baño. No creo que tengas mayores dudas. Que tengas suerte
y compórtate como dueña. Adiós." Después de
eso Paulo Salles cerró la puerta y se fue a Brasil.
José Antonio Fernández: ¿Eras
dueña en ese momento? ANA MARIA OLABUENAGA: No,
estaba contratada como empleada.
José Antonio Fernández: ¿Qué
hiciste luego de que se fue? ANA MARIA OLABUENAGA:
Me quedé con las tres llaves en la mano y dije: OK. Luego le conté
esta anécdota a una persona que ya hoy es director general de una enorme
compañía. Cuando se la platiqué me dijo: que bueno que
te vi, porque a mí me están haciendo una oferta y no no voy a
aceptar hasta que no me den las tres llaves.
José Antonio Fernández: Lo que hizo
Paulo Salles fue darte todo el poder.
ANA MARIA OLABUENAGA: Sí. Me senté
en la oficina y dije: ¿y ahora qué hago? La agencia tenía
40 empleados. Entonces hice lo que cualquiera con sentido común habría
hecho: ponerme a trabajar. Al mes el área financiera me dijo: "como
tú sabes, estamos a punto de declararnos en quiebra". Como nieta
de un pastor (campesino) y como descendiente de unos españoles que se
vinieron a México con una mano adelante y otra atrás, lo que se
me ocurrió hacer fue ponerme a trabajar como burro. Pensé que
trabajando algo pasaría. Hice presentaciones, me metí a donde
pude y busque hacer todo con calidad.
José Antonio Fernández: ¿Y
qué sucedió?
ANA MARIA OLABUENAGA: Sucedió que en la
agencia y fuera de ella había gente que afortunadamente me conocía
por la campaña de El Palacio de Hierro, y me invitaron al concurso de
leche Lala. Ese día hicimos fiesta, sólo porque nos habían
invitado. Trabajamos como locos y ganamos la cuenta. Fueron cayendo otras cuentas,
como la de Televisa, y las campañas que empezamos a hacer tuvieron buenos
resultados. Y una cosa te va llevando a la otra.
José Antonio Fernández: ¿Te
llevaste mucha gente a Noble?
ANA MARIA OLABUENAGA: Sólo a la directora
de Nuevos Negocios. De los cuarenta que estaban, sólo dos habían
trabajado conmigo en otras agencias.
José Antonio Fernández: Eras la
nueva en el equipo. ¿Cómo haces para convertirte en una Directora
General (y dejas de ser una Vicepresidenta Creativa)?
ANA MARIA OLABUENAGA: En Noble, todo el personal
tenía su oficina en la planta baja, excepto el director general que tenía
su oficina en el primer piso. Era una oficina enorme con una gran sala de juntas.
Cuando vi esa organización decidí que debía bajarme a la
planta baja y ponerme a trabajar con todos. Baje del Olimpo sin hacer quizá
la labor tradicional de dirección general. Me puse a hacer presentaciones,
redacción y a operar. Me ensucie las manos, como se dice, y creo que
fue así como la gente me aceptó.
Tiempo después llegó un amigo y me dijo: "tú ya dedicate
a ser directora general". Y le respondí: "sólo dime
qué es eso. ¿Desayunar, llegar tarde, leer el periódico
y jugar seis hoyos de golf?". Le pregunté: "¿qué
es ser director general?". Y me dijo: "comer con un cliente, por ejemplo".
Le respondí de nuevo: "ayer desayuné con un cliente, comí
con otro y cené con el tercero. ¿En el inter qué es lo
que debo de hacer, según tú?". Ya no me pudo contestar.
Yo soy muy operativa.
José Antonio Fernández: ¿La
gente que ya trabajaba en la agencia te comentó que tenían tiempo
de no ver a un director general cercano?
ANA MARIA OLABUENAGA: Sí me lo comentaron.
Venían de diez años de perder. Me dijeron que sentían que
si el director general estaba a su lado volvía el ánimo. Aquí
hay gente que tiene más de 25 años en la empresa. Y como al poco
tiempo logramos resultados en términos de negocio, la agencia se empezó
a mover.
José Antonio Fernández: ¿Y
cómo aprendes a cobrar como agencia? ANA MARIA OLABUENAGA:
Eso te lo enseñan a patadas los clientes. Si yo llego con un cliente
y le digo "quiero cobrar cien", fácil es que me respondan que
les da igual lo que les pida porque su presupuesto es de cincuenta. Además,
seguro hay un competidor que les hace la chamba por treinta o hasta por menos.
En este negocio hay hasta juguerías que hacen publicidad. Esto es la
ley de la selva.
Hoy en día se aceptan igualas que te sorpenden. Recuerdo que cuando trabajaba
en Leo Burnett, en 1993, un día le dije a Pancho Cárdenas que
tenía una cuenta de un millón de dólares (que me habían
buscado a mí). Se rió. Me dijo que para ese dinero mejor la manejara
yo, que él sólo aceptaba cuentas de más de cinco millones
de dólares para Leo Burnett. Hoy te puedo asegurar que todas las agencias
de México aceptan cuentas hasta de 100 mil dólares por año,
aunque nadie te lo quiera confesar.
