Canal100.com.mx, Sección Revista Virtual Telemundo

Cuentan que en época de los romanos se daban tremendos espectáculos llenos de violencia que seducían a miles de espectadores. Quienes participaban en esas planeadas y sádicas puestas en escena, podían ser calificados por el público presente y al final por el mismo César de la manera más cruel.

Quien cumplía con las expectativas de la audiencia, recibía el pulgar del César mirando al cielo, lo que significaba que se le concedía seguir vivo. Al que no lograba la aprobación del pueblo, se le aparecía ante los ojos una figura de horror: el pulgar hacia abajo del César, que quería decir echarlo a los leones para que fuera devorado. Su pecado: había ofrecido un espec-táculo, de plano, de pésima calidad.

Historia cruel la de los romanos que, sea cierta o no, retrata en buena medida lo que ha sido y es el mundo del espectáculo.

En el Teatro Blanquita es una tradición el nivel de exigencia del público. Los malos chistes se abuchean, igual las malas interpretaciones musicales. Rechifla recibe el artista que aprovechándose del escenario quiere quedar bien de forma evidente con el gobierno o los empresarios. Los chiflidos y abucheos califican la mala calidad de un comedian-te o actor, lambiscón en su caso que oculta su verdadero pensamiento.
En televisión, el pulgar del César es propiedad del espectador. Lo tiene en su control remoto y lo hace mirar al cielo o al infierno a cada momento. Sólo lo que llama la atención del televidente, frena su cruel actitud de cambiar de canal sin dar tiempo mínimo a productores, conductores, escritores, directores y artistas de demostrar que están poniendo en pantalla algo que vale la pena mirar. Con el cine el pulgar del César es más cruel todavía. La decisión de pagar o no la taquilla responde a un reflejo de un hábito muy aprendido: si es cine de Hollywood, sí. Las películas mexicanas, a veces. Chinas, colombianas, africanas, checas o rusas reciben muchos pulgares que mandan al infierno.
Todo un misterio resulta ser el por qué la audiencia decide ver o no un programa de televisión o una película, colocar el pulgar hacia abajo o hacia arriba. Hay quienes hacen grandes esfuerzos y definitivamente no encantan al espectador. Ejemplos sobran, incluso de grandes autores que casi nunca fallan.
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