Canal100.com.mx, Sección Revista Virtual Telemundo

Conocí a Gustavo Montiel cuando propuse al CCC, en los ochenta, producir una serie de historias de amor que debían suceder en la Ciudad de México. Se hicieron. Montiel fue clave para lograrlo porque era feliz produciendo, muy feliz viendo a los jóvenes estudiantes del CCC filmando. Sabía que la industria del cine en México había construido un muro absurdo que impedía a los jóvenes llevar sus historias a la pantalla, a las salas. Sabía que era tiempo de derribar ese muro. Sin duda fue uno de los personajes clave que tomó pala y pico para tumbarlo con todas sus fuerzas.

Yo entonces trabaja en Pronarte, en la Productora Nacional de Radio y Televisión. La serie propuesta se convirtió en la primera para televisión en el mundo producida por alumnos de una escuela de cine. En el CCC recibieron el proyecto con alegría. Entonces el director era Eduardo Maldonado. Tito Navarro el de Pronarte. Ambos amigos, todos amigos. A Maldonado lo sucedió en el cargo Gustavo Montiel, quien junto con Eduardo Sepúlveda Amor lograron filmar la serie completa. Gran éxito histórico al que titularon Encuentros y Desencuentros. Se confirmaba que los jóvenes estudiantes del CCC estaban listos para filmar para la pantalla chica o grande, del tamaño que fuera, desde la misma escuela. Montiel era un magnífico director de la escuela de cine. Luego vino La mujer de Benjamín y desde entonces el CCC vive en el estrellato.

Conversé con Montiel muchas veces. Siempre lleno de energía, su risa y manera sonora de ser retumbaban por su oficina y por todo el Centro de Capacitación Cinematográfica. Hablaba con tal entusiasmo, que no podía contener el grito cuando algo le parecía fabuloso. Todas las veces que conversé con él, me contagió con su emociòn, con su risa y sus buenas bromas.

No estaba quieto Montiel, quería hacer más y más. Sin que me lo confesara alguna vez -yo nunca fui uno de sus amigos cercanos, dejé de verlo por años- puedo asegurar sin temor a equivocarme que uno de sus grandes amores fue siempre el CCC, sus instalaciones, sus alumnos, sus proyectos, la posibilidad única de educar para que los jóvenes produzcan un cine conmovedor. Esa palabra (conmovedor), se la escuché en varias ocasiones. Para eso es el cine, me dijo: para conmover. No es para otra cosa. Se trata de conmover.

Me encontré hace un par de años con Gustavo Montiel una mañana frente al Teatro de las Artes. Discutía yo fuerte ahí, al aire libre, con un exfuncionario de Conaculta. De inmediato se dio cuenta que la discusión tenía un tono demasiado subido. Nos dijo: "creo que mejor los dejo que conversen solos". Me hubiera gustado que se quedara a escuchar el pleito, seguro habría colaborado en algún momento para alivianarlo y dejarlo atrás. Desafortunadamente no fue así.

Ayer por la noche fui al velorio de Gustavo Montiel. Di un abrazo a su madre, abatida no dejó a su hijo querido ni un momento. Apenas tres semanas antes había perdido a su hija mayor por las mismas complicaciones de salud. Jorge Prior buscaba reconfortarla con su presencia. Eugenia, hermana menor de Gustavo, recibía todos los cariños. Los recibirá siempre.

Alumnos, exalumnos y colegas del CCC fueron a saludar a Gustavo Montiel al velorio, más que a despedirlo. Esa fue mi sensación. Organizaban llevarle mariachis, cantarle. Querían estar con su amigo que, al igual que a mí, siempre los lleno de energía, de vida.

María Inés Roqué escribió en su Facebook una frase de Gustavo Montiel, el productor de más de 26 largometrajes: "hay que huir para adelante".