José Antonio Fernández: ¿Por
qué se cierra Noble-D'Arcy? ANA MARIA OLABUENAGA: A
mí me dicen que en el 2002 la agencia está programada para perder
un millón cien mil dólares, ni un centavo más.
Ese 2002 lo cerramos en número negros. No perdimos el millón cien
mil dólares, aunque no hicieron el negocio del siglo. Se veía
bien el 2003. Era el año del despegue porque la agencia ya era sana.
Dijimos: "¡Vamos a crecer!" En esos días me llega un
correo electrónico en el que me avisan que la agencia va a cerrar sus
puertas. El asunto era que la agencia D'Arcy desaparecía a nivel mundial
luego de que fuera comprada por el corporativo Publicis. Decidieron que les
sobraba una agencia (en México también tienen Leo Burnett, Sachi&Sachi,
Publicis y ahora también Olabuenaga-Chemistry, y las centrales de Medios
StarCom, Starmedia y Optimedia).
Entonces fue que comencé con la defensa. Hice un video, lo distribuí
y lo envié al CEO de Publicis, Maurice Levy. Coincidió que Levy
vendría a México a dar una conferencia y yo me empeñé
en traerlo a mi oficina (que además acabábamos de montar junto
con el resto de la agencia en este edificio nuevo en Las Lomas). Me respondieron
que Levy tenía una agenda muy ocupada. Les dije que me daba igual, que
quería que viniera a mi oficina, "que quería que le viniera
a ver las cara a los muertos, ¡que venga a ver esto!". Vino Maurice.
Hablé con él media hora y al final me dijo: "tienes toda
la razón, déjame ver qué hago, no podemos echar todo esto
para atrás". Levy es CEO de 900 empresas en todo el mundo.
José Antonio Fernández: ¿Qué
le dijiste en esa media hora y quién le propuso a quién que la
agencia llevara por delante el nombre Olabuenaga? ANA MARIA OLABUENAGA: La
junta fue en noviembre del 2002. Lo primero que le dije a Levy, fue que en marzo
yo le había advertido a mi gente que si yo fuera Maurice Levy cerraría
D'Arcy, por lo que estaba segura que nos matarían como agencia. Pero
también ese marzo le dije a mi equipo: "vamos a hacerles imposible
el que jalen el gatillo. Vamos a trabajar como negros y está en nosotros
el que no jalen el gatillo". Y no lo jalaron.
Más respuestas de Ana María Olabuenaga
exclusivas para Canal100.com.mx
JA.F.: ¿Qué te contestó Maurice
Levy?
ANA MARIA OLABUENAGA:Me respondió así:
"Ojalá y nunca hubiera venido a tu agencia. Antes de estar aquí,
para mí la agencia era un papel y yo no hubiera tenido problemas en desaparecerla.
Ahora, después de lo que me acabas de platicar, de estar aquí
sentado en este sillón de vinil rojo, sé que aquí hay un
proyecto. Esto es un lugar en donde trabajan personas. Un lugar en el que hay
un esfuerzo y ya conozco ese esfuerzo. Ahora voy a hacer que este proyecto siga".
JA.F.: ¿Por qué pensaste que debías
defender este proyecto?
ANA MARIA OLABUENAGA:Porque estaba haciendo
sentido a nivel de negocios. Los clientes me decían: "me gusta estar
con ustedes porque por fin encuentro un lugar en el que me siento bien y en
el que estoy teniendo las respuestas que quiero".
La agencia era un proyecto distinto, totalmente comercial, que ya estaba funcionando.
Sabía que esto tenía futuro. Además, aquí trabajaban
40 personas que respondían a 40 familias. Algunos de ellos con treinta
años de colaborar con esta agencia. Y eso deveras pesa. En momentos difíciles,
sus hijos los sientes propios.
JA.F.: ¿Qué más le dijiste a Levy
para convencerlo?
ANA MARIA OLABUENAGA: Le demostré que
habíamos ganado 13 clientes en el año, que todos nuestros clientes
estaban por arriba de objetivos de venta y que todos habían hecho una
evaluación positiva de la agencia. Le dije: "esto es negocio, funciona
y va a ser negocio para tí. Dame chance".
Creo que lo vio tan honesto que se convenció. De ahí en adelante
fue el mismo Levy el que orquestó todo. De inmediato me preguntó:
"¿cómo le hacemos para mantener a los clientes y para que
sigan sintiendo que este es el lugar para hacer su publicidad?" Hablamos
de varias alternativas. Finalmente yo le dije que quería un socio. Que
yo buscaba un socio con el mismo esquema de negocios que ya estábamos
manejando. Y así lo entendió, que yo siguiera pero ahora como
socia.
JA.F.: ¿En qué momento le propones que
la agencia lleve tu nombre?
ANA MARIA OLABUENAGA: Yo tenía otros nombres,
pero nos hizo sentido el que la agencia llevara el nombre de quien trabaja aquí.
Que quien llegue a la agencia pueda preguntar por alguien que está dando
la cara (era momento de olvidarnos de ponerle nombres de gringos muertos).
