Por José Antonio Fernández
Ilusión Nacional es el nombre
de la nueva película/documental de Olallo Rubio:
retrata (de forma apretada, pero más que clara)
vida y obra de la selecciones de fútbol de México y Brasil,
y también del fútbol mismo.
El espectador debe tomar en cuenta que Olallo Rubio
no es un fanático del fútbol, se trata de un director de cine
hecho y derecho por los cuatro costados. Es cineasta de tiempo
completo. Filma y edita antes de poner a grabar la cámara
o de encender los sistemas de edición.
Ilusión Nacional es un documento histórico realizado
de forma cinematográfica que incluye a su vez cualquier
cantidad de imágenes históricas de primerísima importancia.
Rubio armó un rompecabezas en tono dramático:
de forma intencional coloca en pantalla a la Selección Mexicana
de Fútbol como protagonista de la cinta y a la de Brasil jugando
el papel de antagonista.
La propuesta narrativa funciona:
el espectador sufre al observar que los brasileños se recuperan
con disciplina del famoso maracanazo (cuando perdieron con
Uruguay el Campeonato Mundial de 1954 en su propia casa,
lo que provocó hasta suicidios de brasileños) para convertirse
en las estrellas futbolísticas del planeta y rival a vencer,
mientras el equipo de México no encuentra cómo pasar una
barrera aparentemente psicológica para llegar a las rondas
finales en mundiales, lo que mantiene en vilo a millones de
mexicanos.
Como en todas sus películas, Olallo Rubio explica la historia
incluyendo cualquier cantidad de referencias históricas que
relacionan al deporte de las patadas con los juegos de poder
y el ánimo de México. En este caso, para sorpresa de los
no-fanáticos, en Ilusión Nacional apunta categórico su mayor
afirmación sobre el deporte de las patadas: el fútbol no
pertenece a ninguna empresa ni persona, en México es el
deporte del pueblo, de ahí que se haya convertido en un negocio
que seduce a los más poderosos. El fútbol une al pueblo, los
negocios vienen en compañía.
Olallo Rubio y su equipo se dieron a la muy ardua tarea
de encontrar imágenes que dieran respaldo al guión minuto
a minuto.
No hay cabos sueltos, la dificultad mayor se da para
el público cuando el guión de Rubio relaciona acontecimientos
deportivos con la política y el poder: no hay imagen concretísima
que respalde lo dicho, aunque se hace evidente que el poder
y el fútbol (los deportes profesionales) comen en la misma mesa.
Año y medio sin descanso llevó realizar la película/documenal
Ilusión Nacional. Primero Olallo Rubio se documentó a fondo,
recuerde el lector que no es un fanático del fútbol.
Brillante es la banda sonora que acompaña a la película, obra de
Javier Umpierrez.
Trabaja codo a codo con Rubio: sin necesidad de mostrarle
secuencias de imágenes, el director le platica la secuencia.
"Quiero una sesión de penalties en la que México pierde" o "voy
con escenas del maracanazo y llega la tragedia a Brasil",
entonces Umpierrez se pone a trabajar y crea la banda sonora, ya
con el audio resuelto montan la imagen. La edición de Fontana
es de alta precisión.
Importante es subrayar que a diferencia de la imagen en pantalla
(archivos históricos con imágenes obligadas), la banda sonora
de Ilusión Nacional corre por el terreno de la libertad creativa
total.
Muy relevante es que la banda sonora va subrayando golpes
de balón, jugadas clave y momentos de alta tensión. Cada golpe
sonoro señala un momento histórico que hizo temblar a
espectadores y también a deportistas, poder y directivos. Al país
completo.
En el sonido se revela la tensión que causa el fútbol a millones
de mexicanos, ahí están alegrías y también desconsuelos,
esperas que se sienten eternas y balones que tuvieron odiado
destino.
La película/documental Ilusión Nacional de Olallo Rubio es un
largometraje de autor, una obra intelectual con una intención
clarísima: intentó meter en pantalla todos los elementos posibles
para que el público vea al fútbol como un acontecimiento
nacional que juega un papel muy importante en el ánimo de
México y también en la mentalidad de sus habitantes. Ilusión
Nacional lanza una máxima, sin decirla como la escribo: "si
logramos pasar al quinto y siguientes partidos en el Mundial,
entonces rebasaremos esa línea que no nos permite
ser todo lo grandes que somos".
La corrección de color de las imágenes históricas realizado en
Chemistry, casa postproductora del más alto nivel dirigida por
Andrés Martínez Ríos y Erwin Jacquez, está a la altura
del sonido y la edición. Es también brillante. Acertaron
al dejar cada escena histórica con su sabor original (textura
y color) y a la vez le dieron calidad 2K para proyectarse
en cines. El resultado es magnífico.
El espectador jamás se percata que detrás de cada imagen hay
un trabajo de corrección de color que permite vivir (sufrir-
analizar-pensar-recordar-saber-querer-rearmar...) la historia
sin ninguna distracción.
• Olallo Rubio ha realizado cuatro películas que se inscriben en
el género películas-documentales: ¿Y tú cuánto cuestas?, Esto no
es una película, Gimme The Power y ahora Ilusión Nacional.
Prepara ya su primer largometraje ficción-ficción: American
Diablo.
• El 70 por ciento de las imágenes de Ilusión Nacional son
derechos directos de FIFA, organización que mantiene archivos
perfectamente ordenados en bóvedas y sistemas
de almacenamiento de la más alta calidad.
• Trabajo mayor el realizado por el equipos de producción, logro
extraordinario no hecho por una televisora sino por una
productora independiente: Amateur Films.
• La mayor dificultad por calidad de imagen de los archivos fue
por la baja calidad del video en la época de transición de film a
video, en los setentas.
En ese tiempo se dejó de filmar en los departamentos de noticias
y el video no tenía todavía una calidad suficiente. Lo resolvieron
Rubio y Chemistry jugando creativamente con el tamaño de las
imágenes.
Director: Olallo Rubio
Productores: José Nacif, Carlos Meza, Abraham Neme, Olallo Rubio
y José María Yazpik
Guión: Olallo Rubio
Banda sonora y música: Javier Umpierrez
Mezcla de sonido: Jaime Baksht
Edición: Juan Fontana
Corrección de color: Chemistry
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