Por José Antonio Fernández
El fantástico mundo de Juan Orol ganó 9 premios en el Festival
Pantalla de Cristal:
Mejor Película, Mejores Valores de Producción
en Pantalla (Alejandro Blázquez de Nicolás), Mejor Guión
(Sebastián del Amo / Raúl Fernández Espinosa),
Mejor Postproducción, Efectos, Animación y Color, Pintado y
Retoque (Branko Andrés Gómez-Palacio / Post; Gustavo Bellón,
Maripaz Robles / Efectos; Branko Andrés / Color), Mejor Banda
Sonora (Sebastián del Amo), Mejor Musicalización (Alejandro de
Icaza), Mejor Dirección de Arte (Christopher Lagunes), Mejor
Actor (Roberto Sosa) y Mejor Actor de Reparto (Jesús Ochoa).
Fue Nominada Finalista por Mejor Director
(Sebastián del Amo), Mejor Fotografía (Carlos Hidalgo),
Mejor Investigación (Sebastián del Amo), Mejor Edición (Felipe
Gómez / Martín Luis Guzmán), Mejor Casting
(Sebastián del Amo) y también por Mejor Actor de Reparto
(Alberto Estrella).
Con su película sobre Juan Orol, el director Sebastián del Amo
lleva a la pantalla de forma totalmente intencionada la
historia de buena parte del cine mexicano: rumberas, cabaret,
hombres elegantes y desgraciados y mujeres bellísimas
sufridas que se presentan ante cámara con extraordinarios
peinados y maquillaje. También humor negro e involuntario
a rabiar que nace de la forma de hacer cine en nuestro país:
¡a como se puede!, lo que provoca que la vida en el set
y fuera de él esté atiborrada de anécdotas y de espíritus
como el de Juan Orol y Sebastián del Amo, capaces de filmar con
los recursos que sean.
Al escritor, actor, director, productor y promotor de sus propias
películas Juan Orol, quizá se le quiere más por sus anécdotas
que por sus largometrajes.
Cada una de sus cintas son en realidad un homenaje al
surrealismo mexicano al que cruzan marejadas de cursilería y
valor nacional. Evidente es que Orol se contagió de ese espíritu
mágico surrealista que en México se da en cada esquina. Es agua
de manantial.
Sebastián del Amo también se contagió del espíritu de Orol, con
una presupuesto menor a 2 millones de dólares, consiguió filmar
una película espectacular que en otras manos seguramente no
habría llegado a la pantalla. Mucho bien le ha hecho del Amo al
cine mexicano, que no le realiza una biografía a Orol sino lo
celebra y de paso explica al cine nacional y también a la
telenovela.
Con El fantástico mundo de Juan Orol, Sebastián del Amo
igualmente se lanza a hacer un homenaje a los churros del cine
mexicano, a esas películas malonas llenas de defectos que son
hoy, muchas de ellas, motivo de culto hasta apasionado para
cinéfilos de México y el extranjero. Han creado verdaderos
fanáticos que las buscan sin descanso. Divierten. Retan
a observarlas con cuidado de forma casi detectivesca,
una y otra vez, para encontrarles trucos inverosímiles,
errores y fallas de continuidad que luego de descubrirlas
producen hasta carcajadas.
Las de Juan Orol son legendarias. Ver Gangsters contra
charros es glamuroso, indispensable, es conocer de cine. Quien
no la ha visto, no puede presumir ser un verdadero cinéfilo.
La fotografía de Carlos Hidalgo hace lucir al máximo todos los
valores de producción en pantalla: espíritu de la historia, más de
60 escenarios, maquillaje delirante, vestuario, peinados y
detalles de todo tamaño. Subraya con elegancia el histrionismo
ligeramente exagerado (que se antoja real) de las
interpretaciones, en especial de Juan Orol, y las miradas al
infinito, indispensables en el cine de la época.
Sebastián del Amo, junto con su productor Alejandro Blázquez
de Nicolás, dan una lección de lo que es producir cine en México
con los recursos que se tengan, ¡ni uno más!, y hacerlos parecer
en pantalla como si fueran todos los necesarios. Dan nueva vida
e inmortalizan la frase "¡Qué, coño!", de Juan Orol, su grito de
guerra que le servía para anunciar que seguiría filmando a pesar
de tener tras de él todos los errores y al frente todos los
obstáculos.
Juan Orol filmó más de 50 películas. Como lo ha dicho una y
otra vez Sebastián del Amo, es considerado el peor director de
cine de la historia de México. Pero también es uno de los más
taquilleros, lo que confunde y confronta a críticos con el público.
Siendo el peor, Orol nos gana el corazón. Roberto Sosa lo
encarna sin caricaturizarlo, crea la imagen definitiva de Juan
Orol, que no podía ser otra: un personaje que en su vida y fuera
del set era el seductor kitsch que se ve en pantalla. Es por eso
que Sebastián del Amo hace una película histórica y Roberto
Sosa interpreta el mejor papel de su carrera, porque nos
permiten experimentar la vida de un hombre que vivió en su
fantástico mundo, uno mismo detrás y frente a cámara. Vida de
película.
• Como La mayoría de las películas mexicanas, El fantástico mundo
de Juan Orol estuvo a punto de no terminarse de rodar por falta de
presupuesto.
La entrada como inversionista de la tienda Liverpool permitió
concluirla. Tras bambalinas, Sebastián del Amo y todo su equipo
dijeron en coro: "¡Qué, coño!, sigamos filmando".
• Maripaz Robles recibió Mención Especial del Festival Pantalla de
Cristal por su "Extraordinario trabajo de maquillaje". En escena,
Roberto Sosa da vida a 7 décadas de Juan Orol, lo que podría ser el
maquillaje y la actuación (interpretada por un sólo actor) que cubre
más años de un sólo personaje (en México).
El fantástico mundo de Juan Orol
Producción: Celuloide, Eficine 226 (inversión de Liverpool)
Productor: Alejandro Blazquez de Nicolás
Director: Sebastián del Amo
Fotografía: Carlos Hidalgo
Guión: Sebastián del Amo / Raúl Fernández Espinosa
Edición: Felipe Gómez / Martín Luis Guzmám
Postproducción, Efectos, Animación y Color, Pintado y Retoque:
Branko Andrés Gómez-Palacio (Post y Color), Gustavo Bellón
(Efectos),
Maquillaje: Maripaz Robles
Banda Sonora: Sebastián del Amo
Musicalización: Alejandro de Icaza
Dirección de Arte: Christopher Lagunes
Actor / Juan Orol: Roberto Sosa
Actores: Jesús Ochoa, Alberto Estrella, Ximena González Rubio,
Gabriela de la Garza
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