Justo en los días en los que Bush decidió bombardear Irak fue
cuando hice la propuesta. Fueron los días que todos pensábamos
que el mundo se iba a ir a la mierda. Los clientes no sabían si anunciarse
o no. La AMAP pensaba enviar un comunicado que le dijera a los anunciantes:
"¡relájense!"
Todos los indicadores decían "¡no lo hagas!", aun cuando
tiempo atrás mucha gente me había dicho que pusiera una agencia.
Yo creo que le caigo bien a Levy y pienso que le dio gracia la propuesta. Para
mí es un gran tipo. Creo que le gustó que le dijera que quería
que fuera mi socio, que le gusta que alguien sea tan combativo. La propuesta
la hice y se hicieron muchos documentos en los que el nombre lo escribían
al revés,
primero Chemistry y después Olabuenaga. Yo les decía: "hey,
es justo al revés, primero Olabuenga y después Chemistry".
Finalmente lo aceptaron. Me dijeron: "te entendemos el por qué y
sabemos que así tendrás más fuerza comercial". Reconozco
que no es el nombre más lindo.
JA.F.: Pero yo te puedo decir que es muy especial, muy
original y muy reconocido.
ANA MARIA OLABUENAGA:Yo todos los días
entro a la recepción y bajo la vista.
JA.F.: Tiene un gran valor el que te hayas lanzado. A
mucha gente ni siquiera se le hubiera ocurrido. Tu estrategia es propia y original.
ANA MARIA OLABUENAGA: Creo que tampoco fue tan
difícil. El asunto era continuar con un proyecto que ya venía
y al que le cambiábamos el nombre. Fue la manera de salvar el proyecto,
de mantener a los clientes y de mantener también con empleo a más
de 40 personas. Si nos hubiéramos fusionado con cualquier otra agencia,
¡Ciao!
JA.F.: ¿Cuánto tiempo estuviste en la negociación?
ANA MARIA OLABUENAGA: Siete meses. En el inter
se dieron distintas ofertas, hasta que al final quedó Olabuenaga-Chemistry.
JA.F.: ¿Y cómo tratas a los clientes?
ANA MARIA OLABUENAGA: De forma muy personal.
Yo ahorita mismo sé lo que está pasando con cualquiera de mis
clientes. Soy muy operativa. La agencia tiene el tamaño para poder trabajar
así. Hoy tenemos 14 clientes. Bajo este sistema, yo creo que la agencia
tiene capacidad para manejar hasta 22 clientes, no más.
JA.F.: ¿Cómo opera tu sistema?
ANA MARIA OLABUENAGA:La parte más Senior
de la agencia, el mejor pensamiento de la agencia, está involucrado en
todos los negocios. Hacemos juntas en las que analizamos cadal negocio. La gente
Senior los checa y verifica. Las seis personas que somos la gente Senior estamos
involucrados con todos los negocios y aportamos todo lo que podemos.
JA.F.: ¿Este sistema no se da en otras agencias?
ANA MARIA OLABUENAGA: No, es imposible. Toma
en cuenta que tienen más de 30 clientes. No pueden. Todas esas agencias
te prometen que le van a dar seguimiento a tu cuenta y que sus grupos de trabajo
van a estar detrás de ella.
Yo lo que prometo es que el pensamiento más sofisticado de nuestra agencia
estará atrás de cada cuenta. Yo sigo siendo creativa. Por ejemplo,
la campaña de Lala la hice toda. Yo edité los comerciales.
JA.F.: ¿Cómo tomas la decisión de
que Jorge Cucci, tu esposo, forme parte de la agencia?
ANA MARIA OLABUENAGA: Jorge no es un empleado
de la agencia, es socio. Ellos lo propusieron. Somos los dos únicos socios.
Trabajamos antes juntos en Leo Burnett, así nos conocimos. Es distinto
hoy porque entonces yo era su jefe y ahora no es así, somos socios. Pienso
que es el mejor creativo de México. Nos respetamos mucho como profesionales.
JA.F.: ¿Qué te gusta de la televisión?
ANA MARIA OLABUENAGA: Yo tengo una fascinación
por lo popular. Todo lo que a la gente le encanta, yo lo veo. Me gusta y seguí
el Big Brother, los noticieros, Master Show, Adal Ramones y Omar Chaparro. Me
gusta saber por qué lo ve la gente. No tengo ningún prejuicio
para verlos. El grueso de la población decide lo que se vende y lo que
no se vende y decide también el nombre de la persona que gobierna este
país.También veo a Aguilar Camín.
JA.F.: ¿Qué reglas tiene la publicidad?
ANA MARIA OLABUENAGA: Cada vez es un negocio
más complejo, en el que debes de ser cada vez más sorpresivo y
más inteligente. Conectar con la gente es cada vez más complicado.
Conectas gracias a la inteligencia y a la habilidad de decir algo interesante.
Olabuenaga-Chemistry maneja, entre otras cuentas,
General Motors, Nestlé, Lala, Astra Zeneca, Sonrics y la imagen corporativa
de Televisa.